Final apoteósicoCrítica de cine: The Dark Knight Rises solo puede calificarse de apoteósica
Crítica de cine: The Dark Knight Rises combina épica, dramatismo y melancolía de forma sutil y extraordinaria
La mejor palabra posible para describir The Dark Knight Rises que se estrena esta medianoche en todo el mundo es épica.
Todo en esta conclusión de la aclamada trilogía de Batman confluye de forma casi perfecta: personajes, historias, propósitos, resultados.
Batman Begins, que dio inicio a todo en las manos más idóneas, las de Christopher Nolan (Memento, Inception), fue un buen comienzo, quizás afectado de una indecisión narrativa y, en ocasiones, visual, que lastró algo su devenir.
The Dark Knight es, sin lugar a dudas, la obra cumbre de las tres, una auténtica revolución estilista y expositiva que creó un nuevo lenguaje en el género del cine de de acción y de superhéroes.
The Dark Knight Rises clasificada PG-13 no alcanza el nivel de maestría de la segunda entrega, pero a pesar de sus defectos, que los tiene, sabe como lograr que el espectador deje estos de lados para sumergirlo en una leyenda donde lo mastodóntico se cruza con lo íntimo, donde lo explosivo se suma a lo personal.
En el filme, Nolan y su hermano Jonathan, guionistas, encuentran una mera excusa argumental muy “jamesbondiana”: al fin y al cabo el libreto gira en torno a una bomba que va a explotar en Gotham para ir mucho más allá en la descripción de los personajes y sus intenciones.
Sin contar demasiado, porque es mejor ver la cinta sin conocimiento de su historia y numerosas sorpresas, así como cameos, en The Dark Knight Rises Bruce Wayne (Christian Bale) se ha retirado cual Howard Hughes en su mansión, acompañado solo por su fiel sirviente Alfred (extraordinario Michael Caine), y dejando atrás la estela del ahora defenestrado Batman.
Pero a pesar de lo que dicen los políticos y representantes locales, Gotham no vive exactamente una época de paz, tal y como sospecha Jim Gordon (entrañable Gary Oldman), su capitán de policía.
La amenazante presencia del misterioso Bane (Tom Hardy) amenaza con crear el caos.
En medio de todo ello, una crisis moral, económica y social de la que trata de sacar provecho la sibilina Selina Kyle (impecable Anne Hathaway).
No cabe la menor duda que los hermanos Nolan piden mucho a la audiencia, a veces hasta demasiado: hay un par o tres de ocasiones en las que exigen que esta deje de lado lógica y sentido común cuando, desde el principio, los dos insisten en hacer creer que se está ante un relato asentado en el realismo, dentro de lo que cabe en todo filme con un superhéroe de por medio.
Pero la ventaja con la que cuentan es, por supuesto, la seguridad y maestría de Christopher Nolan tras la cámara (en ocasiones en Imax: es recomendable verla en tal formato, dada su espectacularidad), rodeado de sus más fieles colaboradores: el cinematógrafo Wally Pfister (que saca un provecho fascinante de los panoramas metropolitanos de Pittsburgh, Nueva York y Los Ángeles), los diseñadores de producción Nathan Crowley y Kevin Kavanaugh (que crean un mundo post-once de septiembre tan singular como amenazante), el editor Lee Smith (que logra un balance perfecto entre la acción y el drama) y, por supuesto, el compositor Hans Zimmer (capaz de despertar todo tipo de emociones con un par de notas que recuerdan el tema principal de la saga, sin nunca repetirse).
The Dark Knight Rises no tiene nada que ver con las fantasías de The Avengers o The Amazing Spider-Man. Está en otra liga, en otro nivel: un mundo sofisticado, melodramático, traumático, al que el espectador no tiene otra opción que rendirse, ya sea por admiración (lo que me sucedió a mí) o por apabullamiento (lo que les pasa a sus detractores).
Lo dicho, épica y magistral.