Reflexiones sobre el año escolar que termina y una esperanza renovada para el próximo
Los estudiantes no solo regresaron a sus aulas, sino que nuevamente pudieron hacer esas conexiones sociales que son tan importantes para el bienestar y el éxito a través de la vida
Tuve el honor de asistir a más de una celebración de graduación este año y todas tenían lo mismo en común: un espíritu de logro, de orgullo y de esperanza. Nuestro sistema educativo ha pasado por una tremenda agitación en los últimos dos años. Esta clase de graduados comenzó el año escolar con incertidumbre, a medida que las escuelas intentaban volver a la normalidad. Al igual que en los últimos dos años, hubo desafíos continuos con la propagación de las variantes del COVID Delta y Ómicron.
En medio de todo, vimos a los estudiantes tener éxito. Nuestros educadores y comunidades se adaptaron para apoyarlos a medida que regresaban al aula a tiempo completo. Si bien el comienzo del año comenzó con las mascarillas, vimos que el aumento de la vacunación nos permitió acercarnos a la normalidad.
La pandemia fue traumática para muchos de nuestros niños, y las escuelas públicas respondieron fortaleciendo sus apoyos socioemocionales para asegurarse que los estudiantes estuvieran mejor equipados para tener éxito académico. Me enorgulleció ver cómo los educadores y las familias se unieron para hacer de las escuelas lugares de alegría y recuperación para los estudiantes.
Fui testigo de como los maestros seguían enfrentándose al momento y adaptándose para volver a involucrar a los estudiantes que se estaban recuperando de la pérdida de aprendizaje experimentada durante el último año y medio.
Los estudiantes no solo regresaron a sus aulas, sino que nuevamente pudieron hacer esas conexiones sociales que son tan importantes para el bienestar y el éxito a través de la vida. Estas conexiones se establecen a una edad temprana en el patio de recreo y se fortalecen a través de los deportes, la música y las artes. Las mismas se originan en el trabajo en equipo de un decatlón académico, en torneos de oratoria, en la cancha o en un escenario. Era vital que viéramos reanudar estas actividades para la salud de nuestros hijos.
Las celebraciones a las que asistí al final del año escolar ejemplificaron lo mejor de lo que promete nuestro sistema educativo. Estos estudiantes, que habían pasado por tanta agitación en medio de la pandemia, cruzaron el escenario para recibir el reconocimiento de años de arduo trabajo y fueron recibidos por familias orgullosas y seres queridos.
A medida que mi hijo ingresa a su último año de escuela secundaria, me siento alentada y energizada para ver cómo estas lecciones aprendidas durante la pandemia se utilizarán para reimaginar la educación pública en el futuro.
(*) Myrna Castrejón es la presidenta y directora ejecutiva de la Asociación de Escuelas Chárter de California (CCSA por sus siglas en inglés).