Editorial: Rechazamos la destitución de Gavin Newsom
Este es un llamado urgente de La Opinión a la comunidad latina para que defienda sus derechos rechazando la destitución de Newsom. El aliado de los promotores de la revocatoria es la apatía y la baja participación. Ellos desean fervorosamente que no votemos
La campaña de destitución del gobernador de California Gavin Newsom parecería una farsa si no fuese un serio intento antidemocrático para subvertir nuestro gobierno e instalar en el poder a un representante de una minoría cada vez más pequeña.
Las boletas para la elección especial revocatoria del 14 de septiembre ya están llegando a más de 22 millones de californianos.
Este es entonces un llamado urgente de La Opinión a la comunidad latina para que defienda sus derechos rechazando la destitución de Newsom.
La votación consiste de dos etapas. Primero, se pregunta al votante si aprueba la revocatoria, a lo que pedimos que la respuesta sea un tajante no.
Luego se despliega una lista larguísima de 47 candidatos, casi todos ellos republicanos, que son o desconocidos o peligrosos o las dos cosas.
Si ganase el sí con más del 50% de los votos, uno de ellos se convertiría en el gobernador de California, sin necesidad de mayoría o segunda ronda.
Sería alguien que no refleja los valores de la mayoría de los californianos; sino que representa a una minoría altisonante y cada vez más extremista.
Un recorrido por esa lista arroja mayormente candidatos desconocidos, políticos por cuenta propia, que descuellan por su mediocridad.
Está el sempiterno candidato John Cox, quien perdió a Newsom en 2018 y ha puesto diez millones de su propio dinero. Comparece a los mítines con un oso y un tacho de basura.
Caitlyn Jenner, la “personalidad televisiva” y candidata relacionada con los Kardashian quien basa su fama actual en su transición de género.
O el exalcalde de San Diego Kevin Faulconer, quien está virando a posiciones que lo hagan aceptable ante la “base” de Trump.
Finalmente, quien encabeza las encuestas y es probablemente el peor de todos: el comentarista radial Larry Elder. Es un permanente apologista de Trump, que apoya eliminar el salario mínimo, considera el cambio climático una fábula, niega los peligros mortales del tabaco, considera el aborto un asesinato, promete despedir a 15,000 maestros, se opone a la igualdad de las mujeres y rechaza la máscara y la vacuna para prevenir el COVID-19.
Posiciones que comparte generalmente el resto de los candidatos y que son contrarias a la generalidad del público.
Culpan a Gavin Newsom de todos los males de California, tanto reales como ficticios. En su propaganda electoral dibujan una imagen falsa de un estado supuestamente colapsado, ahogado en el crimen, cuyos habitantes y negocios lo abandonan.
En realidad, Newsom sí ha cometido errores. Y uno de esos errores es explotado por sus contrarios para distorsionar su imagen.
En un evento festivo se lo vio en un restaurante de lujo, con 10 personas, sin máscara y sin distanciamiento social.
Lo criticamos, pero no es para destituirlo.
La idea del “recall” o voto de destitución existe desde el comienzo de su periplo. Sus gestores esperaban la mejor oportunidad para lanzarlo. El COVID-19 les cayó como maná del cielo.
Esta es una elección convocada exclusivamente para la revocatoria. En la boleta electoral no hay ningún otro tema de votación, nada que pudiese atraer más votantes. El aliado de los promotores de la revocatoria es entonces la apatía y la baja participación. Ellos desean fervorosamente que no votemos.
Las encuestas les dan ánimos; porque están muy cerca del 50% de votantes probables, lo que echaría a Newsom del poder.
Es por eso que tu participación electoral es crucial, para neutralizar, con la fuerza de los números, el ímpetu de quienes votarían por el sí.
Gavin Newsom llegó al puesto con apoyo del 62% del electorado. En sus dos años y medio de gobierno, ha estado atento a la estabilidad económica del estado, sensible a los vaivenes que dio el coronavirus, y flexible en el debate entre reabrir la economía o volver a cerrar ciertos negocios. Es cuidadoso con los fondos del estado. Con el abultado superávit presupuestario promueve viviendas de bajo costo y una solución para los desamparados. Está detrás de un gigantesco esfuerzo por vacunar a la mayor parte de la población lo antes posible.
A nivel nacional, nuestra democracia sigue estando bajo grave amenaza. La violencia política está latente. La polarización abarca familias y vecinos al punto del ataque físico. Pero podría ser peor, no solo en California, si la treta de la destitución de Gavin Newsom avanza.
Contestar la segunda pregunta es optativo y no lo consideramos necesario. Porque la oposición a la destitución debe ser contundente, a una sola voz.