Vidas marcadas por una línea divisoria

Trabajadores viajan a diario desde Imperial Valley a Mexicali

Una mujer muestra su identificación a las autoridades en el cruce fronterizo de camino a Mexicali, donde labora a diario.

Una mujer muestra su identificación a las autoridades en el cruce fronterizo de camino a Mexicali, donde labora a diario. Crédito: AP

Segunta y última parte

CALÉXICO.- Roy Limón, de 57 años, vive en El Centro, en el Imperial Valley, y trabaja como guardia en la cárcel de Calipatria desde que ese centro penitenciario comenzó a funcionar en 1992, una época en la que se construyeron muchas prisiones en California, poco antes de que el electorado aprobase una ley en la que se exige que se condene a cadena perpetua a quienes cometen tres delitos graves.

Trabaja dos turnos seguidos tres noches por semana y tiene franco los fines de semana y los feriados. Su pensión le garantiza el 75% de lo que ganaba cuando se jubile dentro de cinco años. Limón, cuyo bisabuelo se radicó en el Imperial Valley a comienzos del 1900, fue el primero de su familia que dejó de trabajar en el campo, aunque de adolescente recogió sandías durante un tiempo.

Calipatria y otros centros penitenciarios estatales que abrieron alrededor de 1993 emplean 2,400 personas, contribuyendo a que entidades de los gobiernos federal, estatal y municipal generen uno de cada tres trabajos en el Imperial Valley, más incluso que la agricultura. A nivel nacional, los organismos oficiales generan uno de cada seis puestos.

El sistema penitenciario californiano, no obstante, ya no emplea tanta gente. La población carcelaria tiende a disminuir y hay recortes presupuestarios. Los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, por otro lado, hicieron que se reforzasen las medidas de seguridad en la frontera y la contratación de personal. La Patrulla de Fronteras casi duplicó su personal en el Imperial Valley en los últimos seis años y ahora cuenta con 1,240 agentes en esta región.

Estudiantes de las clases de justicia criminal del Imperial Valley College dicen que sus padres les imploran que estudien y no terminen trabajando en el campo como ellos.”Quieren algo mejor para mí”, expresó Michelle Herrera, de 20 años y cuya hermana es supervisora en una oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). “Es mejor ser maestro o trabajar con organismos policiales”.

La tasa de desempleo de la región siempre ha sido alta y llegó incluso al 40% luego de que Limón dejó su puesto en una cárcel del condado para trabajar en la nueva prisión en 1992, ganando el doble. Lo festejó comprándose una vivienda más grande y su familia visitó Disneylandia y Las Vegas. En el 2004 se mudaron a una casa hecha a medida con su esposa Josie.

Limón comprende el que su esposa le haya pedido a sus dos hijos que no se metiesen en la policía ni en trabajos en prisiones. Pasó un tremendo susto durante unos disturbios en una cárcel en 1994, los primeros de varios que siguieron.

“Te acostumbras, pero sabes que pueden pasar muchas cosas”, dijo la mujer.

Uno de sus hijos es barbero, el otro estudia psicología.

Un sobrino, Robert Limón, se unió a la Patrulla de Fronteras en el 2008. Junto con su esposa, crían cuatro hijos en el Imperial Valley. “Voy a quedarme aquí tanto tiempo como pueda. Esto es mi casa”, afirmó Robert Limón.

El Imperial Valley sabe que tiene que diversificar su economía para retener a su gente.

Pero hasta ahora no lo ha podido hacer. Si bien el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte trajo algunos depósitos en los 90, en términos generales la región no se benefició de la enorme producción de televisores, electrodomésticos y otros bienes de exportación fabricados en Mexicali y exportados a Estados Unidos.

Tres supercentros de Wal-Mart y una serie de tiendas grandes sirven a multitudes de compradores de Mexicali, una floreciente ciudad industrial de casi un millón de habitantes. Pero los centros comerciales construidos en la última década ofrecen trabajos mal pagados.

La riqueza de recursos naturales podría ayudar a atraer empresas que aprovechan la energía solar, geotérmica y eólica (derivada del viento).

Los precios bajos de la tierra y su proximidad con Los Ángeles, San Diego y Phoenix hacen que resulte un destino natural para las empresas dedicadas a la energía renovable.

Pero hay que encontrar el equilibrio justo.

La empresa Tenaska Energy Inc.de Omaha, Nebraska, por ejemplo, comenzó a construir una planta solar en la que empleará unas 300 personas durante la construcción, pero solo cinco cuando esté funcionando.

“(Las plantas solares) Requieren mucha tierra y no crean demasiados puestos de trabajo”, comentó, Andy Horne, subdirector de la oficina de recursos naturales del condado de Imperial Valley.

La vida, mientras tanto, continúa. María Guadalupe Pimentel llega a su casa fatigada a las ocho de la noche, luego de viajar tres horas en dos autobuses. Su esposo la recibe con tacos de carne.”Lo peor son los viajes tan largos”, dice la mujer.

A las diez de la noche se apagan las luces. Se escucha música de ranchera de casas vecinas hasta las once. Un par de horas después su esposo la despertará en el inicio de una nueva jornada.

En esta nota

California cruce Frontera Mexicali México trabajadores
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain