Tres hijas con el corazón roto tras la detención de sus padres por ICE
Va para un mes que fueron arrestados por migración cuando se presentaron a su cita anual de supervisión

Gladys y Nelson González con sus hijas Stephanie, Jessica y Gabriela. Crédito: Stephanie González | Cortesía
Como cada año, Gladys y Nelson González se presentaron con una actitud positiva y sin miedo a la oficina de migración en la ciudad de Santa Ana para su cita de supervisión anual, solo que no contaban con que iban a ser detenidos y puestos bajo proceso de deportación rumbo a Colombia, su país natal.
Para ayudar a los padres de Stephanie con un donativo, visita su página en GoFundMe:Help My Parents Rebuild Their Lives in Colombia
“Honestamente mis padres no estaban ansiosos cuando fueron a su cita el 21 de febrero. Ellos son creyentes y confiaban en Dios. Nunca imaginaron lo que pasaría”, dice Stephanie González, hija de Gladys y Nelson.
Además – comenta que sus padres – se sentían seguros porque la nueva administración federal había anunciado que se iba a enfocar en el arresto de criminales, violadores y asesinos.
“Eso resultó una mentira”, dice Stephanie.

Fue su madre quien primero platicó con un oficial de migración, quien le dijo que todo estaba bien y que regresara al siguiente año.
“Mi mamá nos llamó a mis hermanas y a mí para darnos la buena noticia, y nos pusimos felices”.
Pero luego los hicieron esperar por cuatro horas para que su padre pudiera ver a un oficial de migración.
“Cuando por fin lo atendieron, el oficial fue muy cruel y arrestó a mis papás. No tuvo piedad. No les dio oportunidad de arreglar sus asuntos antes de sacarlos del país”.
Stephanie relata que sus padres habían estado en el sistema de la corte de migración por más de dos décadas, después de tratar durante años de obtener asilo, pero desafortunadamente – dice que fueron estafados por varios abogados quienes los asesoraron mal y presentaron documentación incorrecta.
“Debido a estos abogados fraudulentos, algunos ya no pueden ejercer leyes de migración, mis padres nunca pudieron defender su caso. El juez negó repetidamente su apelación para reabrir su expediente”.

Gladys y Nelson salieron de Bogotá, Colombia a Estados Unidos hace 35 años, escapando de la Guerra del Narco en su país. En el sur de California tuvieron a sus tres hijas, Stephanie de 26 años, Jessica de 33 y Gabriela de 23.
La hija mayor les dio a sus padres, un nieto.
Gladys tiene 56 años y Nelson, 59. La madre se dedicaba al hogar y estaba al cuidado de su nieto, mientras que Nelson trabajaba como flebotomista en el sector salud.
“Cuando ellos vinieron a este país, Colombia no era el lugar más seguro para vivir. Al llegar, presentaron una solicitud de asilo que nunca les concedieron, y debido al sistema de inmigración corrupto y arruinado que tenemos, nunca pudieron arreglar su estatus”.
A partir del arresto, Gladys y Nelson fueron llevados a diferentes centros de detención, y en la actualidad se encuentran bajo custodia en el estado de Louisiana.
“El proceso ha sido una pesadilla completa, porque migración no te informa nada. A mi papá después de tenerlo horas en un cuarto en Santa Ana, se lo llevaron a Adelanto, luego a Arizona y finalmente a Louisiana”.

A su madre la transportaron a Los Ángeles en medio de la noche, de ahí a San Diego donde estuvo por dos semanas, después a Arizona donde la mantuvieron 12 horas junto con un grupo de mujeres, sin comida, cama, cobijas, solo con un par de sillas metálicas.
Finalmente su madre fue trasladada a un centro de detención en Louisiana.
Stephanie dice que sus padres son muy fuertes; y durante su detención han tratado de esparcir la palabra de Dios y portarse bien.
“Están esperando que se los lleven a Colombia, y tratando de sacar lo mejor de la horrible situación que viven, pero cada día es un desafío”.

En ocasiones, sus padres están tristes y lloran; y otros se muestran muy enojados.
“Esto es debido al trato que reciben. Literalmente los consideran prisioneros no gente normal. A mis papás les parte el corazón que los encadenan de las muñecas a los tobillos como si fueran asesinos. No se merecen eso”.
Además, comparte que los centros de detención están súper llenos, sucios y malolientes.
“Mis padres tratan de no decirnos nada para no preocuparnos, pero mis hermanas y yo sabemos lo que están pasando”.

¿Qué va a pasar con sus padres?
Stephanie revela que han hablado con más de 30 abogados, pero no han podido hacer nada porque la migración tiene a sus padres en proceso de deportación, y no son elegibles para salir bajo fianza o ver a un juez.
“Es una locura, hemos visto que liberan con fianza a gente con antecedentes criminales. ¡Es ridículo! Mis padres no tienen ese historial, han sido buenos ciudadanos, pagan impuestos, trabajan y sirven a la comunidad”.
Dice que su abogado les dijo que lo mejor que pueden hacer es ayudar a sus padres a prepararse para comenzar una nueva vida en Colombia, porque van a ser deportados.
Ante su inminente expulsión del país, Stephanie dice que ofrecieron a las autoridades de migración, pagar de inmediato los boletos de avión de sus progenitores rumbo a Colombia y que un oficial los escoltara al aeropuerto. La propuesta fue rechazada.
“Queríamos evitar que siguieran en esos centros horribles de detención y ahorrarle dinero al gobierno, pero el corrupto sistema de migración no aceptó y nos dijeron que los deportarán cuando ellos puedan. Los quieren seguir teniendo como prisioneros”.

Mientras tanto, Stephanie confiesa que se siente enojada por el maltrato hacia sus papás en un país construido por trabajadores inmigrantes que no son apreciados.
“Mi corazón está destrozado. Mis padres nunca volverán a ser los mismos. Esto ha sido traumatizante para nuestra familia. No puedo imaginar lo que ha sido para ellos”.
Admite su frustración ante un sistema que no les dio a sus padres, una oportunidad justa de obtener una ciudadanía debido a abogados y jueces horribles.
Stephanie y sus hermanas abrieron una cuenta en el sitio GoFundMe para recaudar fondos que los ayuden a empezar una nueva vida en Colombia.
“Tienen que encontrar un empleo y un lugar dónde vivir. Nosotros estamos haciendo todo lo posible por arreglar los asuntos que dejaron pendientes, venderles sus carros, y ver como mi hermana y yo, vamos a hacer para pagar la renta del departamento que compartíamos con nuestros papás”.
Dice que tan pronto como sean deportados a Colombia, viajarán para verlos y darles todo su apoyo.
“Su vida entera estaba aquí con su familia, su iglesia, su comunidad y su hogar. Les espera un cambio enorme”.

Pese a todo, Stephanie dice que se siente muy orgullosa de ser hija de padres inmigrantes, y quiere pasar la voz de lo que han vivido, para crear conciencia de lo injusto, cruel y corrupto que es el sistema de migración.
“Quieren gastar miles de millones de dólares en deportaciones masivas cuando ese dinero debería usarse para otra cosa. Los inmigrantes no merecen este trato. Es inhumano, es cruel. Rezo para que se haga justicia y que algo cambie en nuestro sistema de inmigración y en nuestro gobierno”.
Para ayudar a los padres de Stephanie con un donativo, visita su página en GoFundMe:Help My Parents Rebuild Their Lives in Colombia