Burbujas: Extraño entre extraños

Lupe Reyes, no es una dama… vaya, ni siquiera es mujer… Es el lapso entre el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe y el 6 de enero, día de los Santos Reyes, al que en México bautizaron Lupe Reyes..

Dentro de ese periodo cualquier pretexto para no trabajar es bueno…

Yo lo aproveché para alejarme unos días del circo del desprestigio que son las primarias republicanas, de los Santorum, Gingrich, Perry, Romney, Paul, de los radicales del “partido del té” y del peor Congreso del que tengo memoria, para pasar unas vacaciones deliciosas en Acapulco. Una de las bahías más bellas del mundo, donde el clima es benigno el Pacífico bello y la temperatura del agua del mar invitante.

Acapulco estaba lleno de bote en bote y la violencia, de la que tanto se habla, a Dios gracias, brilló por su ausencia.

Desde la amplia terraza de la casa de unos amigos en el fraccionamiento Las Brisas a la que fui invitado, vi una y otra vez, con emoción, como la noche iban ganándole al día en multicolores puestas de sol y como miles de luces se iban encendiendo al otro lado de la bahía reflejándose como un manto de estrellas en el mar en un espectáculo único, en tanto la carga de recuerdos de las pasiones políticas, con sus odios y retórica destructiva, se iba desvaneciendo.

En ese ambiente descansé y di rienda suelta a mis pensamientos que viajaron libremente por el mundo.

Hubo uno que se repetía y no encajaba en esa tranquilidad: Mi preocupación por los millones de inmigrantes latinos en los Estados Unidos, especialmente los indocumentados, las deportaciones y las familias divididas.

Me acusé de estar demasiado preocupado por los problemas de la inmigración mexicana y poco, de la igualmente importante, la de los países hermanos de Latinoamérica.

Pensé en la necesidad de que los latinos estemos unidos para enfrentar juntos los problemas que existen.

En la paz de las noches acapulqueñas recordé lo difícil que es vivir como inmigrante en los Estados Unidos, ya que algunos racistas, autoridades estatales y ciertos grupos extremistas, muestran su intolerancia ante un fenómeno social que, de quererse, podría reglamentarse fácilmente para tranquilidad de los inmigrantes y de los que los rechazan.

Pensando fui a caer e en algo que se pretende ignorar: Es difícil ser inmigrante en un país de inmigrantes.

La sensación de ser un extraño entre extraños, esta presente siempre.

Los inmigrantes, y no hablo de todos sino de la mayoría, somos seres que no encajamos del todo en todo.

Aquí, aunque se adquiera la ciudadanía, no falta quien nos recuerde que somos inmigrantes, como si ellos, o sus antepasados, no lo hubieran sido.

Quizás ese constante señalamiento sea la causa por la que la integración de los latinos es lenta y por lo que forman grupos de su propia cultura, que les permite vivir aquí casi como si estuvieran en su tierra.

Muchos hijos de inmigrantes latinos, estadounidenses por nacimiento, nunca dejan de ser eso que siento se cree que son y si son hijos de indocumentados, aun siendo ciudadanos por nacimiento, resultan hijos adoptados de mala gana y siempre serán latinos y señalados como gentes, no sé como decirlo, distintas.

Además y eso es generalmente ignorado: Los inmigrantes también tenemos problemas al visitar nuestros países de origen; allá, como aquí, nos consideran distintos; hay quienes creen que, al emigrar hemos cometido un acto casi de traición.

Nos ven con una mezcla de resentimiento y envidia. Muchos no tienen idea de lo difícil que es salir adelante aquí.

Claro, piensan que como vivimos en el primer mundo todo nos es fácil y no tienen idea del exigente esfuerzo de hacer todo solo y sin ayuda. En un mundo despiadado hay que cuidar el trabajo y los ingresos, sin tiempo para uno mismo y menos aun para convivir con familiares y amigos.

Pero eso si, cualquiera que haya sido la causa por la que hemos dejado nuestra tierra para venir aquí, no ha sido para voltearle la cara a lo nuestro.

Allá no tienen idea de cuanto amor sentimos por nuestros países los que estamos lejos… Es mucho más intenso que el de los que viven allá; se los aseguro.

¡Todos recordamos nuestra tierra con amor y nostalgia!

Yo, como miles mas, no huí de la violencia, que la hay, ni de la corrupción, que existe allá y aquí, ni por falta de amor a mi tierra. Vine a los Estados Unidos por trabajo y sigo aquí como educador.

Es cierto que en Latinoamérica muchos solo son dueños de su pobreza, que hay mucha, pero el suelo que pisan es suyo aunque sea propiedad de otros; se vive con muchos problemas, pero no se duda de su derecho a estar ahí…

Y pese a que en los Estados Unidos se predica la igualdad de todos los humanos, los inmigrantes somos un poco menos iguales… cuando menos hasta la segunda o tercera generación. Después somos un poco más iguales… pero difícilmente del todo.

Y es que aquí, los que vinieron antes se olvidan de como y por que llegaron que, de seguro, fue por las mismas causas por las que vinimos nosotros.

Y en tanto yo disfrutaba de Acapulco, aquí seguía el circo del desprestigio de las primarias y la destrucción de los precandidatos

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