El hongo de más de 2,000 años que pesa más que tres ballenas juntas

Se cree que el 90% de las especies de hongos aún son desconocidas. Y muchos de sus usos apenas se están desarrollando. Te contamos algunos de los más revolucionarios

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Crédito: Getty Images

Debajo de los pies de Jim Anderson hay un monstruo que está vivo desde hace más de 2.000 años y que pesa más que tres ballenas azules juntas.

Tiene un apetito voraz, y se abre camino a través de enormes extensiones de bosque. Pero no se trata de una bestia de la mitología griega, sino de un hongo.

Anderson viajó hasta un bosque de Crystal Falls, en Michigan, para encontrar a un organismo que vive bajo el suelo y que él y sus colegas descubrieron hace casi 30 años.

Se trata del Armillaria gallica, un tipo de hongo de miel.

Estos hongos comunes se encuentran en los bosques templados de Asia, América del Norte y Europa, y por lo general crecen sobre madera muerta o moribunda, contribuyendo a acelerar la descomposición.

A menudo su único signo visible son unos cuerpos escamosos de un marrón amarillento que llegan a los 10 cm de altura.

Y cuando Anderson y sus colegas visitaron el bosque a finales de los años 80, descubrieron que lo que en un principio parecía una rica comunidad de Armillaria gallica era, en realidad, un único espécimen gigante.

Estimaron que cubría un área de aproximadamente 36 hectáreas, pesaba 100 toneladas y tenía al menos 1.500 años de edad.

En ese momento el hongo estableció un récord como el organismo más grande del planeta, que ahora ostenta uno similar de un bosque de Oregón, en EE.UU.

“Por aquel entonces provocó mucho revuelo”, explica Anderson.

“Nuestro informe se publicó el Día de los Inocentes, así que todo el mundo pensó que era una broma. Luego, en 2015, decidimos volver y demostrar nuestra predicción de que se trataba de un organismo único”, recuerda.

Acabaron regresando al sitio varias veces para tomar muestras en puntos distantes alrededor del bosque y luego analizar el ADN que obtuvieron en un secuenciador de su laboratorio en la Universidad de Toronto, en Canadá.

Las nuevas muestras revelaron que el Armillaria gallica no solo era un único espécimen sino que era cuatro veces más grande y 1.000 años más antiguo de lo que habían predicho.

Entero pesaba alrededor de 400 toneladas.

Un descubrimiento asombroso

Pero el estudio arrojó luz sobre algo aún más sorprendente que podría ayudar a los humanos en la lucha contra uno de los peores enemigos de la medicina moderna: el cáncer.

Parece que el hongo tiene una tasa de mutación extremadamente baja, lo que significa que evita alteraciones potencialmente dañinas a su código genético.

A medida que los organismos crecen, sus células se dividen en dos para producir nuevas células hijas.

Con el tiempo, el ADN de las células puede dañarse y provocar errores, conocidos como mutaciones, que se introducen en el código genético.

Se cree que este es uno de los mecanismos clave que causa el envejecimiento.

Pero parece que el Armillaria gallica de Crystal Falls podría tener alguna resistencia inherente a estos daños en el ADN, lo que le da uno de los genomas más estables del mundo natural.

Si bien Anderson y su equipo aún tienen que desentrañar exactamente de qué se trata, la notable estabilidad del genoma del Armillaria gallica podría ofrecer nuevas posibilidades a la salud de las personas.

En algunos tipos de cáncer, las mutaciones pueden provocar disturbios en las células, ya que los mecanismos normales que verifican y reparan el ADN se descomponen.

“El Armillaria gallica podría proporcionar un contrapunto a la inestabilidad del cáncer“, afirma Anderson.

Y añade: “Se podrían seleccionar los cambios evolutivos que han permitido que el hongo sea así y compararlos con las células cancerosas”.

Esto no solo podría permitir a los científicos aprender más sobre lo que funciona mal en las células cancerosas sino que también podría proporcionar nuevas formas potenciales de tratar el cáncer.

Un mundo por conocer

Los hongos son unos de los organismos más comunes en nuestro planeta.

Actualmente, más del 90% de los 3,8 millones de hongos que se estima que hay en el mundo son desconocidos para la ciencia.

Solo en 2017 los científicos describieron 2.189 nuevas especies de hongos.

Según un informe del Royal Botanic Gardens Kew de Londres, en Reino Unido, los hongos ya se usan de cientos de maneras diferentes, desde hacer papel hasta ayudar a limpiar la ropa sucia.

Además, alrededor del 15% de todas las vacunas y medicamentos que se producen biológicamente provienen de hongos.

Quizás el más conocido es la penicilina, que se descubrió en un tipo común de moho doméstico que suele formarse en el pan viejo.

Actualmente muchos antibióticos están producidos por hongos.

Pero algunos investigadores creen que apenas estamos en la superficie de lo que los hongos pueden ofrecernos.

