Despertarte más temprano puede ayudarte a ser más feliz: estudio
Despertar con la luz solar mejora el sueño y la felicidad. Japón lo aplica, pese a su crisis de descanso. La ciencia respalda este enfoque natural

El experto recomienda levantarse en cuanto suena la alarma y evitar a toda costa posponerla. Crédito: Plateresca | Shutterstock
Cada día comienza con una elección aparentemente simple, la hora en la que decidimos despertar. Sin embargo, investigaciones recientes en el campo de la cronobiología revelan que esta decisión puede tener un profundo impacto en nuestra salud física, mental y emocional. Despertar temprano, en sincronía con la salida del sol, no solo mejora la calidad del sueño, sino que también está relacionado con mayores niveles de bienestar y una vida más longeva.

Diversos estudios científicos han demostrado que las personas que se despiertan al amanecer tienden a experimentar un incremento en la producción de endorfinas, las conocidas “hormonas de la felicidad”. Esta alineación con los ritmos naturales del cuerpo parece influir en el estado de ánimo, el metabolismo, la energía diaria e incluso en la esperanza de vida. Aunque el consejo de levantarse temprano no es nuevo, la ciencia está confirmando con mayor precisión sus beneficios.
Uno de los modelos más interesantes en torno al vínculo entre el sueño y el bienestar es Japón, un país que ha cultivado durante siglos una relación particular con los ciclos naturales. Allí, muchas personas ajustan su hora de despertar según la estación, en invierno suelen levantarse cerca de las 7:00 a. m., mientras que en verano, el día comienza entre las 5:00 y 6:00 a. m. Esta costumbre no solo responde a razones prácticas, sino también a un profundo entendimiento de los efectos de la luz solar en el cuerpo humano.
Las mañanas japonesas suelen transcurrir en calma. No es extraño que comiencen con ejercicios suaves, lectura, meditación o caligrafía. Estas actividades, alejadas del frenesí matutino típico de muchas culturas occidentales, ayudan a reducir el estrés y preparar al cuerpo para una jornada más equilibrada. Aunque estos hábitos promueven el bienestar, Japón también enfrenta una realidad contradictoria, una crisis silenciosa de falta de sueño.
Según cifras recientes del Ministerio de Salud japonés, el promedio de sueño en adultos es de 7 horas y 22 minutos por noche, casi una hora menos que el promedio mundial. Esta privación crónica de sueño se asocia con un mayor riesgo de enfermedades como obesidad, diabetes y depresión. Para revertir esta tendencia, el gobierno japonés ha lanzado una guía nacional que promueve una mejor higiene del sueño desde la infancia hasta la vejez.
Entre sus recomendaciones destaca el establecer tiempos adecuados de descanso por edad, entre 10 y 13 horas para niños pequeños y entre 8 y 10 horas para adolescentes. También se aconseja que las personas mayores no duerman más de 8 horas, ya que el exceso de sueño se ha vinculado con enfermedades neurodegenerativas. Además, se sugiere comenzar el día con exposición a la luz natural y evitar las pantallas electrónicas antes de dormir.

Una práctica tradicional aún vigente en Japón es el llamado “sueño segmentado”, que consiste en dividir el descanso en dos fases, dormir unas pocas horas al inicio de la noche, interrumpir brevemente el sueño para una actividad tranquila, y luego continuar descansando hasta el amanecer. Aunque este modelo puede parecer poco convencional, quienes lo siguen afirman sentirse más renovados y con mayor energía.
Para quienes deseen mejorar su descanso, los expertos recomiendan realizar cambios progresivos en la rutina nocturna. Adelantar la hora de acostarse gradualmente, reducir la exposición a la luz azul de los dispositivos electrónicos, y practicar actividades relajantes antes de dormir son pasos clave para lograr un sueño de calidad. Más allá de las horas dormidas, lo que realmente importa es cómo nos sentimos al despertar.
Alinear nuestro reloj biológico con la luz solar, como lo hacen muchas personas en Japón, podría ser una clave ancestral redescubierta por la ciencia moderna. En tiempos donde el descanso se ha vuelto un lujo, recuperar el vínculo con los ritmos naturales del día podría ser el primer paso hacia una vida más saludable, equilibrada y feliz.
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