La tecnología secreta de ICE que le permite espiar tu teléfono sin necesidad de tocarlo
Los agentes de ICE están utilizando dispositivos que les permiten conectarse a tu teléfono a distancia sin que te des cuenta

Los nuevos vehículos de ICE pueden simular ser una torre telefónica para conectarse directamente a tu teléfono Crédito: Erin Hooley | AP
Agentes de ICE ahora cuentan con vehículos especialmente equipados que les permiten conectarse a tu teléfono y espiarte sin necesidad de tener acceso físico a tu dispositivo. El secreto detrás de esta capacidad no es magia ni ciencia ficción: la tecnología se basa en el uso de torres celulares falsas conocidas como simuladores de sitio celular o IMSI catchers. Lo realmente impactante es que, aunque muchos desconocen su existencia, esta tecnología ya está operando en las calles de Estados Unidos y plantea serias dudas sobre la privacidad ciudadana.
¿Cómo funcionan las torres celulares falsas?
La clave de este sistema reside en su capacidad para engañar a los teléfonos móviles. Los vehículos adquiridos por ICE están equipados con dispositivos que se hacen pasar por torres de telefonía celular legítimas. Cada vez que tu móvil busca conectarse a la red más cercana, puede terminar en una de estas trampas sin que te enteres. Al conectarse, el aparato puede capturar información clave como el número IMSI (la huella de identidad única de cada línea móvil), la ubicación del usuario y, dependiendo de la sofisticación, hasta llamadas, mensajes y datos.
Estos sistemas, apodados “Stingrays”, engañan a todos los teléfonos en el rango cercano para que se conecten antes que a las torres reales de los operadores. Así, los agentes logran acceder a información precisa sobre la localización de cada persona y, en ciertos casos, interceptar comunicaciones. Es una técnica silenciosa, eficaz y prácticamente indetectable para los ciudadanos.
¿De dónde obtiene ICE estos vehículos espía?
La agencia ha invertido cientos de miles de dólares en vehículos especialmente acondicionados por empresas como TechOps Specialty Vehicles (TOSV), quienes integran los simuladores en furgonetas, laboratorios móviles y vehículos policiales. Aunque la compañía no fabrica los componentes tecnológicos principales, sí se encarga de integrarlos y blindar la confidencialidad. Hasta tal punto, que no detallan públicamente qué tecnologías específicas se instalan en cada vehículo.
ICE y TOSV tienen relaciones contractuales que crecen año tras año, incrementando la cantidad de vehículos equipados. Además, la opacidad es enorme: la agencia evita dar detalles sobre el uso, frecuencia de despliegue o si solicita órdenes judiciales para activar estos dispositivos. Todo el proceso se mezcla con acuerdos de confidencialidad que complican la transparencia.
Riesgos a la privacidad y polémica social
Sin duda, la preocupación más grande es la privacidad. Aunque ICE sostiene que el objetivo principal es rastrear y ubicar sospechosos, estos dispositivos no son selectivos: recogen información de todos los teléfonos en el rango de alcance, sean o no parte de una investigación. Esto significa que cualquier persona que pase cerca de uno de estos vehículos puede tener sus datos capturados e incluso sus comunicaciones interceptadas, sin saberlo y sin relación alguna con delitos.
La controversia se agrava porque, históricamente, muchas fuerzas del orden han utilizado estos sistemas sin garantías judiciales. Críticos y defensores de la privacidad advierten que la falta de transparencia y control convierte a los ciudadanos comunes en víctimas colaterales de un espionaje masivo. Y hay un peligro añadido: interceptar comunicaciones puede bloquear funciones de emergencia en los teléfonos, incluyendo llamadas al 911, lo que pone en riesgo la seguridad pública.
El uso de “torres celulares falsas” por parte de ICE muestra cómo la tecnología puede inclinar la balanza entre seguridad y privacidad. Mientras que para la agencia significa una herramienta poderosa, para la ciudadanía representa una amenaza invisible y persistente. A medida que la vigilancia tecnológica se perfecciona y extiende, el debate sobre hasta dónde pueden vigilar los gobiernos, sin controles y en secreto, sólo seguirá creciendo.
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