Más dura, la Patrulla Fronteriza

Una nueva estrategia en la frontera entre México y EEUU será anunciada en unos días.

Vista tomada de la franja fronteriza de San Diego-Tijuana al lado de la carretera llamado Smuggler's Gulch (Cañón de los contrabandistas).

Vista tomada de la franja fronteriza de San Diego-Tijuana al lado de la carretera llamado Smuggler's Gulch (Cañón de los contrabandistas). Crédito: La Opinión

SAN DIEGO (AP) — La Patrulla Fronteriza toma medidas para suspender su política de deportar a México sin castigar a los inmigrantes que carecen de permiso de residencia e intentan ingresar a Estados Unidos.

Años de enorme crecimiento de la agencia en términos de personal y nuevas tecnologías han ayudado a disminuir la detención de inmigrantes no autorizados a su nivel más bajo en 40 años en la frontera de 3,144 kilómetros que comparten ambos países.

La cantidad de agentes desde 2004 se ha más que duplicado hasta 21,000. La Patrulla Fronteriza ha cubierto una tercera parte de la frontera con cercas y otras barreras físicas, y ha gastado mucho dinero en cámaras, sensores y diversos artilugios más. Grandes avances en la tecnología para el manejo de las huellas digitales han mejorado ampliamente la inteligencia que se aplica a los que cruzan la frontera.

En el año fiscal 2011, los agentes fronterizos hicieron 327,577 detenciones en la frontera con México, un descenso del 80% en comparación con las más de 1.6 millones en 2000. Fue el año menos activo para la Patrulla Fronteriza desde 1971.

Es un avance enorme en comparación con sólo unos años atrás. Los agentes de mayor edad recuerdan haber sido tan ampliamente superados en número que veían impotentes cómo los inmigrantes cruzaban sin autorización, minutos después de haberlos atrapado y dejado en el cruce fronterizo más cercano.

Mike Fisher, jefe de la Patrulla Fronteriza y miembro de la fuerza desde 1987, recuerda haber aprehendido al mismo inmigrante 10 veces en un turno de ocho horas cuando era un agente joven.

Ahora la Patrulla Fronteriza siente que tiene la suficiente fuerza como para imponer consecuencias más serias a casi todos los que captura, desde áreas que incluyen el Valle del Río Bravo en Texas hasta San Diego.

El “Sistema de Aplicación de Consecuencias” —una parte crucial de la nueva estrategia nacional de la Patrulla Fronteriza a ser anunciada en semanas— se apoya en gran medida en herramientas que han sido implementadas y ampliadas durante la última década en partes de la frontera. Clasifica a los que cruzan ésta en siete categorías, las cuales van desde los que lo hacen por primera vez hasta personas con antecedentes penales.

Los castigos varían según la región, pero hay un común denominador: el último recurso es el sólo deportar a la gente tras tomarle sus huellas digitales. Algunos, entre ellos los niños y los que están enfermos, todavía recibirán un pase gratuito al ser deportados en el cruce fronterizo más cercano, pero serán pocos y espaciados entre sí.

“Lo que queremos es hacer de ello la excepción y no necesariamente la norma”, dijo Fisher a The Associated Press.

Las consecuencias pueden ser severas para los inmigrantes detenidos y costosas para los contribuyentes estadounidenses. Los inmigrantes que carecen de permiso de residencia pueden ser enjuiciados por un delito grave o ser trasladados a una ciudad fronteriza desconocida para ellos a cientos de kilómetros de distancia a fin de regresarlos a México.

Un mecanismo utilizado a mediados de año en Arizona incluye el traslado aéreo de los inmigrantes a la Ciudad de México, donde reciben boletos de autobús sólo de ida para que se transporten a sus localidades de origen.

Otra estrategia es entregarlos a las autoridades mexicanas para que les sigan juicio al sur de la frontera. También se les pone en autobuses con destino a México en otra ciudad fronteriza que pueda estar a cientos de kilómetros de distancia.

Antes, los inmigrantes capturados en Douglas, Arizona, recibían un emparedado de mortadela y jugo de naranja antes de regresarlos a México en la misma localidad y la misma tarde, dijo Fisher.

Ahora, los detenidos pueden pasar la noche en un centro de detención para inmigrantes cerca de Phoenix y finalmente regresar a México por Del Río, Texas, a más de 1,287 kilómetros de distancia.

Así, estos inmigrantes quedan fuera del alcance de los traficantes de personas que los ayudaron a cruzar la frontera, cuyos cobros típicos han sufrido un incremento astronómico de precio a entre $3,200 y $3,500, y cada vez es más frecuente que les exijan el pago por adelantado en lugar de cobrarles tras llevarlos a territorio estadounidense, afirmó Fisher.

Al menos estos inmigrantes tendrán que esperar más tiempo para volver a intentar el cruce en lo que juntan dinero para pagarle a otro traficante.

“Lo que solían ser horas y días se han convertido ahora en días y semanas”, agregó.

La nueva estrategia fue aplicada por primera vez hace un año en la oficina de Tucson, Arizona, el corredor donde la Patrulla Fronteriza registra el mayor tránsito de ingresos sin permiso.

Los supervisores de campo han clasificado las consecuencias en una escala de uno a cinco, para lo que aplican 15 criterios diferentes, entre ellas uno que toma en cuenta el tiempo desde que la persona fue detenida la ocasión anterior y el costo por hora de todo el procedimiento.

