Los niños también son afectados por el Covid prolongado

Un estudio en niños y adolescentes revela que los síntomas de COVID persistente, como cansancio y dolores de cabeza, afectan su calidad de vida hasta 24 meses

Covid en niños: síntomas que aparecen después de padecer la enfermedad

Más de 9,000 niños en los Estados Unidos fueron diagnosticados con MIS-C y 74 murieron según cifras de los CDC. Crédito: Studio Romantic | Shutterstock

Un reciente estudio publicado en la revista Communications Medicine arroja luz sobre la prevalencia y las consecuencias de la COVID persistente en niños y adolescentes, resaltando que esta afección puede prolongarse hasta 24 meses después de la infección inicial por SARS-CoV-2.

Este fenómeno, conocido como COVID persistente, incluye síntomas como fatiga extrema, dificultad para dormir, falta de aliento y dolores de cabeza, que persisten durante meses, impactando significativamente la vida diaria de los afectados.

La investigación forma parte del estudio Long COVID in Children and Young People (CLoCk), diseñado para evaluar los efectos de la COVID persistente en individuos de 11 a 17 años en Inglaterra. En esta última etapa, el análisis incluyó a 12,632 participantes que fueron monitoreados entre septiembre de 2020 y marzo de 2021, clasificándolos en cuatro grupos según su estado de infección: nunca infectados, infectados después de una prueba inicial negativa, infectados sin reinfección y aquellos con reinfección posterior.

El seguimiento se realizó en intervalos de 3, 6, 12 y 24 meses tras la infección inicial, todos los participantes reportaron algún síntoma 24 meses después, aunque la prevalencia y severidad variaron según el grupo.

Aquellos con reinfección mostraron una mayor frecuencia y diversidad de síntomas, mientras que quienes nunca dieron positivo también experimentaron síntomas no específicos, como cansancio y dificultad para concentrarse. Este hallazgo subraya que muchos de estos síntomas son comunes en la adolescencia, independientemente del estado de infección.

Síntomas en niños y adolescentes

Solo el 7,2% de los participantes cumplió con la definición de investigación Delphi para COVID persistente, una herramienta utilizada para evaluar síntomas en niños y adolescentes. Este subgrupo reportó consistentemente un promedio de cinco a seis síntomas en los distintos puntos de seguimiento, reflejando una carga significativa de enfermedad.

No obstante, el estudio encontró que la percepción de salud, la gravedad de los síntomas y su impacto en la calidad de vida mostraron ligeras diferencias entre los grupos, independientemente del estado de vacunación.

El análisis reveló que la COVID persistente afecta más a las adolescentes mayores y a aquellos con desventajas socioeconómicas. Estos factores parecen exacerbar las dificultades asociadas con la afección, destacando la necesidad de intervenciones específicas para estos grupos vulnerables. Además, síntomas menos comunes, como dolor abdominal y muscular, aunque afectan a una minoría, también tienen un impacto notable en las actividades diarias.

Uno de los aspectos más relevantes del estudio es que no se observó una relación clara entre el estado de vacunación y la persistencia de los síntomas. Este hallazgo plantea preguntas sobre el papel de las vacunas en la prevención de la COVID persistente en niños y adolescentes, lo que subraya la necesidad de más investigaciones en esta área.

La definición de investigación Delphi, utilizada exclusivamente para niños y adolescentes, resulta más efectiva para identificar casos de COVID persistente que la definición de la OMS, ya que no limita los síntomas a los primeros tres meses posteriores a la infección. Esto permite incluir a aquellos que pudieron haber permanecido asintomáticos durante la fase aguda de la enfermedad.

El estudio también señala la importancia de considerar la superposición entre la COVID persistente y problemas de salud generales en adolescentes. La similitud de muchos síntomas entre ambos grupos dificulta identificar claramente a los afectados por esta condición, lo que plantea desafíos diagnósticos y terapéuticos.

Los autores del estudio hacen un llamado a continuar las investigaciones para comprender mejor la fisiopatología de la COVID persistente, desarrollar métodos de diagnóstico más precisos y encontrar tratamientos efectivos.

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