Ambulantes en LA sufren caída en las ventas por temor a redadas

Vendedores ambulantes batallan porque la clientela no sale a consumir por miedo a las redadas 

El salvadoreño José Hernández continúa con su vida normal  en su puesto de comida, aunque los clientes hayan bajado.

El salvadoreño José Hernández continúa con su vida normal en su puesto de comida, aunque los clientes hayan bajado.  Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

 En cualquier día normal de la semana, las ventas de champurrado, tamales, burritos y jugos naturales de naranja, de manzana o combinados de pepino con chía podrían redituarle hasta $500 diarios a José Hernández. 

Sin embargo, sus ventas se han desplomado desde la asunción a la presidencia de Donald Trump, el pánico que han desatado las redadas, arrestos y detenciones para la repatriación y encarcelamiento de inmigrantes. 

“Ya me voy a casa; la gente no vino otra vez”, dice José Hernández es un salvadoreño de 48 años. “Todo lo que no vendí es pérdida”. 

Casado con una mujer poblana que también se dedica a la venta de comida callejera, este hombre es padre de cinco hijos.  Tiene su puesto en la esquina de las avenidas César Chávez y la calle Rowan, en el este de Los Ángeles, y es padre de cinco hijos. 

José llegó a Estados Unidos en 2004. A veces trabaja en la construcción, pero mayormente se dedica a la venta de champurrado y tamales. 

José Hernández muestra su tarjeta roja de “Conoce tus Derechos”, por si llegara a encontrarse con agentes de inmigración.

“Hoy no nos fue bien”, afirma. “Apenas salió lo de la inversión. Unos $200; la gente ha estado dejando de venir porque tiene miedo a inmigración”. 

A unas cuantas cuadras al norte de su puesto de ventas, en la intersección de Rowan y Hammel, el 28 de enero, agentes de inmigración arrestaron recientemente a un hombre que probablemente tenía asuntos pendientes con la ley.  

Ni la oficina del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) ni la administración de Control de Drogas (DEA) han confirmado el caso. La DEA de Los Ángeles está cooperando con la agencia de inmigración, solamente en casos que involucran a criminales. 

“Ya llevo dos años acá, en este puesto, luchando como todos y nunca hemos podido conseguir papeles legales, a pesar de que pagamos impuestos”, manifestó José. “No nos quieren dar nada”. 

El poco salario que obtuvo por las ventas dijo que lo guardará para completar los pagos mensuales del seguro de automóvil, las facturas de servicios públicos y el alquiler mensual de $2,500 de la casa donde vive. 

“Nuestros gastos mensuales son como $5,000, así que imagínese los problemas que tengo si no logro vender lo suficiente”, dijo. “Pero Dios es bueno y a veces me salen trabajitos en la construcción”. 

José manifestó que no tiene miedo de que autoridades migratorias merodeen por las calles de Los Ángeles ni en el área donde él trabaja, pues considera que solamente están arrestando y deportando a criminales. 

“Yo no tengo miedo a que me deporten. Si vinieran a querer llevarme, les diría que mejor nos lleven a todos o nadie. Ya nos compramos una casita en Puebla, y tenemos otra en El Salvador, así que, si nos pagan el traslado gratis, pues que todo sea bienvenido”. 

El costo de los arrestos 

Durante su primera semana en la Casa Blanca, la administración de Donald Trump ha desplegado redadas por todo el país. ICE reportó 956 arrestos el domingo. 

A esa cifra le sigue el arresto de aproximadamente 1,300 personas el jueves, según el “zar fronterizo” Tom Homan. 

De esa manera, hasta el jueves 30 de enero, la cantidad total de personas arrestadas por agentes de ICE sumaba 5,537.  

Con información de ICE.

En enero ICE reporto que contaba con al menos 106 instalaciones para la detención de inmigrantes en todo el país. El Congreso asignó fondos para detener a un promedio de 41,500 personas por día, a un costo de aproximadamente $3,400 millones de dólares. 

Detenido y liberado en San Diego 

José Hernández contó a La Opinión que él fue arrestado por agentes de inmigración en 2022, después que había ido a realizar un trabajo a Tecate, Baja California, México. 

“Me detuvieron en la garita de San Diego y el agente empezó a revisar mi camioneta; pensaba que traía “pollos” [que era “pollero” o contrabandista de personas] y comenzó a insultarme”. 

El inmigrante salvadoreño se defendió e increpó al agente, señalándole que en 20 años había pagado siempre impuestos y que, del dinero que aportaba a la economía del país provenía su salario. 

“Estuve encerrado desde las 3:00 p.m. hasta las 11:00 p.m. y les pedí que quería ver a mi abogado antes de ver a un juez”, narró. “Cuando les dije esto, se dieron cuenta de que conocía mis derechos; me soltaron y nunca me dieron ningún papel ni nada que indicara que había estado en la “hielera”. 

“Yo me defendí y como me estaban tratando para la fregada, les dije que, si querían respeto, tenían que respetarme porque yo pagaba mis impuestos”, añadió. “Gracias a Dios eso me valió para seguir viviendo en este país”. 

Y, aunque sus ventas fueron pocas en estos días, José Hernández todavía tiene el corazón de solidarizarse con las personas en situación de calle. 

De hecho, antes de levantar su puesto, se dio a la tarea de proporcionar alimentos gratis a un indigente. 

“Soy el único en el barrio que no los rechaza”, mencionó. “Todos los demás los corren y no les da nada. Por eso, Dios me bendice cada día”. 

Y aunque el turbio clima político de Estados Unidos oscurece el futuro de millones de personas, Josee se da tiempo para ver el lado amable del asunto. 

“Mire, mucha gente tiene miedo de salir y no venir a comprar su champurrado”, dice. “Si ellos vienen les diría, siéntense para que no se me cansen, tómense su champurradito con su tamalito y después, ¡que me lleven!”. 

“Ese hombre está loco” 

En la esquina de la avenida César Chávez y la calle Hicks, la mexicana Paulina Rodríguez vende diariamente café de olla, avena, burritos y jugos naturales. 

Paulina Rodríguez, de Guadalajara, Jalisco, atiende su puesto de venta de cafee de olla y burritos.
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

Ella también sufre por la ausencia de sus clientes habituales. 

“Ha venido menos gente a comprar, pero Dios es grande y proveerá”, dijo Paulina. “Pero, con Trump o sin él, tenemos que seguir trabajando para salir adelante”. 

Uno de sus pocos clientes, el señor Gumercindo Ramírez, de 68 años comentó sobre las acciones ordenadas en materia migratoria por el presidente Donald Trump: “Ese hombre está loco… Este país no come sin el trabajo de los inmigrantes”. 

“Nosotros somos los que trabajamos más duro para poner la comida en las mesas de todos”, dijo el anciano. “No vemos a otros más que mexicanos y latinos en los campos agrícolas; ya quisiera ver a un americano levantando las cosechas de uva o de fresa”. 

En esta nota

Redadas de ICE vendedores ambulantes
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain