Nissan pierde un socio clave: Mercedes-Benz dice adiós
La salida se da en medio de fuertes pérdidas, caídas bursátiles y un plan de reestructuración que cambiará por completo la escala global de la compañía

Producción del Nissan Micra. Crédito: Nissan. Crédito: Cortesía
El mercado automotriz mundial no atraviesa un camino sencillo, y Nissan lo sabe mejor que nadie. La marca japonesa, que desde hace años lucha por recuperar la rentabilidad, recibió otro golpe que agrava su panorama: Mercedes-Benz decidió abandonar su participación accionaria, en una operación que no solo refleja la desconfianza, sino que también acentúa la incertidumbre sobre el futuro inmediato de Nissan.
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La movida de Mercedes-Benz, realizada a través de su fondo de pensiones, consistió en la venta de un 3,8 % de participación en Nissan, equivalente a $324,65 millones de dólares.
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Aunque la compañía alemana explicó que se trata de un ajuste de portafolio y no de una decisión estratégica directa contra la firma japonesa, el mensaje que recibe el mercado es claro: Nissan ya no es vista como un socio relevante.
Un golpe bursátil inmediato
La operación se ejecutó a un precio de 341,3 yenes por acción, lo que significó una rebaja del 5,98 % frente al cierre previo de 363 yenes. Como resultado, las acciones de Nissan se desplomaron más de un 6 % en un solo día, la caída diaria más fuerte desde principios de julio.
El efecto dominó fue evidente: los inversionistas interpretaron la salida de Mercedes como un síntoma de fragilidad en Nissan, lo que reforzó el escepticismo sobre la viabilidad de su reestructuración.
Entre los diez principales accionistas absorbieron cerca del 70 % de los títulos ofertados, pero el precio pagado dejó en evidencia que la confianza está en niveles mínimos.
Pérdidas millonarias y un futuro sombrío
Las razones detrás de la incertidumbre son contundentes. Entre abril y junio de 2025, Nissan reportó una pérdida operativa de $534,6 millones de dólares, golpeada por los aranceles en mercados clave, la caída en ventas y los altos costos asociados a su plan de reestructuración.
Las previsiones tampoco son alentadoras. Analistas estiman que, al cierre del último ejercicio fiscal, la compañía podría enfrentar una pérdida neta récord de entre $4,910 y $5,260 millones de dólares, una cifra que sería devastadora y que marcaría un retroceso histórico para la automotriz.
El plan del nuevo CEO: menos fábricas, menos autos
En medio de este escenario, Iván Espinosa, nuevo CEO de Nissan, presentó un plan agresivo para intentar frenar la sangría. Su estrategia contempla reducir la capacidad global de producción de 3,5 a 2,5 millones de vehículos, lo que significa un recorte drástico en la oferta de la compañía.
El plan también implica pasar de 17 plantas de producción a solo 10 antes de 2027. Ya se concretaron los cierres de Oppama y Shonan en Japón, y está previsto que la planta Civac, en México, cese operaciones en marzo de 2026.

Estos movimientos buscan mejorar la eficiencia, aunque también significan la pérdida de miles de empleos y una disminución del alcance global de Nissan.
Renault, un socio atrapado
El retiro de Mercedes deja a Renault como el principal accionista, con un 35,7 % del capital. Sin embargo, el grupo francés enfrenta restricciones contractuales que le impiden vender libremente sus acciones, lo que lo obliga a mantener una exposición que cada vez parece más incómoda.
Si bien Renault ha defendido públicamente la alianza, analistas financieros creen que en el mediano plazo intentará reducir su participación.
La compleja situación de Nissan representa un riesgo financiero para el fabricante europeo, que también atraviesa desafíos propios en el competitivo mercado de vehículos eléctricos.
Una encrucijada para Nissan
La salida de Mercedes-Benz no solo significa la pérdida de un socio financiero, sino también de un respaldo simbólico en la industria.
Quedarse sin el apoyo de un competidor alemán de talla mundial profundiza la sensación de aislamiento de Nissan en un mercado cada vez más exigente y en plena transición hacia la electrificación.

De cara a los próximos años, Nissan deberá demostrar si es capaz de ejecutar un plan de reestructuración que le devuelva la competitividad. La reducción de plantas y de producción busca contener las pérdidas, pero el verdadero desafío será recuperar la confianza de consumidores e inversionistas.
En una industria donde las alianzas se han vuelto clave para sobrevivir, Nissan se encuentra en una posición vulnerable: un socio que se va, otro que no puede salir, y un mercado global que no perdona los errores.
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