“Países mexicanos”: ¿fueron Guatemala, Honduras o El Salvador parte de México en algún momento de la historia?
Hubo un periodo de la historia en el que partes de Centroamérica se unieron a México. Pero esa unión duró poco...
El fin de semana una frase desató la polémica.
“Trump elimina la ayuda estadounidense a 3 países mexicanos”, decía un rótulo en el programa de televisión estadounidense Fox & Friends, el canal más alabado por el presidente Donald Trump.
La cadena se refería a Guatemala, Honduras y El Salvador, y pese a que se disculpó pronto por el error, las críticas se amontaron contra la cadena.
Algunos políticos demócratas consideraron que el comentario era “evidencia del racismo” de este medio contra los centroamericanos e incluso el presidente electo salvadoreño, Nayib Bukele, publicó un comentario en Twitter en relación a lo ocurrido, aunque en tono de humor.
Sobra decir que Guatemala, Honduras y El Salvador no son territorio de México, pero hubo un breve periodo de la historia en que territorios de lo que se conocen hoy como estos países y otros de Centroamérica sí decidieron formar parte de una unidad política liderada por los mexicanos.
Así lo aseguran historiadores de ese país consultados por BBC Mundo de dentro y fuera de la región, que explican que durante el primer imperio mexicano, que nació tras la proclamación de la independencia del imperio español en 1821, “la mayor parte del territorio centroamericano (entonces sin contar a la actual Panamá y Belice) formó parte del imperio mexicano” liderado por Agustín de Iturbide, quien se declaró “emperador” de México.
Ese relato, no obstante, es matizado e incluso rechazado con contundencia por algún historiador de Centroamérica.
Aquí repasamos ese crucial periodo de la historia de la mano de los expertos, poco antes de que se cumplan 200 años de lo ocurrido.
De la época colonial a la independencia
Para entender ese periodo crucial y la relación entre Centroamérica y México, primero hay que viajar unos años atrás: a la llegada de los españoles y la organización que éstos dispusieron de la región.
Los españoles crearon una forma de administración dividida en virreinatos, capitanías generales, provincias, etc., organizadas y manejadas desde España.
“En el caso de Centroamérica, la Corona española estableció un virreinato que tenía como sede México o lo que hoy conocemos como México. En ese entonces, durante todo el periodo colonial (desde 1716 hasta 1821, cuando se da la independencia formal), esta área se llamó virreinato de Nueva España”, explica el historiador Rafael Méndez, del programa de estudios generales de la Universidad Estatal a distancia de Costa Rica.
Dentro de ese virreinato, lo que hoy se conoce como Centroamérica, sin contar a Panamá o Belice, formaba parte de lo que los españoles denominaron capitanía general de Guatemala, con su sede en Guatemala y a ella pertenecían las entonces provincias de Honduras, San Salvador (actual El Salvador), Costa Rica y Nicaragua.
“La relación que tenía Centroamérica con México era una relación de dependencia administrativa, en tanto la capitanía general de Guatemala formaba parte administrativa del virreinato de Nueva España cuyo eje estaba directamente en México, y desde allí, se emitían directrices de distinto tipo”, apunta Méndez.
No obstante, estos territorios también tenían cierto grado de autonomía, por las condiciones de difíciles comunicaciones de la época.
“Durante el periodo colonial, no hay jurisdicciones absolutas como las que entendemos nosotros ahora. Para algunas cosas, el gobierno y la audiencia de Guatemala son completamente independientes del virreinato de México, pero por otro lado, en materia de recursos económicos, dependen del virreinato de Nueva España”, recuerda Alfredo Ávila, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En ese escenario administrativo es en el que se produce la independencia de México en 1821, tras una década de lucha contra los españoles, y la mencionada adhesión de las llamadas provincias centroamericanas al primer imperio mexicano declarado por Iturbide.
“Justo en los momentos previos a la consumación de la independencia, a mediados de 1821, se manifiesta la idea por parte de Agustín de Iturbide y del ejército Trigarante, de que convenía que las provincias del entonces reino de Guatemala se unieran al imperio mexicano”, explica Mario Vázquez, autor del libro “El Imperio Mexicano y el Reino de Guatemala. Proyecto político y campaña militar, 1821-1823”, una de las más recientes investigaciones sobre este periodo de la historia.
Vázquez recuerda cómo Iturbide comenzó enviando cartas a las distintas provincias a modo de “exhortación” para que se unieran al imperio en un tono amistoso y a un mes de que se declarara formalmente la independencia.
La unión y la anexión
La respuesta, recuerda el historiador, fue variada en Centroamérica, pero en su mayoría llevó a una unión de mutuo acuerdo.
Al principio, explica, se hicieron acuerdos bilaterales entre autoridades de algunas provincias y el gobierno mexicano, como con Chiapas (un territorio que pertenecía a la capitanía general de Guatemala por entonces), Honduras o Nicaragua.
La autoridad de la capitanía general de Guatemala protagonizó un impasse por las dudas que tuvo al principio pero acabó uniéndose al imperio posteriormente. Incluso llegó a organizar una consulta para preguntar a los ayuntamientos sobre el asunto, que resultó favorable a la unión de México, señala Vázquez.
