El estrés en la niñez influye en la motivación social

El estrés infantil altera el cerebro, afectando la motivación social. Un estudio revela cómo la dopamina influye en la conducta y sugiere nuevas terapias

El estrés en la niñez influye en la motivación social

Mantener el sentido de la esperanza y un futuro positivo es lo que podría ayudar a los niños a mantener su bienestar. Crédito: Pixabay

Los neurocientíficos han dado un paso significativo en la comprensión de cómo las experiencias pasadas moldean el comportamiento futuro, especialmente en lo que respecta a la interacción social y la motivación.

Un estudio realizado en la Facultad de Medicina de la Universidad Tufts reveló que los acontecimientos estresantes en etapas tempranas de la vida pueden alterar la forma en que el cerebro procesa las recompensas, afectando la predisposición a buscar compañía o evitarla.

La investigación, publicada en The Journal of Neuroscience, sugiere que estas respuestas están mediadas por la señalización de dopamina en el mesencéfalo, lo que podría explicar por qué el abandono infantil y otros traumas pueden dar lugar a conductas antisociales en la edad adulta.

El equipo de científicos llevó a cabo experimentos en ratones para analizar la relación entre las experiencias tempranas y la motivación social. Descubrieron que la dopamina, el neurotransmisor clave en la percepción del placer y la recompensa, desempeña un papel central en este proceso.

En circunstancias normales, las interacciones sociales positivas generan un aumento en la actividad de las neuronas dopaminérgicas en el área tegmental ventral, una región del cerebro conectada con la amígdala basolateral y la corteza prefrontal, encargadas del procesamiento emocional y la toma de decisiones motivacionales.

Sin embargo, los ratones que habían experimentado negligencia materna en su infancia mostraban una actividad reducida en esta vía, lo que afectaba su disposición a interactuar con otros.

Para probar esta hipótesis, los investigadores utilizaron técnicas avanzadas de manipulación neuronal que les permitieron activar o inhibir artificialmente las conexiones dopaminérgicas entre el área tegmental ventral y la amígdala basolateral.

Interacción social

En una prueba de comportamiento clásica, se colocó a los ratones en un entorno donde podían elegir entre explorar un juguete o interactuar con otro ratón desconocido. Aquellos que tuvieron una crianza normal se sintieron naturalmente atraídos hacia la interacción social.

En contraste, los ratones que habían experimentado abandono infantil mostraban una tendencia a evitar el contacto social, optando en su lugar por el objeto inanimado o simplemente quedándose inmóviles.

Al activar artificialmente estas conexiones en los ratones con antecedentes de negligencia, se observó un aumento en su motivación social, sugiriendo que la disminución en la comunicación neuronal era la causa subyacente de su conducta evitativa.

Por otro lado, cuando se inhibieron estas neuronas en los ratones que crecieron sin adversidades, su comportamiento cambió drásticamente, comenzando a actuar como aquellos que habían sufrido abandono materno.

El hallazgo clave del estudio es que el estrés en la infancia no solo modifica la conducta de un individuo, sino que altera la arquitectura neuronal de manera permanente. Según Bradly Stone, investigador principal del estudio, la investigación demuestra que la evitación social no es simplemente una respuesta conductual aprendida, sino el resultado de un delicado equilibrio en la actividad neuronal que puede verse afectado por experiencias tempranas.

Stone destacó que el impacto del estrés en la infancia se manifiesta en la reducción de la cantidad de neuronas dopaminérgicas entre el área tegmental ventral y la amígdala basolateral, lo que sugiere una reorganización en la red neuronal que influye en la toma de decisiones emocionales.

Los resultados tienen implicaciones importantes para la comprensión de los trastornos psiquiátricos relacionados con el trauma infantil, como la depresión y la ansiedad social. Comprender cómo las experiencias pasadas afectan la química cerebral podría abrir nuevas vías para desarrollar intervenciones terapéuticas dirigidas a restaurar la función dopaminérgica en individuos afectados por la adversidad temprana.

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