Cruzaron el mar sin documentos

Líderes locales insisten en la necesidad de cambios migratorios como un factor clave para la economía de Hawaii

KONA, Hawaii – Los árboles de macadamia y café inundan las planicies y montañas de la ‘isla grande’ de Hawaii. De ellos dependen sus cerca de 186,000 habitantes. Pero quienes los cosechan, en general, no nacieron en medio del océano y tampoco cuentan con papeles para evitar una deportación.

Juan y Ana pidieron no ser identificados con sus nombres reales, aunque llevan 15 años viviendo en Kona y lo consideran como su hogar.

Llegar a la isla no tomó mucho esfuerzo. Lo hicieron como miles de indocumentados, arriban a Hawaii con documentos falsos. El principal motivo fue el trabajo, tanto en agricultura como construcción.

Para varios líderes locales una de las claves de la inmigración de indocumentados a la zona son los dueños de grandes fincas, que necesitan con urgencia la mano de obra y reclutan en el continente.

“La gente local no hace este tipo de trabajo, a los nativos no les gusta trabajar en el campo, en labores pesadas o al sol”, explica Javier Cisneros, quien vive en la isla desde hace 12 años y ahora administra un fundo.

“Cuando llegue aquí no había tantos inmigrantes, ahora hay más demanda de trabajadores pero al mismo tiempo es más difícil que la gente esté aquí, porque son indocumentados”, comenta.

Lo que antes fue un imán ahora se ha traducido en miedo. “Lo que más ha cambiado para los latinos acá en Hawaii son los documentos que piden en los empleos. La economía ha bajado los trabajos. Antes había mucha oportunidad, ahora no hay nada”, dice Juan.

“Andamos con temor a que nos paren, que me deporten. En las empresas lo primero que piden es documentos. Nos gusta aquí para vivir, en especial porque estamos tranquilos y no hay violencia. La comunidad nos integra en parte porque no hemos tenido problemas con la gente”, agrega.

Y es que las redadas en las granjas más grandes, la última ocurrida este año, han tenido consecuencias importantes para la zona. “Separan a las familias. Los niños terminan en instituciones de cuidado temporal”, explica Tony Dias, de la Organización para Latinoamericanos en Hawaii, quien se ha enfocado en inmigración.

“El problema también está en el continente. ¿Cómo pueden subirse a un avión y llegar a la isla sin la documentación apropiada? Alguien debe estar pagando por debajo de la mesa para dejarlos pasar”, dice.

Además de manejar su granja de café, Herlinda Jacobo-Roque ayuda de manera voluntaria a personas sin documentos. “Hawaii está basado en inmigrantes que trabajan en las tierras y en la industria turística, los locales creen que ellos vienen a robarles los trabajos”, cuenta. “Aquí existen los ‘ejecutadores de mexicanos’ en el aeropuerto: personas dedicadas a identificarlos. Los oficiales allanan las casas y engañan a la gente con órdenes falsas”, explica.

“Si nada cambia en inmigración, los indocumentados van a sufrir mucho, en especial los niños. Sé lo que enfrentarán y no dejaré que nuestro gobierno sea tan injusto con ellos”, enfatiza.

Sin avances sobre una reforma migratoria en el continente, líderes locales insisten en que se necesitan soluciones inmediatas en Hawaii. Dias elaboró una propuesta llamada ‘Inmigración Aloha’, un proyecto piloto que tiene los componentes básicos de diversas propuestas migratorias en Washington. Revisión de antecedentes criminales, emisión de una tarjeta de identificación, dar estatus legal a los indocumentados y que aprendan inglés.

“Enviamos nuestra propuesta antes de que el presidente Barack Obama llegara a la Casa Blanca. Es muy frustrante haber recibido una respuesta de ‘gracias por sus comentarios’. Este problema no va a mejorar. Sólo va a empeorar. Quizás con un nuevo presidente… No sé”, dice.

“Esto no se trata de cambiar el mundo. Es sólo algo pequeño, un proyecto piloto, que se hiciera de forma administrativa. Déjennos intentarlo, ver qué pasa”, insiste Virginia Isbell, exrepresentante de la legislatura estatal de Hawaii.

“Si llegaran a hacer un proyecto como este, verían lo positivo que es. Nosotros estamos rodeados de agua, no por murallas. Nadie se va a venir nadando”, asegura.

“Si no fuera por ellos no tendríamos a nadie recogiendo café y macadamias. Porque sus hijos no lo hacen. Nuestros hijos sí lo hicieron. Necesitamos un flujo constante de inmigrantes en el área”, agrega.

Las ansias de un cambio son palpables en Kona, así como la indignación por la falta de resultados en el campo migratorio. El café y las macadamias tienen un tiempo de expiración, uno que en este caso se agotó hace tiempo.

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