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Democracia a nivel local y federal

El efecto del dinero donado se nota en la postura política que los candidatos adoptan en el proceso electoral.

Jeb Bush.

Jeb Bush. Crédito: EFE

En las elecciones presidenciales los que dominan son aquellas personas y empresas que tienen mucho dinero. Nuestro sistema político ya no parece ser una democracia representativa sino un sistema de gobierno de los grupos de poder económico.

Hasta hoy, a más de un año de las elecciones presidenciales, los superpacs, organizaciones civiles encargadas de percibir dinero para ayudar a las campañas de los candidatos políticos, han acumulado más de 259 millones de dólares.
El superpac de Jeb Bush tiene alrededor de 100 millones de dólares para gastar en las elecciones primarias. La candidata favorita de los demócratas, Hillary Rodham Clinton, apenas ha podido acumular un poquito menos de la mitad de lo que logró su homólogo republicano.
La diferencia entre el superpac de Jeb Bush y la de Hillary Clinton está relacionada con las fuentes de acumulación de las donaciones. En el listado de Right to Rise -superpac de Jeb Bush- se observa que solo 21 individuos donaron más de $27.3 millones; es decir que cada una de estas personas depositaron un poco más de un millón de dólares a los “cochinitos” de Bush.

El efecto del dinero donado se nota en la postura política que los candidatos adoptan en el proceso electoral. Miguel Fernández, cubano-americano y enemigo de cualquier política amistosa con el gobierno de Castro en Cuba, donó tres millones de dólares a la campaña de Bush. Por su parte, el iraní-americano Ashang Ansary y su esposa donaron un millón. El candidato republicano se pronunció en contra de las relaciones diplomáticas con Cuba y también manifestó su repudio al tratado de armas nucleares con Irán.
En el lado demócrata, los organizadores del superpac que apoya la campaña de Hillary Clinton manifestaron que el 90% del dinero acumulado proviene de personas que donaron en un promedio de 100 dólares.
Sin embargo, para los grandes empresarios y millonarios de Estados Unidos –a pesar de que la mayoría son republicanos— lo importante es tener algún tipo de influencia en la Casa Blanca una vez que el candidato (republicano o demócrata) gane las elecciones.
Por lo tanto, su dinero también va dirigido a los candidatos demócratas. Como Hillary Clinton es casi la segura ganadora de las primarias de su partido político, los donantes millonarios no piensan dos veces y se enfilan al frente de su superpac para darle un poquito de su rico manjar de billetes verdes.

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