Violencia policial en EE.UU.: las ideas de un sobreviviente del Holocausto que pueden ayudar a reducir el uso de fuerza excesiva de la policía
Varios departamentos policiales han comenzado a emplear un programa de entrenamiento para acabar con la violencia desmedida dentro de sus fuerzas. Los primeros resultados han sido muy positivos.
Un programa de entrenamiento diseñado para desalentar el mal comportamiento de la policía está siendo adoptado en Estados Unidos, después de meses de protestas por el uso excesivo de la fuerza por parte de los agentes policiales. Un sobreviviente del Holocausto cree que esta capacitación puede cambiar la cultura policial en el país.
En el apogeo de la Segunda Guerra Mundial, las acciones de dos personas dejaron una marca indeleble en la vida de Ervin Staub.
Nacido en Hungría en el seno de una familia judía, Staub tenía seis años cuando las tropas nazis alemanas ocuparon su país en 1944.
Durante la ocupación, cientos de miles de judíos húngaros fueron deportados a campos de exterminio.
Pero dos intervenciones decisivas permitieron que Staub y su familia no corrieran la misma suerte.
Una mujer llamada una mujer llamada María Gogan escondió a Staub y a su hermana de un año en medio de una familia cristiana.
“Ella nos cuidaba”, le dice Staub a la BBC. “Yo estaba con ella y mi hermana cuando los tanques alemanes entraron en Budapest”.
Durante un tiempo, Staub y su hermana fingieron ser parientes del campo que habían ido a visitar a Gogan.
Más tarde, cuando la madre de Staub obtuvo documentos de identidad para proteger a su familia firmados por el diplomático sueco Raoul Wallenberg, la familia se mudó a un lugar cercano más seguro.
Para Staub, Gogan era como una segunda madre.
La mujer se mudó con ellos, y arriesgando su vida yendo a buscar comida para la familia judía. También le entregó una carta de protección al padre de Staub a través de los alambres de púa de un campo de concentración.
Gracias a estos actos de bondad, Staub y su familia sobrevivieron para presenciar el fin de la tiranía nazi en Hungría.
Después de sobrevivir la guerra, y tras una década de comunismo en Hungría, Staub huyó a Estados Unidos, donde estudió psicología de la violencia, genocidio y moralidad.
Staub obtuvo un doctorado en el tema en la Universidad de Stanford y se convirtió en profesor en Harvard, antes de aplicar sus teorías sobre la prevención de daños en la práctica.
Espectador activo
Para un proyecto en Ruanda, por ejemplo, trató de promover la reconciliación después del genocidio de 1994, un episodio en el que en el lapso de solo cien días, 800.000 personas de la minoría tutsi y opositores políticos fueron masacradas por extremistas de la etnia hutu.
Apropiadamente, el libro más reciente de Staub se titula “Las raíces de la bondad y la resistencia al mal”.
Hoy en día, Staub no se dedica a curar las heridas del genocidio, sino a combatir el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía estadounidense.
Para acabar con este tipo de violencia, Staub tuvo una idea sencilla que se basa en el papel activo de los espectadores, como lo que ocurrió con María Gogan y el diplomático sueco que le salvaron la vida.
“Ellos fueron espectadores activos y heroicos, que se pusieron en peligro”, dice Staub. “Tuvieron una gran influencia en mi motivación para estudiar lo que lleva a una persona a ayudar a los demás”.
A sus 82 años, Staub está viendo como sus ideas han vuelto a cobrar importancia.
Su concepto de espectador activo fue retomado en 2020, cuando la violencia policial y la injusticia racial volvieron a ser tema de debate en EE.UU. tras la muerte de George Floyd y otros afroestadounidenses.
De este debate surgió la necesidad de hacer una reforma policial.
Y, en la actualidad, más de 30 departamentos policiales de todo el país están implementando un programa de capacitación basado en las ideas de Staub.
Entrenamiento ético
Hacía tiempo que él se había retirado de su puesto de profesor en la Universidad de Massachusetts, donde creó un curso de doctorado en psicología de la violencia.
