La doble cara de la crisis española

La mala economía sostiene a algunos, pero no impide la fuga de capitales

Un camarero vierte sidra a los comensales en Oviedo, España.

Un camarero vierte sidra a los comensales en Oviedo, España. Crédito: Pedro Pulgar / Especial para la Opinión.

TORRELAVEGA, España.- Durante cinco tardes a la semana, Nélida acude a distintos domicilios para realizar tareas de limpieza una vez concluida su jornada laboral. Suele trabajar tres horas, cobrando un promedio de 9 euros por hora.

En total percibe unos 135 euros extras semanales, o 540 mensuales. Ese es un dinero que no figura en ninguna parte. Las transacciones son en dinero líquido y no cotiza al fisco. La Agencia Tributaria sólo tiene constancia de su sueldo regular de 800 euros al mes, por el que cada año recibe una devolución del gobierno.

Como Nélida hay cientos de miles de personas. A decir de los expertos, son labores de limpieza, cuidado de ancianos y niños, jardinería, plomería, electricidad, albañilería y camareros de fin de semana los oficios donde se concentra la mayor parte de la economía sumergida, una actividad clandestina que, según los expertos, ha ido aumentando a medida que se prolonga en el tiempo la crisis económica, tanto así que se calcula que supone alrededor de un 20% del Producto Interno Bruto (PIB).

“De lo contrario no se entiende cómo, con un 23% de desempleo, no hay revueltas callejeras a diario”, comenta José María Fidalgo, un exsindicalista reconvertido en tertuliano en un prestigioso programa radiofónico que se transmite en todo el país.

Y es que una vez reinterpretadas las cifras, la gente inmersa en la economía sumergida haría descender la escalofriante cifra del desempleo en unos 10 puntos porcentuales, para establecerse alrededor del 14% ó 15% de la población laboral.

“Sobrevivo a base de hacer pequeñas chapuzas”, dice Gustavo Prieto.

El hombre perdió el empleo en la compañía constructora para la que trabajó durante la década de los 90 y buena parte de los primeros años del presente siglo. Ahora recompone sanitarios, arregla tuberías y pinta paredes de viviendas.

Oficios similares que no requieren de una mayor preparación son el refugio ideal para que cientos de miles de personas se mantengan a flote en tiempos de crisis. Y no son los únicos. Los ricos parecen optar por poner a flote -a buen recaudo – su dinero.

Según la rumorología que circula por Internet, cada vez son más los españoles que sacan el dinero de España para invertirlo en lugares más seguros, especialmente en Alemania. Según el boletín “El Confidencial Digital”, uno de los más seguidos, desde febrero se está produciendo una fuga de capitales que en ningún caso ha bajado de los 20 mil millones de euros mensuales.

Citando fuentes de Goldman Sachs, Credit Suisse, Merrill Lynch y Morgan Stanley, ya el año pasado la cifra llegó a los 113 mil millones de euros. Entre las principales causas que mueven a los inversores a llevarse de España el dinero -aseguran estas fuentes- se encuentra el temor a un recrudecimiento de la recesión o un posible rescate del sector financiero español por parte de la Unión Europea.

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