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Jornaleros entre el miedo y la escasez de trabajo

Temen no solo a Trump sino que la oferta de empleo ha bajado mucho, y no faltan los contratistas que les quieren pagar por debajo del mínimo

Jornaleros en busca de trabajo afuera de un Home Depot en Los Ángeles.

Jornaleros en busca de trabajo afuera de un Home Depot en Los Ángeles. Crédito: Araceli Martinez Ortega | Impremedia

Jacinto describe como “muy triste” el panorama alrededor de la tienda Home Depot del barrio Westlake de Los Ángeles, a donde acude todos los días en busca de empleo.

“No solo es el miedo a la Migra sino que hay muy poco trabajo”, dice este inmigrante mexicano que se gana la vida como jornalero.

El temor de los inmigrantes indocumentados a buscar empleo afuera de las tiendas y en ciertas esquinas o hasta en los mismos centros de trabajo para jornaleros, se ha incrementado a partir del regreso de Donald Trump a la presidencia.

El miedo alcanzó niveles de terror a partir de una redada afuera de un Home Depot en la ciudad de Pomona efectuada en abril pasado, que dio como resultado el arresto de un número indefinido de jornaleros.

Jacinto entra al Centro para Jornaleros de CARECEN en busca de empleo.
Crédito: Araceli Martinez Ortega | Impremedia

Alarma entre los jornaleros

Como muchos jornaleros entrevistados para esta historia, Jacinto pide que no se revele su nombre completo ni se muestre su cara. Está muy alarmado por los arrestos y la retórica antiinmigrante del presidente.

A sus 48 años tiene mucho que perder con una deportación, dice.

Es padre de tres hijos nacidos en Estados Unidos, de 22, 18 y 14 años. Hace 28 años dejó su ejido en la sierra norte de Sinaloa en busca de una mejor vida. En más de dos décadas de vivir en este país, no se le ha presentado la oportunidad de obtener la residencia.

Jacinto llega temprano al Centro para Jornaleros de CARECEN y se apunta en una lista, esperanzando de que ese día los empleadores lleguen en busca de trabajadores que los ayude con tareas de pintura, construcción, limpieza, jardinería, demolición y lo que se necesite.

“Yo prefiero venir al Centro a esperar aquí que buscar empleo en la calle fuera del Home Depot. Es peligroso a como están las cosas”.

Dice que le entró el miedo a raíz del regreso de Trump, y porque les advirtieron que las cosas para los inmigrantes no se veían bien. 

“Me levanto a las cinco y media de la mañana. Salgo preocupado todos los días de mi casa; y luego de dejar a mi esposa en el trabajo y a mi hija a la escuela, llego antes de la ocho de la mañana al centro para jornaleros y aquí estoy hasta las dos, tres de la tarde, deseando que alguien me contrate ese día”.

Admite que por momentos se llena de pánico, pero en unos minutos recupera la compostura y se tranquiliza.

“Me digo a mí mismo que si va a pasar algo, ¡qué pase! Si nos llega a tocar, hay que esperar para ver si nos puede ayudar a que no nos deporten. Si no, ¡ni modo! Nos aconsejan que en caso de una detención, no abramos la boca ni digamos nada; y nos han dado una tarjeta roja con nuestros derechos”.

Jornaleros participan en una plática en el Centro para Jornaleros de CARECEN.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Cuando Jacinto supo de la redada de la patrulla fronteriza en Pomona el mes pasado, se compadeció de los jornaleros arrestados. “Pensé que no me gustaría estar en sus zapatos”.

El miedo a la cacería antiinmigrante de Trump se ha visto agravado con la escasez de trabajo.

“Conozco varios lugares, en varias esquinas de Los Ángeles, donde los jornaleros se juntan a buscar empleo, pero no me atrevo a ir por miedo a que nos caiga la Migra”. 

Ante el acoso de Trump contra los inmigrantes, Jacinto confiesa que no les queda otra más que encomendarse a Dios.

“Yo así lo hago. Me preocupa que me saquen del país por mis dos hijos chicos de 18 y 14 años, y al de 22 le ayudó a pagar su universidad en Wisconsin”.

Jorge Nicolás, director del Centro para Jornaleros de CARECEN.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Incertidumbre y desolación

A diferencia de otros años, no se observan tantos inmigrantes en busca de empleo en el Centro para Jornaleros de CARECEN.

“Después de las redadas de Pomona, el ambiente es de bastante incertidumbre, desolación y escepticismo. Muchas trabajadores tienen miedo de que los detengan sobre todo porque se han llevado hasta residentes permanentes y personas documentadas”, dice Jorge Nicolás, supervisor del Centro para Jornaleros de CARECEN.

“La redada contra los jornaleros de Pomona fue un ataque a un grupo de personas que estaban buscando trabajo para proveer por sus familias”.

