Salsa y algo más en el Super Bowl
Víctor Cruz y Aaron Hernández harán historia en la gran fiesta de la NFL
INDIANÁPOLIS (EFE).- La disputa del gran acontecimiento deportivo dentro de Estados Unidos, el XLVI Super Bowl de la NFL, tendrá este año por primera vez en la historia a dos jugadores de origen puertorriqueño.
Los protagonistas serán el receptor abierto Víctor “Salsa” Cruz y el ala cerrada Aaron “Chico” Hernández, que serán decisivos en las respectivas ofensivas de los Gigantes de Nueva York y Patriotas de Nueva Inglaterra cuando ambos equipos se enfrenten el próximo domingo en el Lucas Oil Stadium.
La presencia de jugadores latinoamericanos en la competición de la NFL todavía es insignificante, pero este año Cruz y Hernández podrán mostrar que el camino está abierto para que nuevos valores puedan llegar al deporte número uno en los Estados Unidos.
Cruz, de 25 años, segundo como profesional de la NFL, es un ejemplo de superación y espíritu de lucha, que le inculcó su propia madre Blanca Cruz, que lo crió sin la presencia del padre, Mike Walker, un hombre de origen afroamericano que nunca vivió con ellos y falleció en el 2007.
Después de muchos sacrificios, su madre, que lo crió en Paterson (Nueva Jersey), consiguió que llegase hasta la Universidad de Massachusetts, donde por dos veces fue dado de baja al no calificar para el equipo por las malas notas que tenía a nivel académico.
La perseverancia de su madre hizo posible que al final jugase con Massachusets, donde en su tercer año (2007) se convirtió en el líder indiscutible del equipo al conseguir 1,064 yardas con 71 recepciones para concluir su estancia colegial como 131, el cuarto mejor en la historia del equipo.
Hernández, de 22 años, siempre sonriente, no tiene un baile a ritmo de salsa para celebrar, pero si se ha convertido en uno de los objetivos preferidos del mariscal de campo Tom Brady en el ataque del equipo.
Un producto del prestigioso programa de los Gators de la Universidad de Florida, Hernández destacó siempre por su capacidad de jugar en distintas posiciones del ataque y aunque fue elegido en la cuarta ronda del sorteo universitario con el número 113 sabía que iba a encajar con el equipo..
El ala cerrada de los Patriotas también está orgulloso de sus orígenes puertorriqueño, aunque se crió en Bristol, Connecticut.
Cruz y Hernández saben que aunque en el campo no se enfrenten cara a cara, y al margen de cual pueda ser el resultado deportivo, ambos tienen la misma misión de hacer historia al representar a toda la comunidad hispana de los Estados Unidos.