La práctica vigente por mucho tiempo de deportar a los inmigrantes sin que éstos hayan recibido castigo alguno, conocida como “regresos voluntarios”, es la menos costosa… y también la menos efectiva.

Los agentes reciben tarjetas del tamaño de una billetera, las cuales tienen varios códigos de color —y también están colocadas como afiches en las estaciones de la Patrulla Fronteriza_, para indicarles el procedimiento que deben seguir según la categoría del infractor.

Para los que violan la ley por primera vez, una buena opción es someterlos a juicio, y también muchas veces se les envía a la Ciudad de México con un boleto sin regreso. Para los traficantes de personas, la mejor opción es que sean enjuiciados en México.

En los últimos años la Patrulla Fronteriza ha puesto en marcha bastantes mecanismos nuevos sin dar mucha consideración en cuanto a si un infractor de primera vez merece un trato distinto al de un inmigrante que ha reincidido en sus intentos por ingresar al país.

“En realidad no se pensaba mucho al respecto más allá de ‘hey, el autobús está afuera, pongamos a la gente a la que acabamos de procesar en la unidad y, cualquiera que sea el destino de ésta, para allá irán esas personas”, dijo Fisher.

Ahora, quienes cruzan por primera vez enfrentan un tratamiento diferente que aquellos que han sido sorprendidos dos o tres veces. Quien lo haga por cuarta vez enfrenta otras consecuencias.

El número de los que han sido capturados en el sector de Tucson ha caído 80% desde 2000, lo que permite a la Patrulla Fronteriza dedicar más tiempo y dinero a cada uno de los aproximadamente 260 inmigrantes capturados diariamente.

George Allen, subjefe del sector, dijo que se dispone de 188 asientos en cuatro autobuses diarios a ciudades fronterizas en California y Texas. En los meses de más calor, un vuelo diario a la Ciudad de México tiene 146 asientos.

Solamente 10% de los capturados están sujetos ahora al “regreso voluntario” en el sector de Tucson, comparado con 85% hace tres años, dijo Rick Barlow, jefe del sector. La mayoría de los que son devueltos sin mayores trámites son niños, algo que la Patrulla Fronteriza dice se debe a razones humanitarias.

Fisher admitió que la nueva estrategia depende en gran medida de otras agencias. Los fiscales federales deben primero acceder a tomar los casos. El servicio de Inmigración y Aduanas debe tener suficiente capacidad en sus centros de detenciones.

En el sur de California, la fiscalía federal no participa en un programa de la Patrulla Fronteriza que somete a un proceso judicial incluso a quienes son capturados por primera vez, con cargos que conllevan hasta seis meses de cárcel, y en lugar de ello opta por procesar solamente los casos más graves, entre ellos los de personas que han efectuado cruces múltiples y las que tienen antecedentes penales.

Laura Duffy, fiscal federal en San Diego, dijo que las limitaciones de recursos, entre ellas una falta de capacidad en los centros de detención, la obligan a tomar las decisiones.

“(En California) no se ha acostumbrado enjuiciar a personas que emigran por motivos económicos que carecen de antecedentes delictivos, las cuales vienen a Estados Unidos a trabajar o a estar con sus familias”, dijo Duffy. “Sí buscamos detener a las personas que contrabandean a esos individuos”.

Fisher preferiría que más casos fuesen enjuiciados al sur de la frontera, pero el gobierno mexicano solamente puede procesar judicialmente a los contrabandistas: el contrabando de inmigrantes es ilegal en México, pero no lo es el cruzar ilegalmente hacia Estados Unidos.

Las críticas a la nueva táctica de la Patrulla Fronteriza seguramente van a persistir a medida que es aplicada en otras localidades. Algunos dicen que los casos de inmigración abruman a las cortes federales en la frontera a expensas de investigaciones de delitos económicos y financieros, corrupción pública y otras amenazas graves. Otros consideran que es excesivamente duro encarcelar a quienes cruzan por primera vez.

La Patrulla Fronteriza también podría enfrentar un aumento de trabajo una vez se recupere la economía estadounidense y surjan nuevos empleos que pudieran alentar más cruces sin permiso. Aún así, muchos dicen que los controles estadounidenses más estrictos y el envejecimiento de una población en México que se está beneficiando de una economía relativamente estable van a mantener más bajo el número de inmigrantes.

“Nunca veremos las cifras que tuvimos a finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000”, dijo Edward Alden, del Consejo de Relaciones Exteriores.

Doris Meissner, que supervisó a la Patrulla Fronteriza cuando fue directora del Servicio de Inmigración y Naturalización en la década de 1990, dijo que el nuevo enfoque tiene sentido “a primera vista”, pero que va a ser costoso. Dijo además que no está claro si va a ser más efectivo a la hora de desalentar repetidos cruces.

“Pienso que la Patrulla Fronteriza ha llegado finalmente a un punto en que tiene los recursos suficientes para probar algunas de esas tácticas”, dijo Meissner, miembro del Instituto de Política de Migración.

Tucson, el único sector que ha ensayado la nueva estrategia por un año completo, ya ha modificado dos o tres veces sus parámetros de castigo, presentados en la tabla codificada con colores. Fisher dijo que los indicios iniciales son prometedores: el número de inmigrantes reincidentes cae a una tasa mayor que antes y con más rapidez que en otras partes de la frontera.

“No voy a afirmar que es un efecto directo, pero es lo suficiente para decir que tiene mérito”, dijo.

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