“Antes uno veía a los héroes en las películas, pero ahora los vemos en cada esquina de Ucrania”

BBC Mundo habló con Vasilisa Stepanenko, productora del documental "20 Días en Mariúpol", sobre el sitio que sufrió esa ciudad tras la invasión de Rusia en 2022

Una mujer con la foto de su hijo capturado por las tropas rusas en Mariúpol en 2022.

Una mujer con la foto de su hijo capturado por las tropas rusas en Mariúpol en 2022. Crédito: Getty Images

“Esto es doloroso de ver, pero debe ser doloroso de ver”, dice Mstyslav Chernov en una escena de “20 Días en Mariúpol“, el celebrado documental sobre la guerra en Ucrania, que este año fue galardonado con un Oscar.

Mientras la gente huía y las bombas caían del cielo, Chernov y su equipo periodístico de la agencia Associated Press siguieron grabando.

Registraron mujeres a punto de parir huyendo de un hospital bombardeado, ancianos hirviendo nieve para tener agua, gente cavando huecos para enterrar los cuerpos.

Fueron los 20 días que Chernov y sus colegas estuvieron en la sitiada ciudad de Mariúpol luego de que Rusia iniciara la invasión de Ucrania el 22 de febrero de 2022.

Veinte días en los que el equipo periodístico -formado en su totalidad por ucranianos residentes de algunas de las ciudades aledañas-, decidió grabar lo que estaba ocurriendo para contárselo al mundo.

Además del Oscar, el film ha ganado muchos premios, entre ellos un Pulitzer al servicio público. Pero la guerra continúa. Y los periodistas siguen allí.

Vasilisa Stepanenko es una de ellas. De 24 años de edad, fue la productora en terreno del documental.

Y cuando recibe la llamada de BBC Mundo va camino a la ciudad de Bajmut, en el este del país, para entrevistar a mujeres que han remplazado a hombres en la primera línea de guerra, haciendo relevos y organizando estrategias.

“Es loco porque son mujeres cabeza de familia, mayores de 40, que tienen diferentes empleos”, dice.

Stepanenko cuenta que decidió posponer sus sueños de viajar y estudiar para contar la guerra en su país.

BBC Mundo habló con ella como parte de nuestro contenido del Hay Festival de Querétaro 2024, que se realiza en esa ciudad mexicana entre el 5 y el 8 de septiembre.

BBC:

Reporta la ONU que en la guerra en Ucrania el 60% de los muertos (12.000) son hombres y el 60% de los desplazados (4 millones) son mujeres. Imagina uno, entonces, que el impacto sobre la familia es enorme.

Sin duda. Hay muchas familias que se han quedado sin padre, no solo ahora con la invasión rusa, sino desde la anexión de Crimea en 2014.

Los cementerios crecen cada día; si vas un día y vuelves a la semana, vas a ver cómo crecen. Y la gran mayoría de los nombres que ves son de hombres.

Pero al tiempo, la vida y las familias siguen su curso. Tal vez porque no tienen otra opción.

Hay mucha gente que vino a Ucrania a ayudar. Hay una cantidad de mujeres embarazadas que siguieron con su vida, llenas de esperanza. También hay gente que está congelando el esperma del hombre por si acaso es asesinado durante la guerra.

Es una nueva realidad en un país que quiere salir adelante, donde su gente ama su tierra cada vez más y no se quieren ir de su casa, sino que prefieren adaptarse.

Getty Images: Mariúpol es una de las ciudades más afectadas por la guerra.

¿Dices que la gente, por ejemplo, sale a hacer mercado así haya bombas cayendo del cielo?

Literalmente es así.

En Jarkiv, mi ciudad natal, después de uno de los ataques más fuertes, en el que usaron bombas aéreas, hablé con el director de uno de los principales mercados y me dijo que aún si los bombardean ellos siguen trabajando porque la gente no se va.

La ciudad solo deja de ser ciudad si la gente se va. Y como hay mucha gente que no se va, la ciudad continúa su vida no importa de qué manera.

¿Crees que la guerra ha cambiado a los ucranianos?

Todos hemos cambiado después de la invasión de gran escala. Porque antes las invasiones eran en sitios alejados, pero después de la invasión completa (en 2022) todos nos hemos visto involucrados.

Así como todos hemos perdido algo, también hemos intentado encontrar algo nuevo por lo cual sentirnos vivos y conectados con el país.

Muchos escenarios cambiaron: los espacios, los parques, las calles. Pero cuando pierdes algo, o temes que puedes perder algo, hay algo que te lleva a apreciar más aquello que te queda.

