Estados Unidos vs. la tecnología china en automóviles

Estados Unidos ha presentado una propuesta de ley que busca eliminar el software y hardware de origen chino en los vehículos a partir de 2027 y 2030

Interior del BYD ATTO3

Interior del BYD ATTO3. Crédito: BYD. Crédito: Cortesía

El mercado automotriz en Estados Unidos podría enfrentar uno de sus mayores retos en los próximos años, a medida que el gobierno avanza con un ambicioso plan para prohibir la tecnología china en los vehículos fabricados y comercializados en el país.

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En un contexto geopolítico marcado por la rivalidad entre Washington y Pekín, esta nueva propuesta de ley, impulsada por el Departamento de Comercio, tiene como objetivo eliminar cualquier rastro de software y hardware procedente de China o Rusia en los autos vendidos en suelo estadounidense.

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A partir de 2027, la propuesta busca impedir la comercialización de vehículos que utilicen software de conectividad desarrollado en estos dos países. Para 2030, se prohibiría también la venta de autos con hardware crítico procedente de China o Rusia.

Este enfoque, que apunta a tecnologías como los sistemas de conectividad Bluetooth, WiFi, satélite y unidades de control telemático, se está considerando no solo para los vehículos importados, sino también para aquellos ensamblados en Estados Unidos que utilicen componentes de estas naciones.

Las preocupaciones de seguridad nacional impulsan el cambio

La secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, ha sido una de las voces más firmes en defender la propuesta, argumentando que los automóviles modernos están cargados de tecnologías que podrían ser vulnerables a la explotación extranjera.

“Los autos de hoy están equipados con cámaras, micrófonos y sistemas de geolocalización que se conectan a Internet. No es difícil imaginar cómo un adversario extranjero podría usar esta tecnología para comprometer nuestra seguridad nacional”, afirmó en un comunicado reciente.

Este tipo de preocupaciones no son nuevas. En los últimos años, la creciente integración de software de origen chino en productos cotidianos ha suscitado debates sobre la privacidad y la protección de datos en todo el mundo.

En el caso de los automóviles, donde el uso de tecnologías avanzadas como los sistemas ADAS (asistencia avanzada al conductor) y la conectividad telemática es cada vez más común, la amenaza percibida adquiere un carácter aún más urgente.

¿Qué tan dependientes son los autos de la tecnología china?

Aunque la industria automotriz en Estados Unidos ha intentado diversificar sus cadenas de suministro, una realidad ineludible es que muchos componentes clave todavía provienen de China.

Según el análisis más reciente, varios modelos de vehículos vendidos en el país contienen una cantidad significativa de software y hardware fabricado en China. Marcas como Cadillac, Buick, Ford, Volvo y Polestar han integrado estos elementos en sus autos, lo que demuestra la complejidad de eliminar por completo estas tecnologías de los procesos de fabricación.

Por ejemplo, el Ford Mustang Mach-E, uno de los autos eléctricos más populares en el mercado estadounidense, tiene un 51% de sus componentes provenientes de China.

En el caso del Buick Envision, la cifra asciende a un 90%, mientras que el Polestar 2, fabricado por una marca sueca de origen chino, alcanza un impresionante 95% de partes procedentes de China, incluyendo el motor y la transmisión.

Eliminar esta dependencia en un corto periodo de tiempo será un reto significativo para los fabricantes. John Bozzella, presidente de la Alliance for Automotive Innovation (AAI), una organización que representa a más de 40 compañías automotrices, ha advertido que algunos fabricantes podrían no estar preparados para hacer esta transición en el tiempo estipulado.

“La cadena de suministro actual incluye poca tecnología de hardware o software de China, pero cambiar los proveedores llevará tiempo, y la moratoria propuesta podría no ser suficiente para todos los fabricantes”, señaló Bozzella.

La ley CHIPS y el impulso a la producción local

Una de las respuestas más contundentes del gobierno estadounidense para reducir la dependencia de tecnologías extranjeras ha sido la implementación de la ley CHIPS and Science en 2022.

Esta legislación destinó 280 mil millones de dólares a la investigación y desarrollo de microchips en suelo estadounidense, con el objetivo de fortalecer la capacidad del país para producir sus propios semiconductores.

Esto está pasando con los vehículos eléctricos chinos en Europa
BYD Dolphin White. Crédito: BYD.
Crédito: Cortesía

La escasez mundial de microchips durante la pandemia de COVID-19 reveló la vulnerabilidad de Estados Unidos ante la dependencia de proveedores extranjeros, especialmente de China.

Sin embargo, incluso con esta inversión, la producción local de chips aún está lejos de satisfacer la demanda de la industria automotriz.

El desarrollo de una infraestructura tecnológica robusta dentro del país es un proceso que tomará años, lo que deja a los fabricantes en una posición delicada mientras intentan cumplir con las nuevas regulaciones propuestas.

Implicaciones para la privacidad del consumidor

El debate sobre el uso de tecnología extranjera en los autos también ha destacado una preocupación creciente sobre la privacidad de los consumidores.

La Mozilla Foundation, conocida por su trabajo en la protección de la privacidad digital, calificó a los vehículos modernos como “la peor categoría de productos en cuanto a privacidad”, en su informe Privacy Not Included de septiembre.

Según Mozilla, los autos recopilan más datos personales de los conductores de los que realmente necesitan, y los utilizan para propósitos que van más allá de la operación del vehículo.

La preocupación aquí no se limita solo a las tecnologías chinas o rusas. De hecho, la recopilación excesiva de datos por parte de las marcas automotrices estadounidenses y europeas también ha sido motivo de alarma.

A medida que los vehículos se vuelven más inteligentes y conectados, los consumidores deben enfrentarse a la realidad de que sus movimientos, hábitos de conducción y hasta sus conversaciones dentro del auto podrían estar siendo monitoreados y utilizados con fines comerciales.

¿Un futuro sin tecnología china?

La gran pregunta que surge ante la propuesta de ley es si Estados Unidos realmente puede expulsar la tecnología china de su industria automotriz sin generar un impacto negativo en el mercado.

Los fabricantes tendrán que replantearse sus estrategias de suministro, lo que podría derivar en mayores costos de producción y, por ende, en un aumento en el precio final de los vehículos.

También, la transición a nuevas fuentes de tecnología podría retrasar la innovación en áreas clave como la electrificación y la conducción autónoma.

Algunos expertos, como Sam Fiorani de AutoForecast Solutions, creen que la propuesta es una medida lógica en el contexto actual de tensiones geopolíticas. Sin embargo, señalan que la implementación de la ley requerirá un enfoque flexible y plazos realistas para evitar una disrupción en la industria.

“La pandemia y la invasión de Ucrania por parte de Rusia ya han demostrado los riesgos de depender de un suministro global tan interconectado”, comenta Fiorani.

La propuesta de ley que busca eliminar la tecnología china de los automóviles vendidos en Estados Unidos plantea un desafío formidable tanto para los legisladores como para la industria automotriz.

Si bien la preocupación por la seguridad nacional y la privacidad es legítima, el camino hacia la independencia tecnológica será largo y complejo.

Los próximos años serán cruciales para determinar si Estados Unidos puede realmente cumplir con este ambicioso objetivo sin afectar la competitividad de sus fabricantes y sin sacrificar la innovación en un sector en constante transformación.

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