Sicilia llama a resistencia civil

Activistas piden al presidente Felipe Calderón el fin de la estrategia militar

MÉXICO, D.F.- El poeta Javier Sicilia introdujo ayer al segundo diálogo entre el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y el presidente Felipe Calderón un llamado a la acción ciudadana, como parte de reclamos y acusaciones por la muerte de más de 43,000 personas en el contexto del combate contra el crimen organizado.

“Llamamos a los mexicanos a buscar todas las formas de resistencia civil pacífica contra la violencia”, dijo en medio del encuentro que buscaba culpables.

Araceli Rodríguez, madre de un policía que desapareció en mayo de 2009, espetó al presidente Felipe Calderón al inicio del encuentro: “Dígame si todos los que alzamos la voz vamos a ser asesinados”.

La activista reclamaba la reciente ejecución de uno de los activistas del movimiento en Michoacán que se sumó a cientos de muertes y desapariciones en los últimos tres meses desde que inició el diálogo civil con el mandatario, como si la buena voluntad de cada encuentro pudiera frenar la violencia.

“Ponga fin a su estrategia militar contra el crimen”, solicitó Rodríguez.

También lo pidieron, en sus respectivas intervenciones, Emilio Álvarez Icaza, expresidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal; el sacerdote y activista Miguel Concha, así como Sicilia, líder del movimiento social que fundó tras el asesinato de su hijo, quien murió asfixiado por delincuentes con una bolsa de plástico en febrero de este año.

“Su estrategia de drogas no ha disminuido un ápice el consumo ni las ganancias de los criminales”, dijo Sicilia. “¿Por qué no se ha atacado a la red de complicidades políticas y empresariales?”.

Calderón no respondió esta última cuestión, pero se mantuvo firme sobre su política de seguridad.

“Para enfrentar a los criminales hay que hacerlo con fuerza pública, no hay de otra”, dijo. “Ojalá se pudiera hacer con palabras, pero no es así. A un criminal con armas que está levantando y secuestrando a la gente hay que someterlo con la Fuerza Pública porque ellos no se van a detener”.

Sentado al centro de una mesa redonda, con los representantes ciudadanos a su izquierda y su gabinete a la derecha, el mandatario tomaba notas a cada crítica o petición de los presentes.

Algunas muy básicas. Ya mayor educación, ya más salud. Reclamos para la libertad de tránsito y el acceso a la justicia, eliminar la impunidad, impulsar la inversión y el empleo, la restauración del tejido social…

-Exactamente, ¿qué proponen?, preguntó Calderón, pero no tuvo eco.

Otras exigencias, en cambio, fueron muy concretas: la creación de una Fiscalía Especial para los Desaparecidos, independiente a la Procuraduría de Atención a Víctimas del delito, recientemente fundada; una Procuraduría Anticorrupción; una ley para emergencias nacionales y una Comisión de la Verdad.

Todas en manos del presidente.

Hubo también planteamientos con los que erraron de interlocutor: “Exigimos un drástico deslinde de todos los partidos políticos del crimen organizado, lo que significa que no deberán aceptar un solo peso del narcotráfico, de la delincuencia o por fuera de la ley”.

-Estoy de acuerdo con eso, respondió en su momento el presidente para pasar de blanco a tirador.

Calderón recordó sus limítes del poder: las autoridades locales que “no están apoyando”: ¿dónde están los policías en Michoacán? ¿dónde los de Ciudad Juárez?, preguntó al aire.

Nadie respondió. Algunas veces el diálogo se volvía retórica. “México no es un Estado fallido, es un estado fracturado: existe una fractura entre la política de seguridad que se ejerce y las libertades que la Constitución garantiza”, calificó Sicilia.

– No estoy de acuerdo, respondió Calderón.

En medio de la jornada, tres víctimas invitadas al encuentro saltaron de sus asientos, cada uno con sus quejas, cada uno frustrado porque durante años han sido ignorados.

Santos de la Cruz, de la comunidad indígena de Cherán, que tiene grupos de autodefensa contra el crimen organizado en Michoacán, llevó una lista de cartas de diversos pueblos que piden respeto por sus bosques.

Nepomuceno Moreno, sonorense de 58 años, a quien le desaparecieron a su hijo en 2010 junto con tres amigos, y Yolanda Morán, madre de un contador desaparecido en Coahuila e impulsora de Fundec, una organización que busca a 206 extraviados en la zona.

“¿Usted qué haría en nuestro lugar?”, preguntó Morán al presidente que entrecruzaba los dedos de las manos.

Más tarde en entrevista dijo: “Tenemos que lograr que en México las cosas se resuelvan sin que tenga que intervenir el presidente”.

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