Hasta que la visa los vuelva marido y mujer: en busca de la K1 para prometidos
Lilia Mendoza y Max se ven impedidos de vivir su noviazgo a plenitud y pasar más tiempo juntos debido a la falta de la visa K-1
MEXICO.- Lilia Mendoza vive en Ciudad de México; Max, en Atlanta. Se conocen desde que entraron a la preparatoria y ambos eran dos adolescentes que ni por asomo imaginaban que más de 20 años después requerirían de una visa K-1 para estar juntos permanentemente.
Hoy están comprometidos y así se reconocen tanto ellos como la ley estadounidense a la que están apelando porque permite a los novios con compromiso obtener una K-1, siempre y cuando reunan ciertos requisitos y, una vez en EEUU, se casen.
La pareja tiene tres años de relación y, aún así, han pasado meses desde la última vez que se vieron en persona mientras reúnen todo el bonche de papeles.
Están en la primera etapa del proceso: juntar pruebas de que ella y su novio mantienen una relación genuina de al menos dos años y que no planean una treta para quedarse allá. Deben compilar cartas de amigos, familiares, conocidos, y todos aquellos que atestigüen a su favor, de que son pareja, se aman, no quieren estar por una frontera legal.
Aunque él puede ir y venir, ella no.
Fotografías, tarjetas, regalos, recuerdos, pueden convertirse en una prueba legal del vínculo. Este archivo sentimental debe sellarse bajo un documento llamado IF-129, el cual se envía desde la embajada a las sedes del departamento de Estado, para que sea analizado. Ahora mismo el desafío más imponente es la burocracia.
Max reconoce en entrevista que parte del entuerto yace en que él ya tiene una vida fija en Atlanta, como mediador de en una corte.
Cuando camina por el vecindario puede ver a personas que ya lo reconocen, que saben quién es. Se ha integrado a una comunidad bastante particular, en la cual convive lo mismo con migrantes que con personas nacidas ahí o otros estados de la Unión Americana en su papel de fixer, evitando juicios innecesarios en divorcios, pleitos callejeros y asuntos menores.
Hoy es una pieza clave en la apuesta de la procuración de Estados Unidos para evitarse gastos innecesarios en largos juicios en la comunidad latina.
“Si yo no empezaba el procedimiento o ella no venía, para mí iba a ser muy complicado seguir con ella. Mis posibilidades de moverme son muy acotadas”, detalla. “En estos días de pospandemia, puedo trabajar a distancia, pero sólo un par de días, y aún así es difícil que me aleje de mi lugar de trabajo”.
En contraste, el trabajo de Lilia es considerablemente más flexible y puede atenderlo aún a larga distancia, por ello resulta más conveniente que inicien el trámite para que ella y su hija adolescente puedan mudarse con Max.
Pero ¿en qué consiste esta visa? Según el Departamento de Estado, en su dirección de embajadas:
“La visa de novio tipo K-1 es una visa de no-inmigrante para el novio ciudadano extranjero de un ciudadano de los Estados Unidos. La visa K-1 permite al novio ciudadano extranjero viajar a los Estados Unidos y casarse con su patrocinador estadounidense dentro de 90 días de su arribo”.
Algunas gestoras de apoyo a visados creen que el auge en el uso de esta visa se debe a la globalización y la libre circulación de personas. Así se convirtió en una necesidad creciente para ajustar la ley de inmigración para facilitar soldados de EEUU, por ejemplo, tratando de traer a sus prometidas nacidas en el extranjero en los Estados Unidos.”
Si bien en su definición y en el ideal detrás de su origen este trámite pueden sonar amigable, en realidad tras de sí hay una serie de vericuetos que a ratos parecen imposibles.
De acuerdo con Paola Chavarro, abogada especializada en migración, esta visa solía era muy recurrida porque se liberaba en un tiempo promedio de cuatro a seis meses: un período relativamente breve.
No obstante, con la pandemia, los tiempos han cambiado radicalmente, haciendo de la espera un tiempo bastante melancólico.
La misma Lilia a veces tiene que hacer uso de una actitud en extremo positivista en la convicción de reunirse con Max porque se ha enterado de casos de personas que llevan esperando, ¡lo mismo que lleva la pandemia!
Cuando se le pregunta qué hacer en estos casos, ella recomienda ser paciente, particularmente porque a veces el primer trámite no funciona. Ante esta situación ella explica que:
“Muchas veces no aceptan el formato y les manda un papel que se llama RFE porque no el documento tiene errores o no se muestran suficientes pruebas. Mientras más evidencias envíen, mejor evaluarán formato y tendrán menos problemas para tramitar la visa”.
Las complicaciones recientes con este trámite están asociadas a que, como expone Paola Chavarro, este trámite era rápido.
Pero ¿qué dicen los datos?
De acuerdo con Boundless, una agencia informativa para migrantes de todo el mundo en Estados Unidos, hasta 2020 anualmente se recibían hasta 34,ooo solicitudes.
En este período variaron un poco los números debido a las últimas políticas tomadas por el gobierno anterior. De estos datos, hace 10 años había una tasa de aprobación del 50%; hoy ronda en el 10%, principalmente porque muchos procesos están detenidos.
Actualmente, los solicitantes de esta visa provienen principalmente de tres países: Filipinas, Vietnam y México, con 7000, 1700 y 1600 aplicantes en promedio, desde 2019.
Como dato adicional, los destinos principales para los que toman están visa son: California, Florida, Texas, Nueva York, Illinois y Washington.
Hasta hoy, Lilia espera que le aprueben la primera fase, para luego presentarse en la embajada a su entrevista, junto con Max. Después de esta entrevista tendrían que pasar otros 13 meses para recibir respuesta definitiva.
Los retos posteriores son muchos, como tener que esperar a tener la residencia para poder trabajar o tener que casarse en los 90 días después de que reciba la visa; eso si no se ha vencido. Pero para ambos es un proceso que vale la pena, lo hacen por la esperanza de construir un futuro juntos.
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