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Sam Altman y OpenAI quieren su propia “SpaceX” para competirle a Elon Musk en la carrera espacial de la IA

OpenAI quiere poner en órbita sus propios datacenters y para ello tiene pensado contar con su propia versión de SpaceX

Con este paso OpenAI se sumaria a Elon Musk y Jeff Bezos en la carrera espacial que es liderada por SpaceX

Con este paso OpenAI se sumaria a Elon Musk y Jeff Bezos en la carrera espacial que es liderada por SpaceX Crédito: Shutterstock

Sam Altman y OpenAI ya no solo quieren conquistar la inteligencia artificial: ahora también quieren competirle en serio a Elon Musk en su propio terreno, el espacio. La nueva obsesión del CEO de OpenAI pasa por tener algo parecido a una “SpaceX propia” para lanzar sus propios cohetes pero con un objetivo muy diferente: llenar la órbita de datacenters para IA.

Sam Altman vs Elon Musk: la rivalidad salta a la órbita

La tensión entre Sam Altman y Elon Musk viene de años atrás, marcada por la ruptura entre Musk y OpenAI y por visiones muy distintas sobre cómo debe avanzar la IA. Ahora, esa rivalidad dejó de ser solo discursiva y se está trasladando al espacio, con Altman buscando independencia total de SpaceX y de cualquier infraestructura controlada por Musk.

De acuerdo con información revelada por The Wall Street Journal, Altman intentó comprar Stoke Space, una startup de Seattle centrada en cohetes reutilizables. No se trata de turismo espacial ni de carreras a Marte, sino de algo mucho más frío y pragmático: cohetes para lanzar centros de datos al espacio y alimentar la IA de próxima generación.

Aunque las negociaciones con Stoke Space se enfriaron durante el otoño, el mensaje quedó clarísimo: OpenAI está explorando muy en serio opciones más allá de la estratósfera para alojar su infraestructura. Para Altman, depender de cohetes ajenos —y especialmente de un rival directo como Musk— simplemente no es una opción a largo plazo.

Datacenters en órbita: por qué el espacio es el “nuevo Silicon Valley”

La idea puede sonar a ciencia ficción, pero técnicamente tiene bastante sentido: la IA moderna devora energía, agua y recursos a un ritmo que ya incomoda incluso dentro del propio ecosistema tecnológico. Cada nuevo modelo más grande y más “listo” necesita más GPUs, más refrigeración y más energía, lo que convierte a los datacenters terrestres en auténticos monstruos de consumo.

En el espacio, el escenario cambia por completo:

  • La energía solar es prácticamente inagotable y constante, sin nubes, sin noche y sin la variabilidad climática de la Tierra.
  • El vacío ofrece un entorno ideal para la disipación de calor, convirtiéndose en una especie de sistema de refrigeración natural para hardware de alto rendimiento.
  • No hay comunidades alrededor que se quejen por el ruido, el consumo de agua o el impacto ambiental: los datacenters orbitales reducen la fricción política y social frente a grandes proyectos de infraestructura.

En términos simples, el espacio se perfila como el “paraíso” para servidores de IA, al menos desde la lógica de los gigantes tecnológicos. Altman lo entiende muy bien: si el futuro de OpenAI pasa por modelos cada vez más grandes, tener una red de datacenters en órbita puede convertirse en la ventaja estratégica definitiva.

La fiebre espacial tech y la respuesta de Elon Musk

Altman no es el único que mira hacia arriba. La industria vive una especie de “fiebre espacial de datacenters” que involucra a varios gigantes y veteranos del sector. Entre los proyectos que ya se mencionan están iniciativas como Suncatcher, que apuesta por satélites equipados con TPUs para computación en órbita.

Otros movimientos van en la misma línea:

  • Nvidia se ha aliado con Starcloud para montar un clúster de GPUs en el espacio, incluyendo sus codiciadas H100… literalmente flotando sobre nuestras cabezas.
  • Eric Schmidt, ex CEO de Google, está invirtiendo en Relativity Space con la mira puesta en lanzar centros de datos mediante cohetes impresos en 3D.
  • Jeff Bezos ha llegado a predecir que en unas dos décadas podríamos ver “ciudades flotantes” llenas de datacenters orbitando la Tierra.

Y claro, todo esto no podía pasar sin que Elon Musk opinara. Fiel a su estilo, el fundador de SpaceX respondió con un comentario directo: no hace falta reinventar la rueda, según él, porque bastaría con escalar los satélites Starlink V3 y que SpaceX se encargue de esa computación en órbita. El subtexto es claro: mientras otros planean, Musk asegura que él ya está volando.

Lo irónico es que, por ahora, Sam Altman todavía no tiene su propio cohete, mientras que Musk lleva años lanzando y recuperando vehículos espaciales de forma rutinaria. Pero si algo ha demostrado OpenAI es su capacidad para moverse rápido, encontrar socios estratégicos y convertir ideas futuristas en productos reales que cambian la industria.

Si Altman logra cerrar un acuerdo —ya sea retomando conversaciones con Stoke Space o sumándose a otra compañía aeroespacial— podríamos estar a las puertas de una nueva “guerra fría” tecnológica, esta vez en clave de IA espacial. En lugar de misiles, los protagonistas serían racks de servidores, GPUs y modelos de lenguaje flotando en órbita.

En ese escenario, la rivalidad Altman–Musk pasaría a un nuevo nivel: SpaceX y Starlink compitiendo contra una constelación de datacenters impulsados por OpenAI y sus aliados, con el espacio como el nuevo gran campo de batalla tecnológico. Y quién sabe, tal vez el siguiente paso sea una especie de “ChatGPT interestelar”, pensado para operar a escala planetaria… o más allá. En cualquier caso, una cosa queda clara: para la próxima década, la IA ya no solo se jugará en la nube, también se jugará en el espacio.

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