Pescados azules muestran beneficios en la lucha contra el cáncer
Lípidos marinos como omega-3 y plasmalógenos revelan potencial anticancerígeno, prometiendo avances terapéuticos y prevención en tratamientos oncológicos
Los océanos son una fuente inexplorada de compuestos químicos con propiedades terapéuticas que prometen revolucionar el tratamiento del cáncer. Los organismos marinos contienen moléculas bioactivas capaces de ejercer potentes efectos anticancerígenos, como lo demuestran casos exitosos en tratamientos actuales.
La citarabina, derivada de una esponja caribeña, y la miltefosina, un lípido de origen marino, destacan como ejemplos paradigmáticos de cómo la biodiversidad marina puede ser transformada en herramientas médicas efectivas.
Los lípidos de origen marino, en particular los ácidos grasos poliinsaturados como los omega-3, han capturado la atención de científicos por su capacidad para modular procesos tumorales.
El artículo publicado en The Conversation explica que estos lípidos, presentes en alimentos como sardinas, caballa y aceite de hígado de tiburón, cumplen funciones cruciales al integrarse en las membranas celulares de las células cancerosas y modificar vías de señalización implicadas en el desarrollo tumoral.
Desde el laboratorio “Nutrición, Crecimiento y Cáncer” de Inserm-Universidad de Tours, se han realizado investigaciones que muestran cómo estos compuestos influyen en procesos clave como el crecimiento, la proliferación y la invasión celular, así como en la respuesta a terapias como quimioterapia e inmunoterapia.
Entre las aplicaciones más prometedoras se encuentran los ácidos grasos omega-3, como el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el docosahexaenoico (DHA). Estos compuestos han demostrado propiedades terapéuticas en diversos tipos de cáncer, incluyendo leucemia, cáncer de mama y cáncer de próstata.
La clave está en los ácidos grasos
Ensayos clínicos recientes han confirmado que la administración de estos ácidos grasos a pacientes con leucemia de alto riesgo puede realizarse de forma segura, potenciando los efectos de la quimioterapia sin comprometer su eficacia. Además, en estudios preclínicos, los omega-3 han mostrado potencial para mitigar la desnutrición inducida por el cáncer, un problema común que agrava el pronóstico de los pacientes.
Otra línea de investigación en auge es el estudio de lípidos endógenos, como los plasmalógenos, que presentan funciones duales en el entorno tumoral. Mientras que los lípidos alquenílicos inhiben mecanismos relacionados con la agresividad tumoral, los lípidos alquílicos parecen favorecer la migración celular y el desarrollo de metástasis.
Estos descubrimientos abren nuevas puertas para desarrollar estrategias terapéuticas que apunten específicamente a estas diferencias moleculares, utilizando derivados sintéticos que maximicen los efectos beneficiosos mientras minimizan los adversos.
Un ejemplo innovador es Ohmline, un derivado sintético de lípidos de éter, desarrollado por Lifesome Therapeutics. Este compuesto ha mostrado eficacia en la reducción de la actividad del canal SK3, una proteína clave en la progresión tumoral y el desarrollo de metástasis.
Además, Ohmline está siendo evaluado como un adyuvante en quimioterapia, destacando su capacidad para prevenir neuropatías, un efecto secundario debilitante de ciertos tratamientos contra el cáncer.
Los beneficios de los lípidos marinos no se limitan a su potencial terapéutico. También poseen aplicaciones preventivas. Estudios dietéticos han subrayado cómo la incorporación de lípidos marinos en la dieta puede retrasar la aparición de cáncer al modular factores dietéticos que influyen en la progresión tumoral.
A pesar de los avances, aún quedan interrogantes por resolver sobre el impacto molecular preciso de estos lípidos en la biología tumoral. Las investigaciones en curso, respaldadas por redes como Molécules Marines, Métabolisme et Cancer, continúan desentrañando los mecanismos por los cuales estos compuestos pueden ser integrados en estrategias de tratamiento oncológico.
Los resultados preliminares son alentadores, mostrando cómo los lípidos marinos pueden potenciar la eficacia de terapias tradicionales como la radioterapia y los anticuerpos monoclonales, abriendo nuevas oportunidades para mejorar los resultados clínicos en pacientes con cáncer.
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