“Ya se considera que algunos hongos podrían actuar contra las enfermedades virales”, dice Riikka Linnakoski, patóloga forestal del Instituto de Recursos Naturales de Finlandia.

Los compuestos producidos por los hongos pueden destruir virus que causan enfermedades como la gripe, la poliomielitis, las paperas, el sarampión y la fiebre glandular.

También se conocen numerosos hongos que producen compuestos que podrían tratar enfermedades que actualmente no tienen cura, como el VIH y el virus Zika.

Sin embargo, aunque se hizo mucha investigación sobre los hongos como fuente de antibióticos que actúan contra las bacterias, no se aprobó todavía ningún medicamento antiviral derivado de los hongos.

Linnakoski atribuye esta aparente omisión por parte de la comunidad científica a la dificultad de recolectar y cultivar muchos hongos del entorno natural y la histórica falta de comunicación entre los micólogos y la comunidad de virología.

Pero el investigador cree que solo es cuestión de tiempo antes de que un medicamento antiviral a base de hongos llegue a las clínicas.

Y, más allá de la salud, los hongos tienen otros usos que pueden ayudar a tratar otros problemas.

Un solución contra la contaminación

Un hongo que se encontró en un vertedero en las afueras de Islamabad, en Pakistán, podría ofrecer una solución a los alarmantes niveles de contaminación por plástico que ahoga a nuestros océanos.

Fariha Hasan, microbióloga de la Universidad Quaid-I-Azam de Islamabad, descubrió que los hongos Aspergillus tubingensis pueden descomponer rápidamente el plástico de poliuretano.

También la microspora Pestalotiopsis podría aprovecharse para hacer frente a nuestro creciente problema de desechos.

Por lo que parece, los hongos tienen predilección por la contaminación.

Se han descubierto especies que pueden limpiar petróleo, degradar metales pesados dañinos, consumir pesticidas e incluso ayudar a rehabilitar sitios radioactivos.

Además, incluso podrían ayudar a evitar la necesidad de usar algunos plásticos.

Una alternativa a los plásticos…

Varios equipos de todo el mundo intentan explotar una característica clave de los hongos -las redes de micelio que producen- para crear materiales que puedan reemplazar los envases de plástico.

A medida que los hongos crecen, estos hilos de micelio se ramifican hacia afuera, para sondear en rincones y grietas en el suelo, uniéndose entre sí. Son el pegamento de la naturaleza.

En 2010, Ecovative Design comenzó a explorar cómo podían usarlo para unir desechos de productos naturales como cáscaras de arroz o astillas de madera para encontrar una alternativa a los envases de poliestireno.

Su trabajo inicial se convirtió en MycoComposite, que utiliza restos de plantas de cáñamo como material base.

El embalaje resultante, de hongos, es biodegradable y ya lo utilizan empresas como Dell para sus computadoras.

La compañía también ha desarrollado una forma de hacer crecer el micelio en espumas que se pueden usar como aislantes y en telas que imitan el cuero.

El proceso se consigue en días en lugar de los años que hacen falta para obtener piel animal.

… y a los materiales de construcción

Stella McCartney es una de los diseñadores que quieren usar esta piel de hongos. Y la diseñadora de zapatos Liz Ciokajlo también usó recientemente micelio para una de sus creaciones.

Athanassia Athanassiou, una científica experta en materiales del Instituto Italiano de Tecnología de Génova, ha estado utilizando hongos para desarrollar nuevos tipos de vendajes para tratar heridas crónicas.

Pero también descubrió que cuanto más dura es la sustancia que los hongos tienen que digerir, más rígido es el material de micelio resultante.

Esto plantea la posibilidad de utilizar hongos para propósitos más contundentes.

MycoWorks, con sede en California, ha estado desarrollando formas de convertir los hongos en materiales de construcción. De hecho, lograron crear ladrillos ignífugos y más resistentes que los convencionales fusionando madera con el micelio.

Tien Huynh, biotecnóloga del Royal Melbourne Institute of Technology de Australia, lidera un proyecto para crear ladrillos fúngicos similares combinando el micelio con cáscaras de arroz y cristal desechado y triturado.

Asegura que no solo proporcionan un material de construcción barato y ecológico sino que también ayudan a resolver otro problema existente en muchas casas en Australia y en todo el mundo: las termitas, que no encuentran el material tan apetecible.

“En nuestra investigación, también utilizamos los hongos para producir enzimas y nuevas bioestructuras para diferentes propiedades, incluida la absorción de sonido, la fuerza y la flexibilidad”, explica Huynh.

“Las posibilidades del micelio son infinitas”, dice Gitartha Kalita, bioingeniera en la Escuela de Ingeniería de Assam y en la Universidad de Assam Don Bosco en Guwahati, India.

“Todo lo que ahora llamamos desechos agrícolas es en realidad un recurso increíble en el que los hongos pueden crecer. Nuestros desechos pueden convertirse en algo realmente valioso”, destaca.


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