Estaba pensando en retirarse definitivamente este año, pero la demanda por su entrenamiento lo dejó en el centro del movimiento por la reforma policial, en medio de una pandemia.
Con una curiosidad juvenil que desafía su edad, Staub se familiarizó con la tecnología y acontecimientos de 2020, desde las videoconferencias sobre Zoom hasta las demandas de las protestas del movimiento Black Lives Matter.
Si bien los tiempos han cambiado, para Staub, los principios del entrenamiento ético de la policía parecen estar en su apogeo.
“Algunas personas quieren quitarle financiación a los departamentos policiales”, dice Staub. “Necesitamos a la policía, pero también necesitamos una transformación en los departamentos policiales”.
La verdadera lealtad
La capacitación, llamada La Vigilancia Ética es Valiente (EPIC, por sus siglas en inglés), alienta a los agentes de policía a intervenir si ven mala conducta entre sus colegas.
Fue adoptado por primera vez en 2014 por la policía de la ciudad de Nueva Orleans.
El punto clave es que enfatiza la responsabilidad no del perpetrador, sino del espectador.
A cada policía se le recuerda su deber de actuar cuando presencia un comportamiento indebido, desafiando la práctica del silencio que es común en estos casos.
Esto pone en entredicho la forma en la que los oficiales de policía entienden tradicionalmente la lealtad a sus pares.
“La lealtad no es decir ‘hiciste algo mal, (así que) voy a protegerte'”, le dice a la BBC Lisa Kurtz, gerente de innovación del Departamento de Policía de Nueva Orleans.
“La lealtad es decir ‘estás a punto de hacer algo equivocado y voy a impedirlo”.
Ernest Luster, un oficial de policía veterano de la corporación, dice que esta capacitación ha cambiado por completo la dinámica de la policía en la ciudad.
“Con la policía, siempre existió la percepción de ‘nosotros contra ellos, o ellos contra nosotros'”, dice Luster, un sargento con más de 20 años de experiencia.
“Ahora, estamos trabajando juntos por una comunidad segura”.
Intervención a tiempo
Luster suele comenzar su turno con una reunión de equipo. Les recuerda a sus colegas que deben proteger a la comunidad de los delincuentes y de cada ellos.
Los agentes de policía pueden usar prendedores de EPIC en sus solapas para indicar que aceptarían una intervención.
Al fin de cuentas, el sargento quiere que el público vea a la policía como heroína, no como el villano. En ese sentido, compara al espectador activo con Superman, “uno de mis héroes favoritos”.
Saber cómo y cuándo intervenir es una lección que todos los agentes de policía de la corporación aprenden en la formación EPIC. Una lección que todos, incluso él mismo, debe aprender.
“Puedes tener 50 años de experiencia en este negocio, pero sigues siendo un ser humano“, dice Luster. “Todavía eres vulnerable a que alguna gente te saque de quicio”.
Luster recuerda un episodio en el que él mismo tuvo dificultades para controlar sus emociones. Un día, casi golpea a un hombre que ya estaba esposado y que se había resistido a ser arrestado por entrar ilegalmente a una propiedad privada.
“En ese momento, un policía novato pasó a mi lado, me puso las manos en el pecho y de inmediato pensé en EPIC y paré. Si él no hubiese intervenido, habría perdido mi empleo por uso excesivo de fuerza”.
Resultados positivos
En la misma línea, en 2019, un informe de un organismo independiente de supervisión policial observó una caída representativa en el número de “incidentes críticos” relacionados con el uso de la fuerza por parte de la policía de Nueva Orleans.
Estos incidentes se redujeron de 22 en 2012 a cinco en 2018. Ese año, dice el informe, la policía de la ciudad no disparó contra civiles, ni hirió ni mató a ningún ciudadano.
También ha aumentado la aprobación del trabajo policial. Una encuesta de 2019 encontró que el 54% de los residentes de Nueva Orleans estaban satisfechos con el desempeño general de la corporación, frente al 21% en 2009.
