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‘Si alguien te dice que no… sigue intentándolo’

De Durango a Los Ángeles: el camino de Roman Alarcón hacia el liderazgo en Metro

Román Alarcón ha dedicado 39 años de servicio al transporte público.

Román Alarcón ha dedicado 39 años de servicio al transporte público.  Crédito: Aurelia Ventura | Cortesía

El primer trabajo de Roman Alarcón fue al volante de un autobús escolar. Hasta que un día, un vecino, que trabajaba como operador de autobús para el Distrito de Tránsito Rápido del Sur de California (RTD, la agencia que hoy es Metro), lo desafió. Le dijo que probablemente no podría aprobar el examen para ser operador de autobús. Roman se tomó el reto como algo personal.
“Yo puedo aprobar cualquier examen”, se dijo. Mandó su solicitud a RTD, hizo el examen y lo aprobó, iniciando así lo que se convertiría en una carrera de 39 años dedicada al transporte público y a la gente de Los Ángeles.
Lo que empezó como un trabajo de medio tiempo pronto se convirtió en una vocación. Roman pasó a la planilla a tiempo completo y para 1990, empezó como supervisor del área de autobuses. Poco después, dio el salto al área de trenes, donde se unió al equipo que preparaba la inauguración de la Línea Roja (ahora Línea B). Más tarde, ayudó a inaugurar la Línea Verde (hoy Línea C) y trabajó en el centro de control de trenes, donde aprendió más sobre su funcionamiento de forma segura y puntual, una habilidad que marcaría el resto de su carrera.
Desde aquellos inicios, Roman ha desempeñado prácticamente todos los roles en las operaciones de autobuses y trenes. Desde estar en el área de control de trenes hasta estar en puestos de subgerente, gerente y hasta director.
“He sido supervisor en todas las líneas, excepto en la K y la E”, dice con orgullo. Esa experiencia le proporciona una profunda comprensión de lo que sus equipos enfrentan a diario.

En 2010, Roman se convirtió en ejecutivo, supervisando las operaciones de autobuses y trenes. Para 2022, fue nombrado director ejecutivo sénior de Prestación de Servicios de Tránsito, que implica la supervisión de seis divisiones de tren, el centro de control de operaciones de autobuses, cientos de supervisores de campo y el presupuesto que mantiene este departamento en funcionamiento.
Roman también recibe decenas de llamadas diarias del personal de operaciones, que trabajan para resolver problemas en tiempo real.
“Me aseguro de que tengamos el personal necesario [como operadores, supervisores y gerentes], el equipo adecuado y de que el servicio que prometemos al público se cumpla”, explica.
Esa promesa es lo que lo motiva durante largas jornadas y constantes llamadas telefónicas. Recuerda una decisión que tuvo un impacto inmediato en el servicio: hace años, los retrasos en la estación 7th St/Metro Center se acumulaban a medida que las Líneas A y E compartían la misma plataforma. Roman impulsó una solución simple pero efectiva: designar un lado para A y el otro para E. A veces, cambios pequeños como este repercuten en todo el sistema y mejoran la experiencia de miles de pasajeros.
Pero su recuerdo más especial es personal: la inauguración de la Línea Dorada en 2003. Roman dirigió el proyecto de principio a fin. “Fue mi bebé”, dice con orgullo. “Verlo terminado fue uno de los momentos más gratificantes de mi carrera”.
Incluso con un puesto ejecutivo, Roman prefiere estar fuera de la oficina y visitar diversas estaciones de tren. Asiste regularmente a clases de capacitación de futuros operadores de autobuses y trenes con el fin de conocer a los nuevos empleados y definir las expectativas del puesto. Los viernes, es usual encontrarlo en las estaciones comprobando la puntualidad de los trenes, conversando con los operadores y hablando con los pasajeros. “Cuando les explicas a las personas a detalle por qué hacemos algo [en particular], ellos lo entienden”, dice.
Roman también conoce a la mayoría de los empleados por su nombre, incluidos los operadores de trenes -a quienes generalmente solo se les identifica por su número. Recordar sus nombres es solo una forma de demostrar cuánto valora las conexiones personales.
“Eso genera confianza. Y me encanta estar presente, no solo en mi oficina, sino también con el público y los operadores que hacen que este sistema funcione”.
La historia de Román comienza lejos de Los Ángeles, en el pequeño pueblo de Presidios, Durango, México. Emigró a Estados Unidos a los 12 años, estableciéndose primero en Oakland -donde se originó su gusto por el baseball y ser fan de los Oakland Atlethics. Tan solo dos años después, tras mudarse a Los Ángeles, su padre falleció, dejando a su madre al cuidado de la familia. Román le atribuye el mérito de haberle enseñado la disciplina y la ética laboral que forjaron su carrera.
“Ella era estricta”, expresa. “Se aseguraba de que llegáramos a tiempo, de que tuviéramos estándares. Por eso espero lo mismo de mí y de mis empleados”.
Román aún honra las tradiciones de su ciudad natal. La Navidad se celebra el 24 de diciembre, el Día de las Madres el 10 de mayo y cada 6 de enero lleva rosca de Reyes al trabajo. ¿Su plato favorito? Chiles rellenos solo de queso, además de enchiladas dulces al estilo de Durango con un toque de chocolate. El español también sigue siendo el primer idioma en casa con sus hijas y nietos. “Todos aprendieron primero español y luego inglés”, dijo. “Es una forma de preservar nuestra herencia”.
Para Roman, el Mes de la Herencia Hispana va más allá de celebrar la identidad: se trata de honrar la responsabilidad y mostrar a la próxima generación lo que es posible. “Es importante mostrar de dónde venimos”, dijo. “Pero es igual de importante aprender sobre otras culturas para que podamos entendernos de verdad, porque en Los Ángeles, todos nos unimos”.
Para quienes deseen seguir una carrera en el transporte, Roman dice que es importante tener presente que los puestos de liderazgo también se pueden alcanzar. “Sigue tus sueños y nunca te rindas”, dijo. “Si alguien te dice que no… sigue intentándolo”.
Una nota de Metro que conmemora el mes de la Herencia Hispana.

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