Anthony Rodríguez, campeón de fe y voluntad
La familia Rodríguez es un ejemplo de lucha y superación: el padre, Paul, salió de muy malos pasos y logró montar un pequeño gimnasio de boxeo en el que su hijo mayor, Anthony, ha crecido hasta convertirse en campeón nacional de los Guantes de Plata
Paúl Rodríguez, a los 18 años, había elegido la ruta incorrecta. Con el baúl de su carro repleto de drogas viajaba regularmente de Texas a Indiana para distribuir su mercancía. Su vida estaba dedicada al vicio y al crimen. Hoy su vida está dedicada a Dios, a su familia y al boxeo.
Rodríguez era parte de una de las pandillas más peligrosas de Houston. Esto en gran parte lo mantenía lejos de su familia y en las calles, hasta que llegó el momento en que todo cambio.
Un día, cuando Rodríguez se dirigía a Indiana para dejar más drogas, fue detenido por la policía y al encontrarle la mercancía fue arrestado y llevado a la cárcel. El juez no le tuvo piedad a Rodríguez y lo mandó a prisión por un año.
“Cuando terminé en la cárcel fue el momento en que toque fondo, estaba desesperado, me sentía abandonado. En esos momentos tan duros fue que encontré a Dios y que decidí que era tiempo de cambiar mi vida”, contó Rodríguez a RUMBO.
Durante su tiempo en la cárcel Rodríguez comenzó a tratar de alejarse de la vida pandillera y conoció a un hombre que practicaba kickboxing, al que le pidió que le enseñara a boxear.
Cuando Rodríguez salió de la cárcel fue en busca de un gimnasio porque tenía la inquietud de competir en el boxeo. Sin embargo, no pudo tener la disciplina para dedicarse por completo al gimnasio.
“Me gustaba andar con los amigos en las calles y no le di la seriedad que se necesita al boxeo. Y por esa falta de dedicación nunca pude pelear al nivel que yo quería”, agregó Rodríguez.
Sin embargo, el boxeo sí le sirvió de algo a Rodríguez. Luego de que no pudo practicarlo decidió mejor dedicarse a entrenar y con el apoyo de su iglesia fue alejándose por completo de las malas amistades y comenzó una familia.
Hoy Rodríguez tiene 11 hijos, 6 niños y 5 niñas, y uno de ellos acaba de convertirse en el campeón nacional juvenil de los Guantes de Plata.
Rodríguez entrena a sus hijos en la cochera de su casa, que está convertida en un pequeño gimnasio que se llama Conflict Boxing. Y en este lugar los Rodríguez están dando mucho de qué hablar.
Anthony es el hijo mayor de Rodríguez y en los pasados campeonatos nacionales de los Guantes de Plata logró un triunfo espectacular, ya que venció a algunos de los mejores boxeadores del país, entre ellos a Wrilley Padilla de Wyoming en la final de las 132 libras. Padilla era dos veces campeón defensor de los Guantes de Plata, pero Anthony con una gran determinación terminó dando la gran sorpresa.
“Fue una pelea muy cerrada pero yo no podía perder, tenía que ganar por todo el sacrificio que hizo mi familia para que yo pudiera llegar a pelear en ese torneo”, dijo Anthony.
Se tuvieron que hacer largas sesiones de entrenamiento en la pequeña cochera para poder llegar en óptimas condiciones, pero el duro trabajo no fue el único reto.
El pasado septiembre Rodríguez perdió su trabajo y su familia ha tenido que estar apretándose el cinto para poder salir adelante.
Cuando Anthony calificó al torneo estatal se pensó en abandonar el camino porque no había dinero para hacer el viaje Mckinney, Texas. Sin embargo, lograron juntar lo suficiente para la gasolina y fueron. Anthony calificó al torneo regional en Little Rock, Arkansas, pero una vez más se les presentó el reto económico y otra vez con las uñas juntaron lo suficiente para ir a competir.
“En esta familia tenemos mucha fe en Dios y nunca dejamos de entrenar, siempre confiando en que nuestro creador nos iba a enseñar el camino y que nos iba ayudar”, dijo Rodríguez.
El torneo nacional se realizó en Independence, Missouri, y con los pagos que se tenían que hacer en casa no quedó nada de dinero para poder hacer el viaje.
Parecía que Anthony no llegaría a los Guantes de Plata pero algunos familiares juntaron dinero y se logró hacer el viaje y el pugilista de 15 años no decepcionó.
“No me cruzó por la mente perder en ningún momento porque sabía que se había hecho un gran sacrificio para que yo estuviera en ese ring. Yo represento a Dios en todo lo que hago, siempre le doy toda la gloria y estoy agradecido por esta bendición”, explicó Anthony.
Detrás de Anthony ya vienen otras promesas: sus hermanos Jonathan de 14 años, Israel de 13 años y Judah de 10 años todos están igual de dedicados al boxeo.
La meta de Anthony es llegar a los Juegos Olímpicos del 2016.
“Quiero que mis hijos aprendan de mi vida que entiendan que no se puede andar en malas cosas y poder tener éxito en el gimnasio. Yo perdí mi tiempo y no quiero que mis hijos hagan lo mismo, quiero que vivan para Dios y que cumplan sus objetivos”, concluyó Rodríguez.