Una decisión limpia
El año termina con la buena noticia del nuevo estándar de contaminación establecido por la Agencia de Protección al Medio Ambiente (EPA) que salvará vidas y evitará enfermedades al reducir drásticamente la emisión de químicos dañinos para la salud.
La medida en general da tres años a la industria -principalmente la energética a base de carbón- para cortar en 90% las emisiones de mercurio, como también la de gas ácido, arsénico, plomo y níquel las cuales son responsables de miles de casos de ataque cardíacos, muertes prematuras, asma y bronquitis.
La nueva política es especialmente bienvenida para la comunidad latina ya que según el Centro para el Control de las Enfermedades los niños hispanos tienen un nivel más alto de mercurio más alto en el cuerpo que los demás menores. También ellos tienen un alto porcentaje de los casos de asma infantil. Se estima que el 39% de los latinos en Estados Unidos viven en un radio de 30 millas de una planta energética.
La nueva norma del EPA lleva 20 años en elaboración, estando sujeta a las presiones de los cabilderos de la industria y de los republicanos que se oponen a ella por verla como un costoso mandato federal en dinero y empleos.
Es cierto que serán costosos los cambios necesarios en la industria para cumplir con la norma. Pero no hay otro camino si se quiere proteger la salud de la población. Lamentablemente el modelo del “carbón limpio” que promueve la industria es una hábil campaña de relaciones públicas sin mucho asidero tecnológico.
La Casa Blanca con esta decisión recupera el terreno perdido con su base ecologista por previas decisiones, mientras que hoy es presionada en el proyecto del oleducto Keystone XL. La presión del año electoral es constante.
No obstante la política, la nueva norma para la emisión de contaminantes es un paso importante para la salud de los estadounidenses y un desafío para una industria que debe ir cambiando su tolerancia a la contaminación.