Cáncer de próstata: el diagnóstigo de un atleta despierta el interés en la prevención

Un nuevo llamado a la atención masculina destaca la importancia de detectar síntomas tempranos del cáncer de próstata

Cáncer de próstata: el diagnóstigo de un atleta despierta el interés en la prevención

La próstata, una glándula del tamaño de una nuez ubicada debajo de la vejiga, tiene la función principal de producir el líquido seminal Crédito: Shutterstock

El cáncer de próstata continúa siendo una preocupación creciente para los hombres, con nuevas señales que los expertos instan a no pasar por alto. Uno de los síntomas clave, y muchas veces ignorado, es la presencia de problemas urinarios leves que, si se detectan a tiempo, pueden marcar la diferencia entre un tratamiento exitoso y un pronóstico mucho más grave.

Ante esta realidad, las autoridades sanitarias subrayan la importancia de la detección temprana para evitar que el cáncer de próstata se disemine y se vuelva mortal. Esto es especialmente crítico en el caso de aquellos hombres que, por falta de síntomas claros o conocimiento sobre los riesgos, no buscan ayuda médica hasta que la enfermedad está avanzada.

El ciclista olímpico retirado de 48 años, Sir Chris, sorprendió a muchos al compartir su experiencia con esta enfermedad. Considerado uno de los atletas más destacados del Reino Unido, Hoy reveló en una entrevista con el Sunday Times que su cáncer de próstata se había extendido a otras partes de su cuerpo, incluyendo los huesos.

Tumores se desarrollaron en su hombro, pelvis, cadera, columna y costillas, lo que subraya cuán agresiva puede ser esta enfermedad una vez que comienza a hacer metástasis.

El cáncer de próstata es el segundo tipo más común de cáncer entre los hombres, solo superado por el cáncer de piel. A nivel mundial. En los Estados Unidos, el 10% de los nuevos casos se diagnostican en hombres menores de 55 años, un dato que contradice la creencia popular de que esta es una enfermedad exclusiva de hombres mayores.

Se prevé, además, que las muertes por esta enfermedad aumenten un 136% entre 2022 y 2050, lo que enfatiza la necesidad urgente de mejorar las estrategias de detección y tratamiento.

La próstata, una glándula del tamaño de una nuez ubicada debajo de la vejiga, tiene la función principal de producir el líquido seminal. Aunque los problemas de próstata a menudo se manifiestan como síntomas urinarios, estos pueden ser tan sutiles que muchas veces los hombres los atribuyen a otras causas, como la edad. Sin embargo, el flujo urinario débil, la dificultad para empezar a orinar o la sensación de urgencia deben ser señales de alerta. Además, la presencia de sangre en la orina o el semen requiere atención médica inmediata.

Cuando el cáncer de próstata avanza, los síntomas suelen ser más graves. El dolor en los huesos y en la espalda, la pérdida de peso sin razón aparente, el dolor testicular y la falta de apetito son algunos de los indicios de que el cáncer puede haberse extendido. Esta expansión puede llevar la enfermedad a los huesos, pulmones, ganglios linfáticos, hígado o incluso al cerebro, volviéndose potencialmente fatal.

La Sociedad Estadounidense del Cáncer estima que uno de cada ocho hombres será diagnosticado con esta enfermedad en algún momento de su vida, pero solo uno de cada 39 fallecerá a causa de ella. Esto pone de manifiesto la importancia de la detección temprana y las opciones de tratamiento disponibles, que incluyen cirugía, quimioterapia, radiación, inmunoterapia y terapias farmacológicas dirigidas.

Curiosamente, algunas investigaciones sugieren que la eyaculación frecuente podría tener un papel preventivo en el cáncer de próstata. Un estudio de la Universidad de Harvard encontró que los hombres que eyaculaban 21 veces al mes tenían un 31% menos de probabilidades de desarrollar la enfermedad en comparación con aquellos que lo hacían con menor frecuencia.

Entre los factores de riesgo de cáncer de próstata se encuentran la obesidad, los antecedentes familiares, la presión arterial alta, la falta de ejercicio y una altura superior a la media. Además, se ha identificado que las dietas ricas en grasas saturadas y productos lácteos no solo contribuyen al desarrollo del cáncer, sino que también pueden aumentar el riesgo de recurrencia tras un diagnóstico inicial.

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