Las restricciones migratorias perjudicarían la atención sanitaria y los cuidados
Los trabajos de atención directa son exigentes y mal pagados, por lo que muchas personas nacidas en EEUU no los quieran ocupar, alerta investigadora
Estados Unidos depende del trabajo de los inmigrantes para muchos de sus servicios de salud, y en especial para la atención de ancianos y discapacitados, según un estudio que cifra en tres millones los migrantes vinculados a este sector.
La investigación, que analizó los datos de 2017 recopilados por la Encuesta de Población Actual (CPS) de 2018 elaborada por la Oficina del Censo, evidenció que más de un millón de trabajadores dedicados a la atención de salud a largo plazo son inmigrantes, explicó a Efe Leah Zallman, profesora asistente de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard.
“Este estudio realmente muestra que EEUU depende de los inmigrantes como trabajadores de la salud y, especialmente, para el cuidado diario de ancianos y discapacitados”, afirmó la experta.
Zallman indicó que los inmigrantes representaban en 2017 el 18.2 % de todos los trabajadores de la salud en el país, y que de ese total un 30,9 % eran hispanos, porcentaje que se elevaba a 32.6 % para el caso de los dedicados a los cuidados de salud prolongados.
Los inmigrantes superan la participación de la población estadounidense en estas actividades que, según el estudio, es del 15,5 %.
“Estábamos realmente interesados en la atención diaria que brindan los inmigrantes y encontramos que el 27.5 % de todos los trabajadores de atención directa son inmigrantes“, agregó la también directora de investigación del Instituto para la Salud Comunitaria del Cambridge Health Alliance.
“Estos trabajadores -complementó- ayudan a las personas mayores y discapacitadas con funciones críticas como la alimentación, el baño, el vestirse y la administración de la medicación”.
El estudio, difundido inicialmente por la publicación Health Affairs bajo el título “El cuidado de los ancianos y personas discapacitadas de Estados Unidos depende del trabajo de los inmigrantes”, puntualiza que los trabajadores sanitarios inmigrantes “son, en promedio, más educados” que los nacidos en el país.
Y advierte que estas personas a menudo “trabajan en niveles profesionales más bajos” debido a la falta de certificación o licencia.
Además, refiere que “trabajan turnos no tradicionales que son difíciles de ocupar (como noches y fines de semana)”, al tiempo que aportan una “diversidad lingüística y cultural para atender las necesidades de pacientes de diversos orígenes étnicos”.
La investigación prevé asimismo que la escasez de personal sanitario en las próximas décadas aumentará “a medida que la población de ancianos en los Estados Unidos crece”.
En tal sentido, cita estadísticas del Instituto de Medicina, según las cuales se necesitarán “3,5 millones de trabajadores de salud adicionales para 2030”.
Consultada sobre las políticas que apuntan a disminuir la migración, Zallman dijo a Efe que también “reducirán la cantidad de personas disponibles para trabajar en la atención médica”.
“Los trabajos de atención directa son exigentes y mal pagados, por lo que muchas personas nacidas en EEUU no los quieran ocupar. Por lo tanto, es probable que las políticas que restringen la inmigración dejen a muchas personas mayores y discapacitadas sin cuidado”, alertó.
El pasado 2 de agosto, el presidente, Donald Trump, respaldó un proyecto de ley que reduciría a la mitad la entrada de inmigrantes legales permanentes a lo largo de la próxima década.
Bajo la propuesta de ley republicana, los permisos de residencia permanente (“green cards”), comenzarían a otorgarse mediante un sistema “más “competitivo”, basado en puntos según la cualificación del solicitante, afirmó entonces Trump.
Además, el proyecto limitaría la capacidad de los nuevos ciudadanos y residentes permanentes para patrocinar a otros miembros de su familia con el fin de que puedan emigrar también, y eliminaría la “lotería para la diversidad”, que asigna hasta 50.000 visados al año.