LeBron James, más villano que nunca, se adueña del escándalo y de todos modos puede ser campeón de la NBA
Interminables disputas internas en los Cavaliers y una conducta desconcertante sólo hacen creer que otro fracaso le tiene aterrado
Incluso para los parámetros de LeBron James, el atleta más mediático del deporte de los Estados Unidos, la presente temporada ha sido de escándalo.
Desde su inconformidad con la gerencia de los Cavaliers por el tema de los fichajes, su insatisfacción con el entrenador David Blatt, al que al final se encargó de sacar del equipo, y su actitud de molestia hacia algunos de sus compañeros, la cual ha motivado innumerables versiones periodísticas de que “King James” también terminará corriendo de Cleveland a Kevin Love o Kyrie Irving.
Luego estuvo su escape al sur de Florida en plena temporada para “entrenar” junto a su excompañero del Heat y gran amigo Dwyane Wade. Y más recientemente su deseo expreso, y hasta de mal gusto, de volver a formar otro equipo de superestrellas, al mencionar a Wade, Carmelo Anthony (Knicks) y Chris Paul (Clippers).
Y así de revuelto el entorno, causó desvelo cuando se supo que James había dejado de seguir en sus redes sociales a los Cavaliers, su propio equipo, al que volvió antes de la temporada pasada para, en sus propias palabras, guiarlo a un campeonato que la ciudad no experimenta en deportes de ligas mayores desde hace medio siglo.
LeBron James la superestrella de la NBA, es un tema de mesa entera. LeBron de 2015-16 es punto y aparte, incluyendo cuando uno de los reporteros de la NBA con mayor acceso a información publica que James podría irse de Cleveland por segunda vez porque no está contento.
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Más villano que nunca
La temporada 2015-16 de la NBA ha sido memorable gracias a los Warriors de Golden State, y Stephen Curry y la larga y emotiva despedida de Kobe Bryant; incluso por la presencia de unos Spurs que lucen listos para descarrilar a Golden State en los playoffs y negarles, no el récord de más triunfos en una campaña, pero sí la posibilidad del bicampeonato.
Y de todos modos, es LeBron el tipo que genera no días esplendorosos de sol y brillantez, sino nubarrones de tormenta con un proceder errático y sospechoso. LeBron más villano que nunca, pero también más peligroso que nunca.
Que nadie se confunda. LeBron James está preparando el ataque de sus Cavaliers. Cleveland sigue siendo el mejor equipo de la Conferencia Este. James ha elevado su juego en semanas recientes como lo demostró el sábado en el Madison Square Garden con su triple-doble número 42, y su equipo parece tener camino libre en los playoffs para regresar a las Finales, mientras del otro lado del país hay promesa y hasta garantía de una desgastante guerra sin cuartel entre los pesos completos.
A LeBron le urge ganar el campeonato más que a nadie. Ha perdido las anteriores dos Finales (una con Miami y otra con Cleveland) y en total suma cuatro derrotas en series por el título. La posibilidad de otro descalabro debe tenerle inquieto, o ¿aterrado? Y tal vez por eso su maquiavélica conducta que, aunque confusa, tiene un solo objetivo: ganar, a la buena o a la mala.