Combatir la crisis del fentanilo en “América” (Parte I)
Este análisis explica cómo las estrategias de EE.UU. dependen de la militarización y la posibilidad de intervención militar en países como Venezuela y México
La Fuerza Aérea vuela con un avión F-35B Lightning II en el área de responsabilidad del Comando Sur de EE.UU. Crédito: U.S. Air Force | AP
El presente análisis explora estrategias efectivas para combatir la epidemia de drogas en Estados Unidos—generalmente conocida como “crisis del fentanilo”—tras la designación, por parte del gobierno estadounidense, de los principales cárteles de la droga y otras pandillas o grupos criminales latinoamericanas como organizaciones terroristas extranjeras (FTOs, por sus siglas en inglés).
El texto detalla las graves desventajas de los enfoques recientes diseñados para abordar este problema y anticipa la inutilidad de una acción militar unilateral por parte de Estados Unidos contra los cárteles latinoamericanos. También explica cómo las estrategias lideradas por Estados Unidos que han dependido fuertemente de la militarización (como el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida) y la estrategia de decapitación de organizaciones criminales (kingpin strategy), así como la posibilidad de intervención militar en países como Venezuela y México, son ineficaces para atender un fenómeno muy complejo.
El problema del tráfico de drogas en nuestro continente involucra en realidad redes criminales organizadas como sistemas complejo-adaptativos y también es un indicador de una grave crisis de salud pública en Estados Unidos. El presente texto se centra en la necesidad de mejorar las relaciones interamericanas y recomienda pasos concretos para mitigar, de manera más efectiva, la llamada crisis del fentanilo y la violencia relacionada con el tráfico de drogas en América Latina. Finalmente, propone una estrategia integral para enfrentar este problema, enfocada en sus causas de raíz en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos.
Introducción / Contexto
Estados Unidos enfrenta hoy una enorme crisis de adicción a las drogas o epidemia de drogas sintéticas, donde el fentanilo continúa siendo la principal causa de muertes por sobredosis. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), durante tres años consecutivos (2021–2023) las muertes por sobredosis superaron las 100,000 (superando el número de muertes por accidentes de tránsito y por armas de fuego). Aunque estas cifras han disminuido ligeramente en fechas recientes, permanecen aún en niveles extremadamente altos y revelan un grave problema de salud pública en Estados Unidos que no ha sido atendido adecuadamente en las últimas décadas. Desde la declaración de la “guerra contra las drogas” por el expresidente Richard Nixon en 1971, los esfuerzos para limitar la entrada de drogas ilícitas al país han sido ampliamente infructuosos. Considerando la lógica de la política antidrogas estadounidense y su influencia (y/o imposición) en el resto del continente, así como los resultados pasados de acciones relacionadas, es previsible que los enfoques para combatir la crisis del fentanilo en la segunda era de Trump vuelvan a fallar. El enfoque denominado “anti-narcoterrorista”, que incluye acción militar estadounidense contra los cárteles en otros países del continente americano, probablemente no reducirá el consumo de drogas en Estados Unidos y podría tener repercusiones negativas severas para la relación entre Estados Unidos y sus socios regionales.

Argumento principal
Las políticas antidrogas estadounidenses centradas en la oferta, tales como la denominada kingpin strategy (o el enfoque en los jefes de organizaciones criminales), han demostrado ser ineficaces para atender la epidemia de drogas en el país. Hace falta un enfoque en la demanda y distribución de drogas sintéticas dentro de Estados Unidos, lo cual debe considerarse para implementar una estrategia antidrogas integral exitosa. Además, es clave reconocer que cuando hablamos de cárteles de la droga latinoamericanos, no nos referimos a oligopolios ni a un conjunto de corporaciones criminales, sino a una red de actores y negocios ilícitos (locales y transnacionales) que forman sistemas complejos adaptativos. Por ejemplo, la reciente reconfiguración del Cártel de Sinaloa—que mantuvo continuidad operativa pese a la decapitación de liderazgos (como la captura de “El Chapo” Guzmán en 2016 y la eventual detención de “El Mayo” Zambada en 2024)—demuestra la resiliencia e inteligencia distribuida que caracteriza a estos sistemas adaptativos. Además, la capacidad de la organización para absorber pérdidas de liderazgo, sostener operaciones logísticas y realinear alianzas cruzando fronteras ejemplifica comportamientos emergentes dentro de una red compleja.
En este contexto, comprender el problema requiere el uso de la teoría de la complejidad, la criminología de redes y el pensamiento sistémico. Asimismo, los mercados de drogas en Estados Unidos involucran a múltiples actores dentro del país que no son formalmente miembros de cárteles latinoamericanos (incluyendo distribuidores locales, empresas de transporte, autoridades corruptas, entre otros). El enfoque actual para combatir la crisis del fentanilo requiere más que una ofensiva contra los cárteles y otras pandillas criminales latinoamericanas (ahora consideradas organizaciones terroristas extranjeras o FTOs), ya que una cadena de suministro global alimenta la adicción dentro del país. Por lo tanto, se debe implementar una estrategia integral considerando que la epidemia de fentanilo es parte de una crisis de salud pública y que los llamados cárteles no son organizaciones con estructura piramidal ni liderazgos bien definidos, sino que están estructurados como redes. El enfoque actual—que marca un punto de inflexión en la gobernanza de la seguridad regional—muy probablemente fallará. Debería ser descartado.
Contexto de política pública
El primer día de su segundo mandato, Donald Trump firmó la Orden Ejecutiva 14157, a través de la cual designó a varios cárteles mexicanos y otros grupos criminales latinoamericanos (como la Mara Salvatrucha y el Tren de Aragua) como organizaciones terroristas extranjeras; la lista se ha expandido desde entonces. Posteriormente, el gobierno estadounidense revocó visas de políticos y congeló activos de individuos y organizaciones presuntamente vinculados a actividades de los cárteles. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos también señaló a tres instituciones financieras mexicanas supuestamente ligadas al lavado de dinero para los cárteles. La administración de Trump también ha considerado operaciones militares directas en el mar y en territorio extranjero contra estas organizaciones. Durante semanas, las fuerzas armadas estadounidenses han atacado embarcaciones frente a las costas venezolanas y Trump incluso evalúa una posible acción militar directa dentro de ese país. En general, el gobierno estadounidense ha intensificado las políticas de control de drogas centradas en la oferta (enfocándose en los cárteles) y mantiene una estrategia de decapitación de organizaciones criminales (enfocándose en los líderes) en el extranjero. Este enfoque no ha resuelto ni resolverá el problema de raíz y podría ser perjudicial para el país y sus vecinos en el continente americano.
En la segunda entrega, se explican posibles formas más efectivas para resolver este problema y se propone una estrategia integral para combatir la llamada crisis del fentanilo en la región.
Nota: Este artículo se publicó en inglés el 15 de noviembre del presente año como parte de la serie de “artículos de posición política” del Instituto Jack D. Gordon de Políticas Públicas de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés).
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