Disculpa que revive dolor por lo vivido
Reconocen dificultades enfrentadas por sobrevivientes del programa de deportación
Teresa Rodríguez nació en 1927 en Garden City, Kansas, pero a pesar de ser ciudadana, fue deportada junto a su familia cuando tenía tres años, como resultado de las deportaciones masivas de los años 30.
“Duramos un mes para llegar a Michoacán, porque tuvimos que volver en carro. Mi hermanita de dos años y yo nos enfermamos en el camino, teníamos fiebre y nos salieron llagas en las piernas por el frío” recordó Rodríguez, víctima de ese acto hace más de 80 años. La historia de Rodríguez es un relato de injusticia e incomprensión, según muchos, pero no es el único.
Historias similares se oyeron ayer durante la ceremonia de reconocimiento a las víctimas de las deportaciones masivas. Durante la llamada ‘Década de la traición’ más de 2.5 millones de méxicoamericanos fueron deportados, se estima que el 60% de eran nacidos en EEUU.
El programa de repatriación masiva fue establecido por el presidente Herbert Hoover en 1929 como una solución a la Gran Depresión, la cual se extendió por 15 años. Estadísticas revelan que aproximadamente 400 mil personas se vieron afectadas en California.
Rodríguez y otros sobrevivientes de esa época fueron honrados ayer en LA Plaza de Cultura y Artes, a la cual acudieron la secretaria de trabajo Hilda Solís, el presidente del Fondo Mexicoamericano para la Defensa legal y la Educación (MALDEF), Thomas Saenz, la activista de derechos civiles Dolores Huerta, la supervisora Gloria Molina, y el senador Joseph Dunn, autor de la Ley de Disculpa por el programa de repatriación de mexicanos de 1930.
Durante la ceremonia, Huerta explicó que en ese entonces era fácil obtener los documentos migratorios y que por esa razón muchos de los deportados tenían sus papeles legales.
Huerta comparó ese momento con el actual, donde más de un millón de personas han sido repatriadas desde que Barack Obama asumió la presidencia. “Nos quieren aquí cuando necesitan trabajadores, pero después nos quieren sacar. Las deportaciones de hoy son una repetición del pasado”, sostuvo la activista.
“Nadie puede cambiar la situación, excepto nosotros mismos. Lo hicimos en el pasado y lo podemos hacer ahora”, dijo refiriéndose a la situación actual que viven millones de inmigrantes en el país.
Durante el acto también se develó un monumento en honor a las familias deportadas. La pieza de mármol lleva inscrita un disculpa pública para todos los afectados durante ese periodo.”Siendo ciudadanos americanos, nos criamos en México como los más pobres”, recordó Rodríguez.
Ni ella ni sus hermanos tuvieron oportunidad de ir a la escuela y no fue hasta la década del 60 que ella pudo volver a su país natal, con cinco de sus hijos. “Mis papás ya nunca pudieron volver. “Todos sufrimos mucho”.
Emilia Castañeda, otra de las sobrevivientes, recuerda como sus padres perdieron la vivienda que habían comprado en Boyle Heights a causa de los terribles años de la Gran Recesión. En esa época había una ley que prohibía emplear a mexicanos y su padre, que trabajaba en la construcción, no podía conseguir trabajo para mantener a su familia. La madre de Castañeda se enfermó de tuberculosis y cuando murió, su familia se fue a México. Castañeda tenía 8 años. “Mi papá, mi hermano y yo no teníamos dónde quedarnos y por un tiempo paramos en la casa de un familiar, pero allí no nos querían”, contó Castañeda.
“Me pusieron en una escuela donde todos los niños se burlaban de mí porque no sabía hablar español y me decían que me volviera de donde vine. Era una tortura diaria”.
Castañeda regresó a EEUU, lugar donde nació, en 1944, cuando tenía 17 años. Para ese entonces, ya había olvidado el inglés. Debido a eso tuvo que ir a la escuela de adultos para aprender su idioma natal.
La maestra de ceremonia de la actividad fue la actriz Eva Longoria, quien dijo estar haciendo su maestría en Estudios Chicanos, gracias a la mentoría e inspiración de Huerta.