Para las penas, música

Con 'Pecados y milagros' Lila Downs quiere que los mexicanos olviden sus actuales tragedias

Lila Downs tuvo razones de sobra para posponer por dos años su nuevo disco, Pecado y milagros, que estrenó este mes. Se llama Benito Xilonen, tiene un año cuatro meses, y, de acuerdo con la descripción de la madre, es un torbellino.

“Aquí está conmigo. Es un bebé hermosísimo, con una energía; es un rudo”, describió Downs durante una entrevista telefónica desde México hace unos días.

El niño, cuyo primer nombre hace honor al célebre Benito Juárez, y el segundo es un vocablo nahuátl y maya que significa “maicito tierno”, llegó para curar heridas de Downs. La cantante oaxaqueñoamericana pasó por una fuerte depresión cuando supo que no podría ser madre biológica. En ese entonces, su sentir quedó plasmado en La cantina, un disco melancólico con el que la intérprete dice, “me tiré un poco al vicio” del alcohol.

Luego de mucho pensarlo, ella y su esposo David Cohen decidieron adoptar a una bebé oaxaqueña. Pero lo que estaba disponible en eses momento era un niño. “Lo acepté pero me costó, ¿eh?, porque me di cuenta en ese momento que yo tenía un prejuicio muy grande [contra los hombres], y eso me hizo aprender que me hace falta acercarme y también entender al varón y educarlo, tú. Es que sobre todo en Oaxaca pecamos de machistas”, reveló.

Es por eso que Pecados y milagros tiene un tono más festivo -aunque también hubo lugar para la melancolía-. Y también porque Lila Downs quiere que sirva como bálsamo para los mexicanos, vapuleados en los años más recientes con crímenes relacionados con las drogas.

“Cuando estaba yo más chava tenía muchos complejos, y no es que no los siga teniendo, pero ya no me siento tan enojada con ciertas cosas de la vida; estoy un poco más en paz conmigo misma, y esto se refleja en la música, yo creo”.

Uno de esos enojos era contra la discriminación racial, un tema que Downs ha abordado en otros discos, pero no en este. Más bien, en el nuevo material hay canciones que según la artista reflejan el estado de ánimo de los mexicanos. Así, están incluidas clásicas como Tu cárcel, Cucurrucucú paloma, Fallaste corazón y Cruz de olvido. Pero también la cumbia Zapata se queda -acompañada de Celso Piñay Totó La Momposina- y el ska Pecadora, con Illya Kuryaki y los Valderramas como invitados.

“La música es un refugio metafórico en esos momentos tan difíciles […] pos ahora sí que hay que vivirlos tomándose unas copas y echándose unas canciones rancheras; yo creo que es lo mejor que uno puede hacer, ¿no?”.

Los artistas invitados, todos ellos reconocidos intérpretes de música popular, no fueron casualidad en el álbum de Downs. Aunque invitó a otros más, fueron los mencionados los que pudieron colaborar.

“A [la colombiana] Totó la conozco desde hace más de diez año; estuvimos juntas en una gira por Inglaterra. Es una mujer muy aguerrida, también luchando por el folklor de su tierra. Ella junto con [la peruana] Susana Vaca me daban mucho ánimo para perseguir esto de la música de folklor”.

Los Valderramas fueron invitados porque según Downs le pusieron el toque irreverente al disco.

“Como a mí se me pasa la mano por demasiado respetuosa a veces, me encantó que hicieran una versión de Pecadora, un tema que compuse sobre la interpretación del pecado”, explicó Downs.

Además de toda la fortuna que ha llegado a la artista recientemente, se agrega la invitación que recibió para cantar en el Carnegie Hall de Nueva York el próximo noviembre. El concierto es parte de la serie Latin Icons of The World, en la que también están incluidos el pianista cubano Chucho Valdés y el guitarrista de flamenco Paco Peña.

“Ya había cantado en una sala pequeña, pero esta vez estaremos en la sala grande”, especificó la artista. “Y mira que ahí no puedes ir a actuar si no te invitan”.

Por supuesto, el “maicito tierno” estará ahí para ver el concierto de su mamá.

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