La nueva legislatura
La legislatura de California que tomó posesión ayer es la primera en tener una supermayoría del partido demócrata en ambas cámaras desde el siglo Diecinueve, permitiendo a ese partido la libertad de aprobar medidas a prueba de veto, aumentar impuestos sin consentimiento de los republicanos y colocar en la boleta consultas para enmiendas constitucionales si es que hay consenso dentro de sus filas.
Los votantes también han dado a los demócratas, liderados por el Gobernador Jerry Brown, un aumento de impuestos para atacar los problemas del déficit fiscal y proteger el sistema educativo, así como el permiso para extender sus períodos de gobierno en la legislatura, haciendo los límites menos estrictos. Eso permite a los demócratas una mayor libertad a la hora de diseñar su plan de gobierno pero también requiere que tengan mesura y se concentren en los temas esenciales como sanar el presupuesto y priorizar el sistema educativo y ciertas inversiones en la infraestructura del estado como parte vital del futuro económico de California.
El gobernador Brown, que es un demócrata pero que tiene la experiencia para saber que el electorado de California puede ser muy voluble y proclive a quitar rápidamente el poder que ha otorgado, debe servir de líder a su partido “supermayoritario” para usar inteligentemente el capital político adquirido, así como el manejo inteligente de los nuevos impuestos recién aprobados.
Los republicanos, por su parte, quedan en una situación debilitada pero por eso mismo quizá puedan aplicar virtudes de influencia y negociación que tenían prácticamente olvidadas. Los que han estado en Sacramento durante largo tiempo saben que parte de la paralización del gobierno estatal ha provenido del endurecimiento de posturas que ha suplantado la capacidad de negociar para tomar decisiones que beneficien a la mayoría de los californianos.