Aunque Los Ángeles es una Ciudad Santuario, Nicolás sostiene que no saben hasta qué extensión pueda prevenir los arrestos de inmigrantes, ya que han visto que se da la colaboración de las policías locales con migración.

“Hay mucha confusión, y la confusión genera miedo. Se empezó a sentir más a partir de las redadas de Pomona, pero realmente nuestra comunidad nunca ha dejado de vivir con zozobra”. 

Dice que el sobresalto ha sido una constante desde las deportaciones de Obama, en el primer mandato de Trump y luego con Biden.

“Nunca ha dejado de haber deportaciones. No ha habido un alivio migratorio ni una excepción. La diferencia entre las administraciones demócratas y la de Trump, es la forma tan grotesca de hablar y expresarse de este presidente, y exhibirse como si atrapar y deportar inmigrantes fuera un trofeo”. 

Nicolás dice están pasando tantas cosas que por momentos no entienden.

“Lo único que todo mundo ve, es que estamos deportando gente; y volviendo a los los 80s y 90, cuando hacian correr a los inmigrantes. Este presidente lleva a cabo su cacería con el afán de sentirse grande e infligir miedo, pero este sentimiento siempre ha estado ahí latiendo”.

Los jornaleros viven con miedo a buscar trabajo en las esquinas.
Crédito: Araceli Martinez Ortega | Impremedia

La economía y los jornaleros

Los operativos de Trump han afectado la economía incluso los festejos como el Día de la Madre cuando muchos inmigrantes prefirieron quedarse en sus casas.

“Mucha gente ya no está buscando arreglar sus casas, poner su jardín bonito, y eso afecta a los jornaleros, que son quienes hacen esos trabajados, y se daña a la economía local porque hay menos dinero para gastar”.

Nicolás considera que la economía estadounidense se está yendo por el drenaje y cae a niveles nunca antes vistos.

“Estamos dejando de ser una potencia mundial en cuestiones económicas. Sin embargo, nos siguen viendo como si los inmigrantes fueran el problema. No tenemos empleadores como antes; y los trabajadores de la industria de la construcción que venían acá por trabajo, están buscando otras oportunidades como ventas de flores y empleo ambulante”. 

Qué hacer frente a la embestida de Trump

Nicolás aconseja a los jornaleros que se organicen, se unan y se comuniquen para que se ayuden unos a los otros.

“Es muy difícil la situación. Busquen los centros para jornaleros de CARECEN, IDEPSCA (Instituto de Educación Popular del Sur de California) y NDLON (la red nacional de jornaleros”.

También recomienda tener a la mano el teléfono 1-888-624-4752 de la Red de Respuesta Rápida de Los Ángeles para en caso de una emergencia, a partir de que se detecte la presencia de los agentes de migración en algún barrio.

Jornaleros en busca del empleo en el Home Depot de Los Ángeles.
Crédito: Araceli Martinez Ortega | Impremedia

Buscar trabajo con miedo

Si los jornaleros que busca trabajo en el Centro de CARECEN están consternados, los que se apuestan en las proximidades del Home Depot, lo están aún más.

Raúl, un inmigrante guatemalteco de 28 años, desconfía de medio mundo.

“La gente tenemos mucho miedo no solo de que llegue la Migra sino de que alguien nos vaya a reportar”, admite.

Este joven padre de tres hijos a quienes dejó en Guatemala para venir a trabajar a Los Ángeles, justo está batallando para mandarles el sustento diario.

“A veces hay trabajo, a veces no. Está complicado”, dice en estado de alerta, mirando para todos lados, y preguntándose si la reportera no será una soplona que lo vaya a delatar ante migración.

Un grupo de tres amigos guatemaltecos que busca empleo afuera del McDonald se muestra más abierto a hablar de su experiencia.

“Siempre me ha ido bien como jornalero, pero con Trump ha bajado la economía y el empleo. Hay semanas que agarro trabajo cuatro días seguidos. Depende de la suerte”, dice este inmigrante guatemalteco, quien es de los pocos que se atreven a dar su nombre.

“Me llamo Julio Hernández. Soy casado y tengo cuatro hijos. El más chico tiene 11 años. Hago trabajo de jardinería, limpieza y construcción”.

La verdad – dice – trata de no andar con miedo. “Lo que Dios nos da, lo cuidamos y no lo malgastamos”, dice Julio, quien desde la 6:30 de la mañana ya anda rondado el Home Depot tras un empleo.

Anselmo de 52 años dice que él solo confía en Dios.

“Si me toca que me agarre migración, va a pasar aunque nos escondamos, mientras nosotros seguimos luchando”.

Este inmigrante guatemalteco, quien lleva 20 años en Los Ángeles, tiene dos poderosas razones para luchar, dejar el miedo a un lado y levantarse muy temprano tras el pan de cada día.