“No fue una (adhesión) unánime, pero oficial lo fue, en tanto en cuanto quienes gobernaban en estas provincias (centroamericanas) se adhirieron al plan de independencia mexicano y enviaron diputados al congreso constituyente mexicano, (quienes) estuvieron presentes en las deliberaciones”, destaca Alfredo Ávila, de la UNAM.
En un momento de incertidumbre, unirse al imperio mexicano se presenta para algunos como una opción “para no sucumbir”.
“Hay que pensar un poco qué significaba independizarse de la monarquía (española). Era quedar abandonado, fuera de un régimen que había funcionado, por supuesto, con control y explotación, pero también de forma paternalista”, considera Ivana Frasquet, profesora de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Valencia, quien también estudió este proceso de independencias en Centroamérica.
“El imperio (mexicano) parecía destinado a ser una gran potencia en América. A ellos (las provincias) les resultaba conveniente”, comenta por su parte el historiador de la UNAM.
El poder que había adquirido la capitanía de Guatemala en la época colonial y sus diferencias con ésta también motivó que algunos territorios se inclinaran por México y “desconocieran” al poder guatemalteco (pese a que éste acabaría también declarando su unión al imperio mexicano).
Es parte de las razón por la que se levantó en armas San Salvador, una de las provincias que se opusieron desde el principio a la adhesión al imperio mexicano.
La historiadora Xiomara Avendaño, docente en la Universidad de El Salvador, señala que los motivos de la respuesta de San Salvador provienen de la relación que tenía con la capitanía general de Guatemala.
Avendaño pone como ejemplo los documentos de la época a los que tuvo acceso, en el periodo de investigación para su libro recientemente publicado “El trienio constitucional. Moderación, innovación y autonomía en el Reino de Guatemala, 1820-1823”, en los que los salvadoreños declaran su repulsión “al monopolio comercial guatemalteco”.
Sus acciones, pues, provienen “de un malestar grande con la ciudad de Guatemala con los comerciantes y políticos guatemaltecos”, incide.
En este caso, el imperio mexicano acabó anexionando el territorio por la fuerza. Primero llegaron las tropas guatemaltecas y, posteriormente, las de Iturbide.
Otra visión
No obstante, hay algunos historiadores que rechazan la afirmación de que provincias centroamericanas de la época se unieran oficialmente al imperio mexicano.
“Existieron iniciativas, aisladas, individuales, que veían en la posibilidad de Iturbide un imperio fuerte para tratar de recuperar la presencia que había tenido el virreinato de Nueva España, pero esos asuntos fueron de segundo orden, no tuvo trascendencia oficial, no se materializó ninguna propuesta concreta de manera oficial por parte de la capitanía (de Guatemala) y de sus provincias”, asegura Rafael Méndez, de la Universidad a distancia de Costa Rica.
El catedrático considera en conversación con BBC Mundo que esa voluntad de sumarse al imperio provino de la actitud conservadora de algunos sectores en el poder, tras recibir las noticias de la independencia desde México y el resquebrajamiento del imperio español.
“Los sectores más conservadores aliados a la Corona española, que estaban de acuerdo en que se mantuviera la fidelidad al rey, fueron los sectores que propulsaron la idea de que era mejor conservar la condición que teníamos, o bien, aceptando la independencia, mejor dejar el portillo abierto, la posibilidad de que nos adscribiéramos a otro imperio. Pero esa idea fue menor, no fue la que prevaleció…”, asegura.
“Lo que oficialmente existió fue el proceso emancipador centroamericano por medio de las nuevas constituciones centroamericanas”, concluye.
Caída del imperio
En cualquier caso, el primer imperio de México en manos de Iturbide no duró mucho: el hombre que consumó la independencia de México acabó dos años más tarde, en marzo de 1823, abdicando y exiliándose a Europa.
A su regreso a México, fue fusilado.
El imperio “fracasa fundamentalmente por un tema financiero: estoy seguro de que el día que Agustín de Iturbide abdicó fue a ver las arcas del imperio y estaban vacías. No tenían capacidad de cobrar impuestos, Iturbide tuvo que secuestrar los bienes de algunos comerciantes españoles para poder financiarse algunos meses”, recuerda Alfredo Ávila, de la UNAM.
¿Qué ocurre entonces con Centroamérica?
“Hay un desconcierto, se reavivan las discusiones, sobre si les conviene o no formar parte de México… (…) Se convoca entonces un congreso en la ciudad de Guatemala en el que se declara formalmente lo que se conoce como la independencia absoluta de Centroamérica: ratifica la independencia con España y en relación a México”, subraya el especialista Mario Vázquez.
La caída de Iturbide lleva a la unificación de la región en lo que se bautizaría como la federación centroamericana, una unidad política que funcionó aproximadamente entre 1823 y 1838.
Eso sí, sin Chiapas, pues este territorio decidió permanecer dentro de México… y hasta el día de hoy.
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