Correr y vivir en Hawthorne

El profesor Art Rodríguez es una fuerza inspiradora y un ejemplo de supervivencia

El maestro Art Rodríguez presume sus medallas ganadas en 19 maratones.

El maestro Art Rodríguez presume sus medallas ganadas en 19 maratones. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinión

Art Rodríguez está seguro de que sus discípulos de la escuela Dana Middle son el motor de su motivación, al tiempo que ellos creen y afirman convencidos que el maestro es su principal fuerza inspiradora. Una manera de construir puentes de entendimiento que extiende un larga vía de solidaridad con resultados sorprendentes para una comunidad.

Es la historia del profesor Art Rodríguez, cuyo teatro de operaciones en Hawthorne lo tiene por estos días al frente de un grupo de atletas que ya dejaron atrás tres meses de preparación en su alistamiento para cumplir una meta que tienen marcada en su calendario: correr el Maratón de Los Ángeles.

“Es una larga historia de compartir con un grupo de personas que, más que una escuela, ya somos una familia. Sentimos que somos una familia”, afirma Rodríguez.

¡Una familia! Al menos así lo sintió él cuando debió enfrentar acaso la prueba más dura que le puso la vida en una inesperada curva del camino. Fue el día en que su médico le dejó saber en septiembre pasado de qué manera estaba amenazada su vida.

Sí, Art Rodríguez sufre de cáncer de la tiroides, y algo que para otro pudo haber sido devastador, para él fue una prueba de más rigor que puede sobrellevar sin dramas porque la comparte con toda esta hermandad.

“Eso es lo diferente este año…que será mi primer maratón en el tiempo en que estoy tratándome la enfermedad”, afirma un hombre que con 59 años llega en esta edición de la carrera angelina a su maratón número 20.

Cuando supo que tenía cáncer, ¿pensó en dejar de correr?

“No. Absolutamente no. Al contrario, compartí con mi grupo este duro desafío y nos hicimos más fuertes para prepararnos e ir a correr”.

Hacerse fuerte en la adversidad, una legendaria ley de vida a partir de la que se tejen grandes historias que esta vez obra el efecto de sumar esfuerzos, convocar apoyos y agregar transpiración sin guardarse nada para mirar más de cerca la meta de llegada.

Matheu Andoaga tiene 13 años, estudia el octavo grado y es uno de los jóvenes más comprometidos con esta causa de correr por la vida. Para dejar un mensaje de fortaleza interior y solidaridad.

“Me gusta correr, es algo divertido. Éste es mi tercer maratón” dice. “Corremos inspirados por Mr. Rodríguez, que para nosotros es un modelo a seguir. Después de que le han detectado cáncer, él no se vence y sigue luchando. Eso es muy inspirador”, dijo.

Entre el grupo de líderes de apoyo habitual en los predios de Dana Middle School está Érica Hermosillo.

“Queríamos hacer algo de madre-hija, y mi niña eligió correr el maratón porque había escuchado de Mr. Rod. Es mi primera experiencia y voy a llegar aunque sea caminando”, afirmó.

Es un ambiente distendido que suma por igual voluntades y sonrisas, y que en lugar de erosionarse con la crisis de salud de su líder, se solidifica.

Mucho antes de que Art Rodríguez fuera una fuerza inspiradora para otros en su vecindario, ya era un líder con vínculos muy sólidos por más de 17 años en Dana Middle School.

Una relación causa-efecto que deja testimonios cuando el profesor Rodríguez —Mr. Rod para sus discípulos— llega al centro docente y desde distintos rincones de los campos y patios de la escuela se suman de uno en uno, entre docentes, padres de familia, y sobre todo alumnos, para darle la bienvenida como si fuera necesario dejarle una voz de apoyo cada vez que se cruzan.

¿Cuántos maratones ha corrido en Los Ángeles?

“Diecinueve”, dice triunfante. “Éste es mi maratón número 20”.

Estará acompañado por un grupo de 48 atletas entre alumnos, padres de alumnos y profesores, con carros ubicados cada dos millas para atenderlos con agua y comida.

¿Qué es lo diferente este año, profesor Rodríguez?

Se lo piensa y responde con una sonrisa que no se borra nunca de rostro.

“Lo diferente es que tengo cáncer, algo que no cambia mis planes y no me impide juntarme con este grupo de gente maravillosa que me apoya todos los días”.

Se conjuntan entonces el trajín de la vida y la experiencia del atleta para sobrellevar sin penas lo que ahora le toca vivir.

“Son sólo 26 millas, dice sonriente, “Por favor, es sólo hacer cuentas sobre todo el tiempo que gastas por ahí manejando un carro. Es por tu salud y por la motivación de cumplir metas”.

Cada uno tendrá su historia, su vida propia y sus sueños, pero todos coinciden en que la fuerza motriz para saber que “puedes hacerlo” es la actitud constructiva, jovial y generosa del profesor Rodríguez.

“Alli estaré, empujado por su apoyo. Todos vamos a correr y todos vamos a llegar a la línea de meta”, lo dice como quien promulga una ley.

No es sólo un plan. Es un objetivo a cumplir.

“Cuando llegan a la escuela en septiembre, ya están preguntando: ‘¿Cuándo empezamos a entrenar para el maratón?’.

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