Sin verdes no hay vesícula

Los hábitos alimenticios que la persona aprende cuando está pequeña puede determinar cuánto tiempo vive y su calidad de vida.

Hace un año conocí a una muchacha de 29 años, su nombre es Jammie. Ella es alta, delgada y tiene una aversión a los vegetales que jamás había visto.

Ella es sobrina de mi suegro y su médico le dijo que si no come frutas y vegetales, su vesícula tendrá que ser extraída en seis meses.

El día que la conocí almorzamos juntos en la casa de mi suegro. Su tía me dijo que ella era todo lo contrario a mí. Ella no come nada verde, no le gustan los vegetales y la fruta le da ganas de vomitar.

En ese entonces, su tía me comentó que estaba muy preocupada por su salud, ya que se la pasaba con sueño y parecía que su dieta de carne y papas fritas “no le sentaba muy bien”.

El sábado pasado visitamos a mis suegros nuevamente y nos dieron la noticia de que a los treinta años, Jammie posiblemente perderá su vesícula y podría morir si no cambia su forma de comer.

La vesícula biliar forma parte del sistema digestivo, se ubica por debajo del hígado y su función principal es segregar bilis para digerir grasas. El cuerpo libera más bilis cuando las personas ingieren carne.

Esta es la forma en que el cuerpo facilita la digestión y evita la putrefacción.

En el caso de Jammie, su médico le dijo que su vesícula funciona sólo en un 15%. Cuando las personas tienen problemas con la vesícula, por lo general tienen una función del 30%.

Es posible que Jammie jamás recupere la función normal de su vesícula. Su tía me dijo que “en 30 años, ella ya comió más carne y más grasas que la mayor parte de personas en toda su vida”.

El problema de Jammie no es el bajo funcionamiento de su vesícula, sino su actitud frente a la comida saludable.

Ella odia la textura de las frutas. No soporta el sabor de las bananas. No quiere comer ningún vegetal y si el vegetal es verde es peor.

Jammie asegura que está tratando de cambiar su forma de comer. Comenzó a tomar licuados de frutas y vegetales, pero tienen que estar casi congelados.

Todas las personas tienen algún vegetal y fruta que no le gusta. A mí no me gusta la cebolla, pero igual la disfrazo en sopas o arroces. No la dejo de comer solo porque no me gusta. La cebolla tiene propiedades coagulantes necesarias para la salud de la sangre.

Tampoco me gustan las bananas cuando están muy maduras; entonces opto por hacerme un licuado de banana con fresa y leche de soya.

Cuénteme qué fruta o vegetal no le gusta y juntos encontremos cómo prepararlo.

Recuerda lo que decía el padre de la medicina, Hipócrates: “Que tu comida sea tu medicina”.

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