La inesperada salvadora de la música indígena de México
En los años 40 y con una grabadora de 130 kilos, una joven estadounidense se enamoró de los sonidos del país. A 100 años de su nacimiento, parte de su recopilación de más de 2 mil canciones está disponible en internet
De no ser por una veinteañera estadounidense que casi por casualidad terminó realizando grabaciones históricas, es probable que buena parte de la música indígena mexicana se hubiera perdido.
Henrietta Yurchenco fue una pionera y dejó un legado musical único, pues la música indígena mexicana no había sido registrada hasta su llegada al país, a comienzos de la década de 1940.
Yurchenco ocupó gran parte de su vida a la tarea de lograr que la música del pasado pudiera ser escuchada en el futuro. Y para ello debió grabar en lugares no del todo accesibles.
“Para los mexicanos es total y absolutamente invaluable, porque fue la primera mujer que se dio a la tarea de grabar música tradicional de nuestro país, que la reconoció como tal, como parte de una historia musical cultural de un pueblo”, le dice a BBC Mundo Lidia Camacho, directora de la Fonoteca Nacional de México.
El despertar del interés
Originaria de New Haven (Connecticut) y con futuro como pianista, estudió en la Escuela de Música de Yale, donde conoció a su marido Basil Yurchenco.
Este pintor con raíces argentinas tendría una influencia decisiva en el vínculo de la etnomusicóloga con las artes.
En los 30 se mudaron a Nueva York, se convirtió en locutora de radio y comenzó a interiorizarse de la música folclórica internacional.
En la ciudad conoció al pintor mexicano Rufino Tamayo e inspirada por sus relatos sobre la tradición cultural mexicana decidió viajar al país en 1941.
Volvió tiempo después acompañada por un ingeniero de sonido y más de 130 kilos en equipos para grabar.
“Me dijo que quería venir a México con su grabadora. ¿Le podía arreglar un viaje de campo a algún sitio? Mi corazón latió con fuerza, ¡tal vez ahora conseguiría hacer lo que estaba en mi subconsciente desde que llegué!”, escribió Yurchenco en sus memorias.
Lo que comenzó con el registro de los cantos de los indígenas purépechas de Michoacán siguió, años después, con un proyecto formal coordinado por el Instituto Indigenista Interamericano para grabar discos de música indígena de México y Guatemala.
Terminó recopilando más de 2,000 grabaciones en 262 discos que obtuvieron el reconocimiento de ser integrados al Programa Memoria del Mundo de la Unesco.
En el centenario del nacimiento de Yurchenco, fallecida en 2007 a los 91 años, la directora de la Fonoteca Nacional destaca su legado.
Hace hincapié en en el hecho de que se trata de grabaciones de “muy diversa índole” de una “extraordinaria mujer, una viajera incansable, de una mujer fuera de serie para su época”.
La institución lanzó un sitio web dedicado a la figura de la estadounidense. Haz clic aquí para visitarlo.
Escucha algunos ejemplos:
“Se hubiera perdido”
Desde los sonidos de instrumentos autóctonos, hasta los coros y solos de festividades religiosas y paganas, pasando por sones fúnebres y cantos prehispánicos de chamanes, los registros de Yurchenco incluyen varios géneros y formatos musicales.
Las grabaciones abarcan a comunidades huicholes en Jalisco, seris y yaquis en Sonora, rarámuris en Chihuahua, coras en Nayarit y tzeltales y tzotziles en Chiapas, además de las etnias quiché, kekchí, ixil y tzutujil en Guatemala.
Yurchenco se sintió inspirada por Rufino Tamayo.
Con el afán de preservar manifestaciones sonoras alrededor del mundo, el trabajo de la etnomusicóloga no se limitó a México, sino que además realizó tareas del estilo en Ecuador, España, Guatemala, Irlanda, Marruecos y Puerto Rico.
Para Camacho, el rol de Yurchenco fue crucial.
“Mucho se hubiera perdido porque en realidad sinceramente en el país no había el interés (…) Si no se hubiera despertado el interés, hubieran pasado más años y muchas de esas tradiciones muy probablemente se hubieran perdido”.