Economía: La lucha por impuestos
Un refrán común dice que los impuestos, como la muerte, son inevitables. No obstante, es fácil para una corporación escaparse del Tío Sam y mucho más difícil para un individuo. Pero si el individuo es rico, tiene muchas ventajas.
“La manera más fácil para los ricos de reducir sus responsabilidades fiscales es reclasificando su renta de ingresos percibidos por trabajo o salario a ingresos percibidos por intereses o plusvalía”, dice Andrew Fieldhouse, del Instituto de Política Económica en Washington.
Las reformas fiscales redujeron las tasas que rigen los dividendos y la plusvalía de la riqueza a niveles muy favorables de 15%, comparados al nivel tope de 35% que se impone al ingreso por trabajo.
Es precisamente por eso que los ricos y las grandes corporaciones pagan menos en impuestos que un ciudadano común y corriente.
No solo los ricos y corporaciones tienen el beneficio de este trato preferencial sino que a través de procesos complejos de contabilidad y reclasificación de sus ingresos, pueden terminar pagando cero impuestos al gobierno federal por sus ganancias, indica Fieldhouse
Una segunda preferencia para los adinerados está en la llamada “exclusión de intereses de bonos municipales”. Los gobiernos estatales y locales financian sus proyectos públicos mediante la emisión de bonos cuyos intereses el gobierno federal permite que no se graven.
Eso ayuda a los estados y municipios pues reduce el costo del crédito y sirve de incentivo para que los inversionistas compren los bonos pero, al fin de cuentas, los verdaderos beneficiados son los ricos, que no tienen que pagar un centavo de impuestos por sus ganancias
Los ahorros fiscales son más exorbitantes cuando se trata de compañías. Los impuestos para las grandes corporaciones existen, pero también una “plétora de créditos que se tejieron dentro de las reformas del código”, así como innumerables fisuras en la ley que pueden usar.
Es por eso que las grandes corporaciones tiene muchas divisiones de contabilidad en las cuales invierten dinero para buscar esas fisuras y jugar con el factor tiempo de cuándo mueven capital y cuándo lo declaran.
La organización Ciudadanos por la Justicia Impositiva reveló que 78 de las 280 principales grandes empresas en Estados Unidos no pagaron impuesto alguno durante por lo menos un año, entre 2008 y 2010.
General Electric, por ejemplo, una empresa que registró más de mil millones en ganancias, registró una tasa de impuestos negativa en 2010. Eso quiere decir que el gobierno terminó debiéndoles dinero.
Muchas de estas empresas son multinacionales y el gobierno no les exige la repatriación automática de capitales en el exterior. Las compañías lo hacen de forma voluntaria y, cuando eso sucede, se gravan los capitales.
Sin embargo, las corporaciones tienden a “parquear” esos dineros en el exterior esperando amnistías o asuetos impositivos, como sucedió una vez bajo el presidente George Bush, padre, que redujo el gravamen de 35% a 5.25%.
No se sabe aún si el gobierno declarará otro asueto impositivo para los capitales en el exterior. Mucha de la política fiscal en Estados Unidos no es permanente, son códigos que se cambian anualmente y es por eso que las corporaciones están activas presionando al Congreso por sus intereses.
El creciente clamor público para que se suba los impuestos a los ricos tiene a los ideólogos conservadores cada vez más preocupados. Y con razón. Los datos no están de su parte
Según un análisis de datos del Servicio de Impuestos sobre la Renta hecho por los economistas Thomas Piketty y Emmanuel Sáez, dos tercios de los beneficios de los ingresos totales de la nación fluyeron hacia el 1% de mayores ingresos de los hogares norteamericanos. Es más, desde 1979, el ingreso promedio después de deducir impuestos de ese 1%o ha aumentado casi en 400%. Mientras tanto, los norteamericanos de clase media tuvieron un aumento de solo 40%.
Y ese 1% por lo general paga solamente entre 15% y 18% en impuestos -mientras que las familias de clase media pagan un promedio de 25%.
Llegó la hora de que los que más tienen empiecen a repartir, pagando sus impuestos.
El tema juega un papel en el debate nacional sobre riqueza y justicia que podría ser crítico para la reelección o derrota de Obama. El presidente hizo de la idea de una sociedad más justa una pieza central de su discurso sobre el Estado de la Unión, donde los ricos hagan más para ayudar a la clase media.
“Es hora de aplicar las mismas reglas a los de arriba que a los de abajo: ni planes de rescate, ni dádivas, ni escapatorias. Un Estados Unidos que vaya a durar insiste en que cada uno asuma sus responsabilidades”, destacó Obama