La ceguera dictatorial de Correa
El presidente se muestra desafiante porque sabe que controla cada grupo de poder en Ecuador
Cuenta la historia que mientras Roma sucumbía ante el flagelo del fuego, Nerón, en su palacio tocaba la lira y cantaba. Es complicado imaginarse a un emperador cantando jubiloso mientras miles de vidas son destruidas por el fuego, verdad?
Así de complicado es ver en estos días a Rafael Correa, presidente de Ecuador, trepado en una tarima cantando y bailando mientras a lo largo y ancho de todo el país, la policía reprime con brutalidad al pueblo que protesta.
Correa no ve más allá de lo que su ego le permite. Se refiere a los manifestantes como a unos pocos revoltosos, cuando se ha documentado que los manifestantes se cuentan por cientos de miles.
Se cobija bajo el manto de sus seguidores, muchos de ellos burócratas obligados a presentarse a “defender la democracia”. Se regodea orgulloso al ver decenas de miles de sus incondicionales aplaudiéndolo en la plaza grande, ubicada frente al palacio de gobierno. Plaza a la que solo tienen acceso los oficialistas. A la oposición no se le permite llegar ahí. Las barricadas de la policía son infranqueables y los efectivos se cuentan por miles.
En el primer día de protesta fueron detenidos varios dirigentes indígenas, y además una activista extranjera, Manuela Picq, a quien la policía arrestó por marchar, la cancillería le suspendió la visa y se encuentra en este momento esperando una audiencia de deportación.
El Ecuador vive un estado absoluto de falta de garantías constitucionales. Correa se muestra desafiante porque sabe que controla cada estamento de poder y de control en el país. La asamblea es una gallada de levantamanos sumisos. Los jueces están a su servicio. Los organismos de control están encargados de asegurar que no haya piedras en el camino del autoritarismo oficial. Tiene además bajo su control varias decenas de medios de comunicación, y a los que no pertenecen al Estado ecuatoriano, los mantiene a raya con una ley de comunicación que los tiene amordazados. Hasta ahora cuenta con la fidelidad de las fuerzas del orden.
Pero uno de los principales problemas que enfrenta Correa es la crisis económica. Con un precio del petróleo muy por debajo del que se proyectó en el presupuesto del Estado, el dinero escasea. Esto lo ha obligado a intentar cubrir el déficit con más impuestos y préstamos financiados con venta anticipada de petróleo, a precio de gallina robada.
El comienzo del fin de Nerón se da cuando los impuestos e incautaciones se multiplicaron.
Lo que ocurra en Ecuador es una historia que todavía está por escribirse, pero hay dos cosas que son bastantes claras, el país vive una dictadura disfrazada de democracia; y, el pueblo ecuatoriano se cansó y seguirá en las calles aunque Correa siga intentando minimizar la gravedad y el tamaño de la protesta.