En la década de 2000, era común que los agentes de policía de la corporación fueran arrestados y condenados por delitos de todo tipo, le explica a la BBC Mary Howell, abogada de derechos civiles de la ciudad.
Uno de los casos más memorables, recuerda Howell, se produjo después de la devastación que dejó el huracán Katrina en 2005.
Ese año, la policía local disparó a seis personas en un puente de la ciudad y mató a dos de ellas. Todas las víctimas eran afroestadounidenses, ninguna estaba armada ni había cometido delitos.
Once policías admitieron su culpabilidad en los cargos relacionados con los disparos y los intentos por encubrir estos incidentes.
Este tipo de violencia, dice, generalmente ocurre en ciclos.
“Vemos los mismos patrones en la violencia doméstica”, dice. “Hay un episodio terrible, luego (el atacante) trae bombones y flores y se disculpa. Y luego todo vuelve a suceder”.
En el apogeo de la violencia en 2012, la corporación de Nueva Orleans fue puesta bajo supervisión federal y sus prácticas fueron controladas.
El uso de la fuerza, las detenciones y los arrestos fueron evaluados para restablecer la confianza y mejorar la seguridad pública. Un componente clave de estos cambios fue la incorporación de un nuevo régimen de capacitación.
Fue entonces cuando Howell y Staub entraron en escena. Ella conocía su trabajo de los año 1990, cuando leyó un artículo sobre el programa de capacitación que Staub había diseñado para la policía de California.
Howell pensó que el concepto de vigilancia ética podría funcionar en Nueva Orleans.
La policía se hizo cargo de la idea y desarrolló la formación. EPIC es el producto final de eso.
Entrenamiento
Jonathan Aronie fue uno de los primeros abogados asignados para monitorear el progreso del proyecto y dijo que estaba impresionado con la idea de enfocarse en el comportamiento de toda la corporación policial, “no solo un pequeño número de delincuentes (dentro del cuerpo)”.
“Es un programa para la mayoría de las personas en el mundo -y para los departamentos de policía- que quieren hacer lo correcto”, dice Aronie. “Quieren evitar hacer daño, solo necesitan la habilidad para hacerlo”.
Una nueva iniciativa nacional, lanzada en EE.UU. tras la muerte de George Floyd, intenta dotar a los agentes de policía de esta capacidad.
El proyecto Active Bystandership for Law Enforcement (ABLE) tiene como objetivo brindar apoyo a los departamentos de policía de todo el país para que desarrollen su propio tipo entrenamiento para hacer intervenciones.
Basado en los principios de EPIC, ABLE ofrece capacitación y asistencia técnica gratuitas.
El proyecto recibió una financiación inicial de US$400.000 mil y está liderado por la Universidad de Georgetown y un estudio de abogados.
“Después de la muerte de George Floyd, recibimos alrededor de 100 llamadas de departamentos de policía que querían hacer la capacitación EPIC”, dice Aronie, quien es asesor de ABLE.
Para octubre, 34 departamentos de policía, en ciudades como Boston, Denver y Filadelfia, se estaban preparando para comenzar la capacitación ABLE.
Cambio de cultura
La formación por sí sola no es una panacea para resolver los problemas vinculados a la actuación policial. Para Aronie, etiene que ser parte de una cultura de transformación más amplia en la policía, que va más allá de la “publicidad con el programa”.
Aún así, las ideas de Staub se están convirtiendo en la base de esta transformación.
EPIC “podría haber cambiado toda la dinámica” de las circunstancias que llevaron a la muerte de George Floyd, sostiene Staub.
Si hubieran sido entrenados, los tres policías que presenciaron el episodio “se habrían sentido empoderados” para intervenir.
Ellos al igual que María Gogan y el diplomático suizo que se arriesgaron por Staub, podrían haber intervenido juntos para cuestionar las actividades de un colega.
“Las personas pueden hacer una gran diferencia”, argumenta Staub. “Tienen un gran poder y, juntos, un poder aún mayor”.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.