Caravana por la paz viaja a EEUU
El poeta y activista Javier Sicilia llevará a Estados Unidos su Caravana por la Paz, la Justicia y la Dignidad el 12 de agosto próximo, donde participarán algunas víctimas de la violencia con el fin de sensibilizar al Gobierno estadounidense para que ayude a frenar el tráfico de armas y suspenda la inyección de recursos a México a través de Iniciativa Mérida.
MÉXICO, D.F.- El poeta y activista Javier Sicilia llevará a Estados Unidos su Caravana por la Paz, la Justicia y la Dignidad el 12 de agosto próximo, donde participarán algunas víctimas de la violencia con el fin de sensibilizar al Gobierno estadounidense para que ayude a frenar el tráfico de armas y suspenda la inyección de recursos a México a través de Iniciativa Mérida.
El recorrido iniciará en San Diego y durará un mes. Visitará diversas ciudades de la frontera aún por definir además de Washington, donde Sicilia e intelectuales como Sergio Aguayo, buscarán entregar una carta al presidente Barack Obama en la que pedirán su solidaridad para frenar “la tragedia y el horror” de sus vecinos del sur.
“Vamos a intentar entrar en la conciencia de los estadounidenses, visualizando a las víctimas en el año electoral de ambos países porque su estrategia está cobrando muchas víctimas y no está sirviendo de nada”, dijo al teléfono desde su residencia en Cuernavaca, Morelos (centro) donde prepara el plan que presentará la próxima semana en Los Ángeles para sumar esfuerzos con organizaciones sociales locales.
Por ahora cuenta con el apoyo logístico de la organización no gubernamental, Global Exchange y de la oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA) que busca el acercamiento de la Caravana por la Paz con la Asociación Nacional del Rifle (NRA), defensores a ultranza del derecho constitucional de las personas a tener armas.
“En Estados Unidos está permitido y están ahí a expensas de todos y se pueden comprar como dulces, pero esas armas luego entran a territorio mexicano para matar precisamente a quienes el Plan Mérida con sus 2,000 millones de dólares donados por los estadounidenses quieren combatir”, señala Sicilia como argumento.
El próximo martes 24 de abril en Los Angeles dará una conferencia de prensa en el Templo de Nuestra Señora Reina de los Ángeles (La Placita Olvera), el miércoles a las 11:00 de la mañana estará en la Capilla del Sagrado Corazón (Lawton Plaza) y en el teatro Rose Hill de Pomona College en Claremont.
A la misma hora habrá una poética de la protesta en la Biblioteca Central de Los Ángeles.
“Esto que está ocurriendo en México es también responsabilidad de Estados Unidos y tenemos que parar la estrategia de combate al narcotráfico en conjunto, porque no está funcionando: esto es un asunto de humanidad”.
Cuenta así las víctimas binacionales, las que por alguna razón han sido impactadas en EEUU por la violencia acá. Ahí están los familiares que han tenido centroamericanos secuestrados o los mismos mexicanos masacrados con parientes del otro lado de la frontera que padecen la misma tristeza que el activista.
Tras el asesinato de su hijo Juan Francisco y seis amigos en marzo de 2011, Sicilia, de 55 años, arrancó una campaña de protesta por la lucha frontal contra el crimen organizado que implementó el presidente Felipe Calderón desde que arrancó su mandato en diciembre de 2006.
En el verano pasado recopiló en el norte y sur de México miles de historias de familias desintegradas por el asesinato o de padres, madres, hijos.
La indignación sigue en pie: aunque uno de los asesinos de los hijos de Sicilia fue capturado y se encuentra en juicio, la estela de muerte y tragedia es pan de todos los días, “la contabilidad de muerte es interminable: algunos dicen que son 60 mil otros 120 mil y oficialmente no se sabe: 20 mil desaparecidos, 250 mil desplazados”.
Entre las víctimas que viajarían a EEUU en agosto -si se les otorga la visa- se encuentra Araceli Rodríguez, madre de un policía federal desaparecido en Michoacán en 2009, y María Herrera, madre de cuatro muchachos que vendían oro en Guerrero y se encuentran sin paradero desde 2008.
Calderón se reunió con víctimas en un diálogo abierto el año pasado y preguntó sobre opciones de combatir el problema del crimen organizado sin el Ejército, pero no hubo respuesta concreta.
– ¿Qué esperan que cambié?- se le pregunta ahora a Sicilia en el contexto de su peregrinación a EEUU.
– Esperemos que cambie. Nos gustaría que se detuviera el flujo de armas y se despenalizaran ciertas drogas, que se despresurice: el problema de las drogas es de salud pública, no seguridad nacional.