Pide paz para su hijo moribundo, esposado en el hospital

Juan M. Corrales Palomares tiene cáncer terminal en el cerebro y es custodiado por dos guardias en Arizona.

Martha Elena Palomares pide a las autoridades en Arizona que dejen morir en paz a su hijo.

Martha Elena Palomares pide a las autoridades en Arizona que dejen morir en paz a su hijo. Crédito: EFE / María León

Tucson, Arizona (EFE).- Una madre inmigrante pide a las autoridades en Arizona que dejen morir en paz a su hijo, quien pese a encontrarse en fase terminal de cáncer en el cerebro lo mantienen esposado a la cama del hospital con dos guardias a su lado.

“Mi hijo está moribundo, no se puede ni mover y aun así lo mantienen esposado”, dijo hoy a Efe Martha Elena Palomares, originaria del estado mexicano de Sonora.

Su hijo, Juan M. Corrales Palomares, de 20 años, se encuentra hospitalizado en el Centro Médico Universidad (UMC) en la ciudad de Tucson en el sur de Arizona, donde los médicos le detectaron varios tumores cancerosos en el cerebro.

Corrales Palomares, ciudadano estadounidense, se encontraba cumpliendo una sentencia por posesión de drogas y un arma de fuego en la cárcel de Safford, que forma parte del Departamento de Correcciones de Arizona.

El joven fue condenado en 2010 a cinco años de cárcel.

Palomares indicó que recibió cartas en las que su hijo se quejaba de fuertes dolores de cabeza, pero fue él mismo quien se comunicó con ella la semana pasada para decirle que estaba en el hospital y que lo habían operado el pasado 29 de febrero.

“De su propia boca me llamó para decirme que no sabía lo que estaba pasando, que le dolía mucho la cabeza. Fue una enfermera la que me dijo que le habían encontrado unos tumores y que podría ser cáncer”, relató la madre.

Los doctores le dijeron que su hijo, que ahora se encuentra inconsciente, tenía cáncer terminal del cerebro, por lo que le han recomendado desconectarlo llegado el momento, algo a lo que ella se niega.

“Lo que más me mortifica es ver que aún lo tienen esposado de un pie a la cama y dos guardias siempre están con él, no permiten más que una visita en el cuarto y piden una identificación para entrar”, comentó.

“En la situación en que está mi hijo no creo que se pueda escapar, ni tampoco yo me lo puedo llevar a ningún lado”, agregó la inmigrante mexicana.

Al ser contactados por Efe, portavoces del Departamento de Correccionales de Arizona explicaron que la política de la agencia estatal se encuentra en su página de internet y la misma contempla el uso de las esposas como método para garantizar la seguridad de su personal y de los reos.

“El uso de esposas se utilizarán basados en el nivel de custodia del reo”, sostiene la página web del departamento, que se refiere al transporte de los reos pero no aclara la política que se aplica cuando un preso está hospitalizado.

Palomares también cuestionó el cuidado médico que recibió su hijo mientras se encontraba en la cárcel.

“No sé qué fue lo que pasó con él, alguien me dijo que se había caído ahí adentro”, sostuvo.

El pasado mes de marzo la Unión de Libertades Civiles de EE.UU. (ACLU) presentó una demanda en contra del Departamento de Correccionales de Arizona, en la que argumentan que los reos no reciben el cuidado médico y mental necesario.

En documentos presentados ante la corte, ACLU indicó que los prisioneros enfermos que solicitaron atención médica sólo recibieron como respuesta que “fueran pacientes”, “está todo en tu cabeza” o que debían de “rezar” para curarse.

La organización civil se refirió al caso del reo Ferdinand Dix, recluido en una cárcel en la ciudad de Tucson que falleció el año pasado por un cáncer en el pulmón que nunca fue tratado y que se expandió a su hígado.

“Estamos pidiendo varias cosas, entre ellas una orden para prohibir que el Departamento de Correccionales ponga por ejemplo a las personas con problemas mentales en celdas aisladas”, dijo hoy a Efe Alessandra Soler, directora ejecutiva de ACLU en Arizona.

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