La guerra eterna

El Departamento de Justicia acaba de dar a conocer su “Evaluación de la Amenaza Nacional de las Drogas” (National Drug Threat Assesment) para el año 2011 y queda más que claro que la guerra contra las drogas no va por buen camino. Lo que se está haciendo no funciona, ni en la oferta ni en el consumo. ¿Cuántos años van ya de esta lucha, cuántos recursos invertidos, cuantas vidas se han perdido, sobretodo en México, para que nada haya cambiado?

El documento es implacable: el abuso de heroina, marihuana y metanfetaminas sigue aumentando en los Estados Unidos, especialmente entre los jóvenes. Al menos un 8.7% de los estadounidenses mayores de 12 años (21.8 millones de personas), son usuarios consuetudinarios de drogas. Los carteles de la droga mexicana han multiplicado sus tentáculos y ahora están presentes en 1000 ciudades del país, cuando hace dos años se estimaba que llegaban a unas 230. Las pandillas callejeras en este lado de la frontera están íntimamente ligadas con los carteles y la distribución de las drogas y todos los esfuerzos y recursos invertidos en la interdicción fronteriza no han servido literalmente para nada.

Al reporte dado a conocer se añade un memo de la Oficina de Inteligencia del Departamentos de Aduanas y Fronteras (CBP)que se filtró al público recientemente, en el cual se analiza si la captura o muerte de narcos afecta el tráfico de determinado grupo o cartel. Se determinó que no, puesto que los carteles funcionan con personal redundante y aun que se continúen los arrestos o desaparición de “personal clave”, no hay un impacto a largo plazo en el flujo de drogas.

En resumen, que una guerra que nunca termina al parecer nunca se pierde. Pero sólo al parecer. Mientras haya un mercado como el de los Estados Unidos, habrá producción y tráfico en México y en otros países. Esta guerra, bajo estas condiciones, jamás terminará.

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