Cruzada en contra de las medidas antiinmigrantes
CHICAGO, Illinois.- El activista mexicano Martín Unzueta, arrestado en Alabama cuando protestaba por la polémica ley de inmigración de ese estado, responderá por los cargos que se le impusieron, sin que ello suponga el abandono de la lucha por los derechos de los inmigrantes.
Unzueta, dirigente del grupo Chicago Community and Workers Rights, fue arrestado en noviembre pasado a las afueras del Capitolio en Montgomery, Alabama, junto a un grupo de indocumentados que protestaba contra la ley HB56, considerada la más severa contra los indocumentados en EEUU.
“Estoy arriesgándome a ser deportado porque estoy cansado de ver el sufrimiento de nuestros niños y cansado de las mentiras de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE)”, declaró Unzueta, que es indocumentado, antes de partir a la protesta.
“Por eso estamos haciendo este acto de desobediencia civil por que no le tenemos miedo a los que nos persiguen”, añadió.
Los detenidos recibieron cargos por invasión de propiedad y conducta desordenada.
Durante su detención de 48 horas, el activista de 55 años asegura que perdió la noción del tiempo pero no su propósito.
Organizó talleres sobre los derechos laborales, su especialidad, a los jóvenes “soñadores” detenidos junto con él.
En la cárcel también le conmovió el caso de un inmigrante hondureño que tenía seis meses detenido sin poder comunicarse con su familia. Una vez libre, Unzueta se comunicó con la familia para que supiera que el inmigrante aún estaba vivo.
Unzueta y once activistas más acudirán a Birmingham, Alabama, el 27 de febrero para responder por los cargos.
Como estrategia, la mitad de los doce activistas de declararán culpables y la otra mitad inocentes, de acuerdo con el inmigrante mexicano.
“Yo no me quiero declarar culpable porque al fin de cuentas lo que me obligó a este acto de desobediencia civil fueron las leyes antiinmigrantes que en este caso es la HB56”, señaló este activista convencido de la acción directa y del poder del voto para cambiar la situación de los inmigrantes.
A su juicio, que en Alabama se le niegue a algunos hijos ciudadanos estadounidenses de padres indocumentados “estampillas de comida” es “estúpido’.
“Es tan estúpido como prohibir que los indocumentados puedan entrar al sistema de salud, que me disculpen, pero la epidemias no checan (revisan) documentos”, sostuvo Unzueta, quien considera la HB56 similar a la propuesta en el Congreso federal el representante James Sensenbrenner en 2006.
Sin embargo, preparar su defensa no apartará de sus causas al mexicano, cuyo activismo viene de sus experiencias en Chicago y por herencia familiar.
Su padre es Gerardo Unzueta, conocido militante de izquierda en México además de escritor. Su madre, Francisca Reyes, también fue activista en México.
En su casa, recuerda, se vivía la pasión por el activismo y la búsqueda de un cambio social.
“Nadie me dijo, mira, tienes que seguir este ejemplo”, relató. “Nadie me dijo ‘de ahora en adelante tú te vas a volver un activista’, esa fue una decisión que yo tomo desde México en 1968” coincidiendo con la masacre estudiantil de Tlatelolco.
Un despido de una imprenta en donde trabajaba en el año 2000 en Chicago lo impulsó a aprender todo sobre las leyes laborales de este país. Ahora es considerado un experto en la materia.
Así comenzó a trabajar por cuatro años con el grupo Chicago Workers Collaborative. Luego formó su propio grupo llamado Chicago Community and Workers Rights, el cual ha dirigido por dos años y medio.
En ese breve tiempo Unzueta ha logrado resolver siete conflictos laborales a favor de trabajadores hispanos. Además, decenas de trabajadores acuden a diario a sus oficinas en La Villita buscando ayuda.
Este activismo es ya parte de su familia entera en Chicago. Tanto Rosi Carrasco, su esposa, como sus hijas Tanya, de 28 años, e Irere, de 25 años, están dedicadas a la defensa de los trabajadores inmigrantes.
Sus dos hijas fueron arrestadas en Washington, D.C., en 2010 en un acto de desobediencia civil en las oficinas de varios congresistas.
Luego Irere fue de nuevo arrestada en Chicago el año pasado en otro acto de desobediencia civil afuera de una audiencia sobre el programa federal “Comunidades Seguras”.
En todo esto Unzueta apuesta a que la desobediencia civil es un arma que puede influir en el gobierno para cambiar su trato hacia los inmigrantes.
“Que si estas acciones influyen en el cambio de la política, yo creo que sí”, recalcó Unzueta y agregó que el cambio de política de no deportar a los jóvenes indocumentados que están estudiando y ahora permitir a los parientes de los ciudadanos regularizar su estatus dentro del país, sin salir fuera, obedece a la influencia de las acciones directas de la desobediencia civil.