Por eso somos una población más unida, más fuerte.

Antes uno veía a los héroes en las películas, pero ahora los vemos a nuestro alrededor, en cada esquina, pequeños y grandes héroes que dan la vida con valentía por el país, por su familia, por su gente.

Getty Images: “20 días en Mariúpol” conjuga una mirada periodística con una humana de periodistas locales para medios internacionales.

Dicen que la guerra muestra lo mejor y lo peor de la gente. ¿Me puedes dar ejemplos que hayas visto o vivido?

Para lo mejor hay muchos ejemplos, porque empieza por los que están voluntariamente en la primera línea y hace poco eran profesores o abogados.

Y ahí siguen peleando a pesar de que están cansados, sin idea de qué va a pasar.

Pero en realidad, todos los días vemos, no solo en la primera línea, sino en cada rincón del país, ejemplos de solidaridad y apoyo entre muchos ciudadanos para poder comer, conseguir trabajo o cuidar a los niños. Es tremendo.

Y hemos visto de lo peor, sí, claro, como muchos familiares de nuestros amigos en Rusia que no han querido creer que hay una invasión, sino que piensan que es un invento de los medios occidentales.

Y eso ha quebrado familias enteras.

¿Crees que hay una diferencia entre lo que se ve desde afuera y la realidad de lo que pasa en Ucrania?

El bache es enorme.

Por eso nuestro trabajo como periodistas se ha vuelto tan importante. Todos los periodistas ucranianos nos hemos vuelto periodistas de guerra y hemos entrado en otra suerte de puja por la verdad, porque hay mucha desinformación y, como te decía, en Rusia mucha gente cree que la invasión es falsa.

Y es importante tener esa conexión informativa con el mundo porque, por ejemplo, la ayuda que países occidentales nos han dado es enorme.

Es lo que me permite a mí dormir tranquila en Kyiv: porque la protección aérea impide la mayor parte de los ataque aéreos rusos a la capital. Eso salva mi vida y la de mucha gente, y nos permite una vida más o menos normal, con restaurantes, algo de vida nocturna y gente joven en la calle.

Recuerdo la primera vez que salí del país después de la invasión, que fue por tierra vía Polonia, y me puse a llorar cuando vi la vida normal de la gente, los niños jugando en la calle.

No podía entender que el contraste fuera tan grande y que yo hubiese normalizado la violencia y hubiese dejado de pensar que hay una guerra ocurriendo.

Getty Images: Muchos han decidido congelar esperma ante la posibilidad de ser abatidos en la guerra.

¿Los ucranianos se acostumbraron a la guerra, o que hay cosas que aún los sorprenden?

Creo que nos hemos acostumbrado, y se siente raro decirlo, porque no es normal, no está bien acostumbrarse a la muerte, a la guerra, a la violencia.

Pero, al tiempo, sí, la vida cambió y nos hemos adaptado.

Para mí, por ejemplo, mi vida depende de lo que pase en la guerra, y siempre estoy esperando que algo fatal ocurra, hasta el punto de que me acostumbré a dormir con mi cámara entre los brazos por si pasa algo que hay que documentar.

Te doy otro ejemplo.

El lugar donde voy a hacerme las uñas es en un sótano, un estilo de búnker de guerra a prueba de explosiones, y el otro día se fue la luz y quedamos a oscuras y el administrador salió a decir que tranquilos, que fue solo una explosión, que tenía una planta eléctrica y que podríamos seguir con nuestras uñas. Y seguimos.

Tienes 24 años. ¿Cómo se siente vivir así cuando eres tan joven?

Yo quiero salir, viajar, ir a fiestas y tener una vida normal. No tuve tiempo de terminar mi grado de maestría. Pero no puedo por la guerra.

Durante estos años he aprendido a vivir día a día, a respetar la posibilidad de vivir un día más. Siento que la gente que no ha vivido este tipo de cosas olvida lo valioso que es tener un día más de vida.

La mayoría de mi familia y mis amigos ahora están afuera como refugiados. Ya quisiera poder compartir con ellos.

Pero, además, creo que los que seguimos acá hemos aprendido a valorar lo que es una cerveza con un conocido en un bar cualquiera.

Yo soñaba con estudiar, con viajar, pero ahora me he dado cuenta que mi sueño es otro: es contar esta guerra y dar a conocer sus consecuencias. Contar no solo las escenas de guerra, no solo el saldo de muertos, sino todas las escenas que hay alrededor de un país invadido: las familias fragmentadas, los sueños trucados.

Ya tendré tiempo para ir a festivales de música y divertirme: ahora esta es mi misión.

BBC:

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