La tundra fue color verde antes del Super Bowl (FOTOS)
Los fans de los Eagles invadieron el estadio, donde hubo quienes pagaron hasta $7,000 dólares para poder entrar
MINNEAPOLIS, MN – Veintiséis años más tarde el Super Bowl regresó a Minnesota, en un estadio imponente con forma de trapecio –algunos le ven forma de barco vikingo– erigido a un lado del Río Mississippi en el terreno que antes ocupó el Metrodome.
En las horas previas al Super Bowl LII, con una temperatura exterior de -18 ºC que es aún más baja al soplar el viento, el US Bank Stadium fue invadido sobre todo por aficionados de los Eagles, hambrientos por ver a su equipo finalmente levantar el trofeo Vince Lombardi.
“Es una oportunidad de una vez en la vida para mí”, dijo Josh, vestido con un jersey de su equipo y armado con una máscara de perro, algo que se ha vuelto popular con ellos al adoptar los Eagles el rol de “underdog” desde la lesión de su estelar quarterback Carson Wentz.
“Yo, de hecho, vivo en Minneapolis y todo el año he estado deseando a que llegaran aquí”, agregó el aficionado, quien dijo que pagó $3,500 dólares por su boleto y se ahorró hotel y avión.
Josh piensa que muchos aficionados de los Patriots no vinieron (parecía haber dos de los Eagles por cada uno de los Pats) porque “como que ya se acostumbraron al Super Bowl, es frío aquí, así que no es una vacación”.
Afuera, algunos animadores y aficionados disfrutaban sobre una pista de hielo y un trampolín para realizar maniobras. La mayoría de la gente prefirió inteligentemente meterse al estadio.
Tim y sus tres camaradas llegaron con jerseys de los Vikings de Minnesota, eliminados por Filadelfia en la final de la NFC. Pero eso no significa que él apoye a los Patriots, el equipo más aborrecido a nivel nacional.
“Simplemente que le den el trofeo a Justin Timberlake. No me importa quién gane”, dijo el residente local. “Todavía estamos un poco dolidos por no ver a nuestro equipo hoy”.
El ambiente era bueno, tranquilo, aunque con muchos gritos a favor de los Eagles. Las medidas de seguridad fueron severas, con presencia militar en algunos puntos afuera del estadio. Los tiempos claramente lo demandan.
Por lo remoto y frío de Minnesota, esta vez no hubo muchos aficionados latinoamericanos caminando en los pasillos del estadio, pero entre los que sí vinieron estaba Irma, proveniente de la Ciudad de México.
“Me invitó mi esposo y nos gusta el fútbol americano… con mucho frío”, dijo ella portando un jersey de Tom Brady, su jugador favorito. “Está padrísima la ciudad, el estadio increíble, la gente súper ordenada, estamos felices”.
Pero la emoción de estar aquí tiene su precio, y no es solamente aguantar el frío. Irma dijo que su boleto tuvo un costo de $7,000 dólares.
Ella fue una de las miles de personas que se pusieron de pie en las tribunas cuando Brady entró al campo para calentar. Esta vez fueron más aplausos que abucheos. El legendario quarterback se ha ganado el reconocimiento con sus conquistas.
Ha sido una semana muy intensa en Minneapolis y alrededores. La gente se ha divertido a pesar del frío en el que podría ser el último Super Bowl de una ciudad del norte del país en un buen número de años.