“Tengo dos hijos de 17 y 14 años. Ellos nacieron aquí y están estudiando”.

Otro jornalero de 40 años, quien se identifica con el nombre de Gabi, dice que cuando él se queda sin trabajo, se va al Home Depot a ver que le cae.

“Tenemos que buscar el modo de ganarnos la vida confiando en Dios que nos ha dado la vida. Sin él no somos nada”, dice Gabi, quien lleva siete años en el país y es padre de dos hijos.

Asegura ser un padre responsable cuyo deber es ver por su familia.

“Cuando no tengo trabajo, a las 6:30 ya estoy afuera del Home Depot deseando que algún contratista llegue y me lleve a laborar. Venimos a este país a luchar, a trabajar, a meterle”.

Añade que ahora los negocios están lentos, pero hay que aguantar. 

“El trabajo está malísimo. La economía venía cayendo, y al entrar Trump se complicó todo”.

Jornalero afuera del Home Depot de Los Ángeles. (Araceli Martínez/La Opinión)

En los 26 años que el salvadoreño Roberto lleva como inmigrante en Estados Unidos, 24 ha sido jornalero.

“Con Trump las cosas están más difíciles. Hay más gente que no tienen trabajo, pero tiene miedo de buscar en las calles por las deportaciones”.

A él, dice, Trump ‘le hace los mandados’. No le teme.

“Ya ganó una vez Trump y no hizo nada. Siento que California está más protegida. Si vienen aquí afuera del Home Depot a querer levantarnos, se le van a ir encima los organismos que defienden a los latinos como CARECEN, los mexicanos”.

Pero si acaso se atreven a lanzar una redada, dice que él se va a echar a correr, o se va esconder, si es preciso abajo de un carro.

“Nadie se quiere ir de este país. Yo estoy aquí para ayudar a mi abuela en El Salvador. Cada semana le mando su dinero y le tengo su refrigerador lleno para que no pase hambre. También apoyo a mi hijo. El tiene 27 años, pero está enfermo. Necesita diálisis que cuestan $175 cada semana. No puedo tirar la toalla tan fácilmente”.

Así que yo sigo aquí, esperando a los patrones que vienen al Home Depot a comprar materiales.

“Nomás los oigo que nos llaman y nos dicen, ¿quieres ir a trabajar? ¡Vámonos! les digo. No la pienso”.

Jornaleros afuera del Home Depot de Los Ángeles.
Crédito: araceli martinez ortega | Impremedia

Acoso constante

Un jornalero de Querétaro, México, reconoce que el trabajo ha bajado mucho para los jornaleros.

“Sí me da miedo que me agarre la Migra, pero me lo aguanto por mis dos hijos de 16 y 11 años. Tenemos que salir adelante. Ahora hay más temor que en el primer término de Trump, pero la necesidad de comer, nos hace guardar nuestras angustias”.

Al pavor a Trump y a la escasez de trabajo, se suma el problema de los agentes de seguridad que no quieren que los jornaleros se coloquen en el estacionamiento de Home Depot. Una y otra vez, van y los sacan bajo amenaza de llamar a la policía y a migración, si no se salen.

“Tenemos un serio problema con los agentes de seguridad. Son muy racistas. Nos vienen a molestar, uno se defiende, y te echan a la policía. A un amigo le patearon el café, y reaccionó lanzándoles una patineta, terminaron por criminalizarlo”, dice Julián, un jornalero, situado en la banqueta de Home Depot.

Teléfono para reportar la presencia de la Migra. (Araceli Martínez/La Opinión)

Contratistas aprovechados

Mientras que Elio Fuentes, un guatemalteco de 47 años, quien lleva dos años en el país, no niega el espanto que le provocan las acciones de Trump.

“Yo soy cristiano, trato de no involucrarme en ningún mal hábito, ni meterme en problemas. Vine con el afán de apoyar a mi familia, a mi esposa y mis hijos de 9, 11, 15 y 19. No vengo a hacerle daño a nadie”. 

Admite que todo lo que anhela es trabajo sin descanso, incluyendo los domingos, pero por ahora se ha reducido mucho.

“La falta de empleo y el ambiente creado por Trump ha hecho que muchos contratistas tomen ventaja de la situación, y no nos quieren pagar ni el salario mínimo. ‘Vos sos inmigrante. No tienes papeles, nos dicen’; y entonces nos quieren pagar $13, $14 por hora cuando el salario mínimo en Los Ángeles es de $17.87”.

Elio dice que no les queda otra más que aguantar, y pedirle a Dios que les dé fuerzas y trabajo.

“Cuando bien nos va, agarramos trabajo dos o tres días a la semana. Cuando no, aquí estamos desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde”.

Por ahora, Elio dice que no hay otra opción más sobrellevar la tempestad, venciendo el miedo y arriesgándose a lo que venga, con tal de conseguir empleo para sostener a sus familias.

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