De Sabina y sus demonios

El cantautor español habla de su vida y de la primera gira que lo trae a EEUU

No importa cuántos demonios posean a Joaquín Sabina. Este ” pajarraco” español no puede evitar que el sentido del humor brote en una conversación con él.

“Justo en estos días estamos componiendo canciones nuevas Joan Manuel [Serrat] y yo; las grabamos en septiembre y en marzo empezamos una gira. Yo espero que pasemos por Estados Unidos esta vez”, comenta el cantante durante una entrevista telefónica hace unos días.

Sabina, el poeta, el trovador, adoración sobre todo de la generación que escuchaba música ochentera, está en su casa de Madrid.

Dice que está recostado en un sofá, seguramente con una infusión -como se le llama al té en España- a un lado, y un libro sin terminar al otro. Porque eso sí, se considera un gran lector, sobre todo de poesía.

La charla comienza con un reproche, del que él no es culpable, pero que poco se puede entender considerando que es uno de los más grandes cantantes y compositores de habla hispana.

Y considerando también que muchas ciudades de Estados Unidos son como una extensión de Latinoamérica.

“Yo me he dedicado muchos años a viajar por todo América Latina, porque que era un continente que me encantaba, porque se hablaba mi lengua, donde había un público muy hambriento de canciones, de poesía, de arte, [con ganas] de compartir, muy cómplice, y la verdad no tenía huecos en mi agenda para ir a Estados Unidos”, reconoce.

“Pero la verdad, verdad, verdad de las verdades, es que tampoco me habían llamado. Ahora me han llamado y hemos encontrado un hueco y estamos encantados de ir”.

En mayo tuvo que cancelar la gira que lo traería por primera vez a este país; se debió a un problema estomacal por el que el doctor le prohibió viajar.

Es algo en lo que no quiere abundar, pero al fin la razón por la que tuvo que reprogramar la visita, que lo trajo el domingo a Nueva York, el jueves lo trae a Los Ángeles y el 26 a Miami.

Viene preparado con decenas de sus poemas-canción, no solo los temas de Vinagre y rosas -su disco más reciente, lanzado en 2009-, porque como sabe que mucho del público que asistirá nunca ha estado en uno de sus conciertos, prefirió preparar un repertorio que se paseará por todos sus discos, “una especie de antología de lo que hemos hecho en los últimos 25, 30 años”.

Por cierto, lo de “pajarraco” es porque Sabina espera repetir en este país Dos pájaros de un tiro, gira que llevó a su entrañable amigo y compadre, Joan Manuel Serrat, y a él hace unos años por muchas ciudades del mundo.

Pero como para entonces ambos estarán un poco “más viejos y más pajarracos, ahora será Dos cuervos de un tiro“.

Actualmente ambos creadores están componiendo a cuatro manos lo que será su próximo disco.

Sabina, de 62 años, es un artista que raramente se oye en la radio comercial, pero que goza de una gran popularidad en América Latina. Tanto él como Serrat se lo atribuyen al “mejor departamento de márketing del mundo”.

“Se llama boca a boca, o boca a oreja. Es la gente que no ve mucha televisión ni escucha mucha radio, pero que es devota de los discos y se lo cuenta a un amigo, y el amigo se lo cuenta a su novia y su novia se lo cuenta a otro amigo. Ese es nuestro departamento de márketing y estamos muy orgullosos de él. Eso crea un público muy fiel y muy cómplice”, elabora el cantautor.

En su faceta un poco menos conocida, de poeta, hay un libro que circula en América y que se ha vendido bien en Argentina y México.

Sin embargo, Sabina, sin falsa modestia, reconoce que no es bueno para crear poemas, “pero a mí me gusta [escribirlos] y me los editan, y me encanta que la gente sepa que además de las letras de las canciones uno cultiva la buena palabra, ¿no?”.

Además, para él tienen un doble cometido: “sacarme los demonios, y venenos, y aromas, y perfumes de dentro”.

Entre otras cosas, Sabina se refiere a varios eventos que han marcado su vida reciente. En 2001 sufrió una apoplejía cerebral, y aunque se recuperó, luego entró en una depresión que lo mantuvo alejado de los escenarios por cuatro años.

“Los demonios siguen ahí, acechan todo el tiempo. Uno sobrevive como puede, peleando con ellos. No sé a que atribuírselos. Hasta los 50 años no tuve jamás una depresión; yo creí que la muerte y las enfermedades y las depresiones eran algo que le pasaba a los demás, pero no a mí…”, detalla.

“Ahora tengo días muy eufóricos y días depresivos, y tenemos los demonios todos los días, pero así somos los seres humanos y así es la vida, ¿no?”.

¿Y qué tal de amores?, se le pregunta finalmente.

“Los amores son una cosa tan seria que yo no hablo de ello con periodistas”, dice el cantante en un tono que causa más risa que sorpresa.

“Bueno, te voy a decir: tengo muchos menos de los que yo quisiera y muchos más de los que creen mis enemigos”, concluye Sabina.

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