Un balance electoral de Mitt Romney
Mitt Romney avanza firme hacia la nominación presidencial del Partido Republicano pero aún está por definirse qué tanto apoyo conservador e independiente podría efectivamente lograr en la elección general contra el presidente Barack Obama
Si bien las elecciones primarias del Partido Republicano están lejos de terminar —quedan por disputarse procesos en estados de peso con abundante cuenta de delegados como California, Nueva York y Texas— la tendencia favorable a Mitt Romney parece difícil de modificar.
Romney ganó el pasado 3 de abril las primarias en Maryland, Wisconsin y Washington DC y con ello afianzó su delantera. Para remontar, Rick Santorum, que va en un lejano segundo lugar en esta contienda, tendría que conseguir triunfos abrumadores en gran parte de esos estados a fin de tener oportunidad de alcanzar a Romney, o al menos de llevar la decisión hasta la Convención del partido. Pero el reparto proporcional de delegados según el porcentaje de voto conseguido que se dará en la mayoría de las primarias por venir y la superioridad evidente en dinero y organización de la campaña de Romney hacen difícil esa probabilidad.
Sin embargo, persiste la duda sobre qué tanto apoyo efectivo puede concitar Romney entre ciertos sectores conservadores y votantes evangélicos que son parte del voto duro republicano. Si durante las primarias han sido desdeñosos con Romney, ¿le darán su apoyo en grandes números en la elección general aunque no sea de su agrado con tal de evitar la reelección de Obama? O, por el contrario, ¿el perfil de Romney suscitará entre ellos una apatía que merme la participación electoral de ese grupo?
Se afirma que con tal de sacar a Obama de la Casa Blanca esos conservadores optarán por apoyar Romney. Pero con los independientes la cosa es distinta. Romney no ha convencido del todo a la derecha de su propio partido, pero no estaría tampoco suficientemente al centro para atraer de manera mayoritaria el voto de los independientes.
De ser nominado, Romney podría aderezar su discurso para hacerlo del agrado de los independientes, pero no es seguro que eso funcione sin enajenar además a su propio partido.
Y entre los hispanos, un segmento clave en varios estados, Romney la tiene cuesta arriba. Sus posiciones durante las primarias lo han apartado tanto de los latinos que parece que su distancia con ese grupo ya es irreversible. Es un costo de las primarias que le pasará factura en la elección general.