Una agresión en el trabajo le abre el camino a la residencia a la víctima y a la futura esposa
La Visa U trae alivio migratorio a los beneficiarios y a las personas con las que se casen
Cuando Juan Ochoa fue agredido a golpes por un cliente que pretendía robarse unos lentes en la licorería para la que trabajaba en Van Nuys, nunca pensó que ese incidente le abriría las puertas para arreglar su estatus migratorio y el de su futura esposa.
Ochoa vino de El Salvador a Estados Unidos en el año 2006. Patricia Ochoa, su ahora esposa, en 2008.
Cuando Ochoa llegó a Los Ángeles, fue a ver a una abogada en migración para ver si existía alguna opción de arreglar su situación. “A los meses me llegó un permiso de trabajo. Estuve como por ocho años renovándolo hasta que me enteré que la abogada había solicitado el asilo político. Nunca me lo había dicho antes”, dice.
Ella le comentó que se avecinaba una audiencia para definir si le daban o no el asilo, pero corría el riesgo de que se lo negaran y lo deportaran.
No hay mal que por bien no venga
Para entonces, Ochoa trabajaba en una licorería. “Un hombre que andaba drogado entró a comprar unas cervezas. Cuando se dirigió a la caja a pagar, le dije que entregara los lentes que se había guardado. Me respondió con un puñetazo”, dice.
La policía intervino y arrestó al hombre. Ochoa fue obligado a testificar en contra del agresor, a quien condenaron a un año de prisión.
“Cuando el hombre salió libre tuve que sacar una orden de restricción porque continuó yendo a la licorería con un niño en una carreola. Yo tenía miedo que fuera a llevar un arma y me hiciera algo”, dice.
Cuenta que incluso en el tiempo que el hombre estuvo detenido, la familia de éste iba y lo amenazaba por haber testificado en su contra. “Mi agresor era un pandillero y durante mucho tiempo, viví con miedo. Yo sentía que me vigilaban y me seguían”, recuerda.
Fue su novia, Patricia, quien le sugirió que le dijera a su abogada de migración si podía solicitar la visa U que se le da a las víctimas de crimen.
“Yo había leído sobre la visa U y siempre pensé que Juan podía calificar”, cuenta Patricia.
Con el reporte policiaco del incidente, la abogada desechó la petición del asilo de Juan y solicitó la visa U, que el salvadoreño obtuvo dos años después.
Como Patricia estaba indocumentada en el país, Juan le dijo a la abogada que le gustaría casarse con ella para ayudarla con su residencia.
“La abogada me dijo que tenía que esperarme a obtener la residencia para ayudarla, y que no era conveniente que nos casáramos”, recuerda Juan.
La pareja no quedó convencida. “Yo estaba en el tercer año de mi visa U y decidimos ir a ver al abogado de migración Alex Gálvez”, dice.
Poco común
“Él nos dijo que nos casáramos. Que eso no era impedimento para solicitar a mi esposa bajo la visa U, ni había que esperar a que yo fuera residente”, menciona.
Gálvez ayudó a Juan a obtener la residencia e inició los trámites para que su esposa se hiciera residente con base en la visa U.
“La visa U es por cuatro años, y permite a su beneficiario solicitar la residencia en el tercer o último año”, explica el abogado en migración.
La visa U suele beneficiar al solicitante, víctima de un crimen, como en el caso de Juan, pero también a su esposa e hijos. “Juan no estaba casado con Patricia cuando recibió la visa U ni cuando fue víctima de un delito. Pero lo raro e inusual de este caso es que pudo solicitar la residencia al casarse con ella con base en la visa U, años después cuando ya se la habían otorgado”, precisa.
“Esta es una opción que muchos abogados no exploran. Si conoces a alguien y te casas con esa persona dentro de los años que eres beneficiario de una visa U, puede ayudar a tu cónyuge indocumentado a regularizar su estatus migratorio al casarte”, indica.
Para obtener ese beneficio, es necesario primero pedir un perdón. “Lo bueno es que la persona no tiene que salir del país. En este caso, Patricia no tuvo que ir a El Salvador por el perdón”, explica Gálvez.
Dice que quizá algunos abogados prefieren esperar a que el beneficiario de la visa U se haga residente para solicitar a su cónyuge porque pueden cobrar más por el perdón. “El perdón bajo la residencia se cobra más caro que bajo la visa U”, expone.
A Patricia le aprobaron el perdón y está a pocas semanas de obtener su residencia en base a la visa U de su esposo.
Una nueva etapa
“La verdad que estamos bien emocionados. La residencia nos trae mucha tranquilidad y nos abre muchas posibilidades”, dice Juan.
Su esposa confía que con la residencia se cierra un ciclo de varios años de mucha frustración. “Fuimos víctimas de varios abogados de migración que solo nos sacaban dinero, y no nos arreglaban. Algunos de los paralegales que trabajan para ellos nos maltrataban. No entendemos por qué, cuando uno está pagando por un servicio”, se queja.
Agrega que durante años sufrió hasta de ataques de ansiedad por lo incierto de su futuro migratorio. “Me la pasaba llorando. Y es que uno, como muchos inmigrantes, viene de pueblo y del campo, no conoce el sistema ni las leyes estadounidenses. Estamos pagando durante años para que nos estafen y no nos arreglen nada”, se lamenta.
“La mala experiencia que tuve con los paralegales me ha animado a estudiar para ser paralegal. En El Salvador trabajé como asistente de abogados. Pero a mí me gustaría ser una paralegal que trate bien a los inmigrantes y de verdad los ayude”, dice Patricia.
Los Ochoa están felices porque entre la visa U y la residencia, hace tres años nació su hija Ariana en Los Ángeles. “Con todo lo que está pasando con la separación de niños de sus padres, teníamos mucho miedo”, confiesa ella.